Cuando alguien que votó a un partido político que no está
gobernando ve que la opinión pública se queja y sufre por alguna decisión que
cree perjudica a la sociedad tomada por el partido que gobierna, se suele decir
con recochineo: “Disfrutad lo votado”.
Pues bien, eso precisamente, como un búmeran, es lo que nos está
diciendo todos los días el señor presidente Pedro Sánchez, a modo de venganza: “Vosotros lo habéis querido así, disfrutad lo
votado”.
«Quería
ser presidente del Gobierno a toda costa y me presenté a unas elecciones
generales en diciembre de 2015. Salí con 90 diputados como segunda fuerza
política más votada. Rajoy, como ganador en minoría, no quiso presentar su
candidatura a presidente sabiendo que iba a ser rechazada. Entonces fui yo propuesto
por el rey para formar gobierno. Pero las Cortes me rechazaron pese a pactar
con Ciudadanos (40 diputados) y Coalición Canaria (1 diputado). En junio de
2016 me volví a presentar a las elecciones generales y obtuve un mínimo
histórico, 84 diputados. El rey propuso para presidente a Mariano Rajoy. Entonces
fue mi famoso:
“No es no; ¿qué parte del
no, no se entiende?”. No a todo y todo era no, negándome. Vamos, ni sí, ni
abstención, ni nada, un NO claro, rotundo. Los mandamases de mi partido me
hicieron una encerrona y me obligaron a dimitir como secretario general y renuncié
a mi sillón como diputado.
En mayo de 2017 había votaciones en mi partido para optar a
la secretaría. Recorrí en mi coche infinidad de sedes de base. Que tiene tela.
Y se las gané a Susana y a Patxi. ¿Qué me dices? Los barrí. Limpié la casa y me
hice temido. Hacerme presidente del Gobierno ya fue más que una obsesión. Tenía
que lograrlo como fuese. Y aprovechando el caso Gürtel presenté una moción de
censura contra Rajoy. Apoyado por todas las izquierdas, separatistas,
nacionalistas, etarras y los del cazo que hablan como obispos, obtuve 180
adhesiones, cuatro más de las que necesitaba. Ya era presidente. Había
prometido que de salir votado en la moción de censura convocaría elecciones
inmediatamente, pero lo pensé mejor y quise agotar la legislatura, pero como no
me aprobaron los presupuestos, no tuve más remedio que convocar nuevas
elecciones para abril de 2019.
Creí, bajo los buenos augurios que me vaticinaba mi gurú el
señor Iván Redondo, que ahora arrasaría y obtendría mayoría absoluta. Confiaba
en el pueblo español, en los votantes. ¿Quién mejor presidente que yo que había
hecho lo que nadie, que después de alcanzar la cima y verme tirado entre las
rocas de la falda de la montaña, volví a ascender hasta hallarme de nuevo, no
ya en la cima sino en la nube de la Moncloa? ¿Quién más elegante y guapo y más
moderno que yo? Pero el pueblo me falló, y aunque logré mejores resultados que
en las anteriores elecciones, solo obtuve 123 diputados. Es decir, me faltaban 53 para que se cumpliera el sueño. Demasiados. La madre que los trajo. El rey
me volvió a proponer para presidente, pero de nuevo el Congreso de los
Diputados me rechazó. Vale, pues nuevas elecciones en noviembre de ese mismo
año. Ahora, viendo los votantes lo mal que se portan conmigo los políticos no
socialistas, sobre todo el centro, la derecha y la derechona, que tan
injustamente me rechazan, ganaré de sobra. Será un paseo. Pero qué va. Los
resultados aún no me los puedo creer, más que aumentar, perdí tres diputados,
pasando de 123 a 120. Qué bofetada. Impresentables.
Pues muy bien, ahora se van a enterar. Esta es mi venganza. Veréis
como ya no me va a rechazar el Congreso. Ni un guantazo más. A la fuerza
ahorcan. ¿No querían caldo?, pues tres tazas llenas, mejor cuatro o cinco,
todas las tazas que tengo a mi izquierda. Y esto es lo que hay. Y pacté por las
claras y me di abrazos con Unidas Podemos, con Más País-Compromís, Nueva
Canarias, BNG, Teruel Existe y más fácilmente con los clérigos del PNV, que
estos, acostumbrados a venderse, se dejan comprar en cuanto les haces sonar la
bolsa. Y pacté por lo bajini, y fastidiaros, con los temidos ERC y EH Bildu,
golpistas y herederos del terrorismo, que quieren romper España y acabar con el
régimen constitucional. Lo siento, pero esta es mi bofetada a manos abiertas,
querido pueblo. Y tan a gusto.
Por lo que ahora, escudado por mi máquina propagandística,
hago y deshago a mi antojo, y aunque dije en la campaña que jamás pactaría con
Bildu y que si lo hacía con Iglesias no podría dormir, lo hago a pierna suelta
porque he comprobado que todos estos partidos cuando de verdad son peligrosos
es estando en la oposición. Y si he de radicalizarme hacia el comunismo o
chavismo, me radicalizo, y si encima me sirve para perpetuarme en el poder,
pues mejor. A las derechas, hundido ya Ciudadanos, y peleados PP y VOX, no les
tengo ni el menor miedo, ninguno, no son más que unos acomplejados. Con
decirles que son fachas se mean y se les digo que son franquistas se cagan. Y a
los que, dicho sea de paso, les quedan muchos años de chupar banquillo. Y de
esto no me cabe la menor duda. Ahora ya sé que cuento con todas las izquierdas y
que los millones de socialistas acérrimos nunca dejarán de votarme por más que
se junte el cielo con la tierra. Miel sobre hojuelas.
Así que promulgo leyes a mi antojo. Y aquí, de los míos, hagan
lo que hagan, no dimite nadie Y configuro y apruebo los presupuestos con ellos.
Y hago la ley de Educación coartando libertades. Y quito el castellano como
lengua vehicular. Y trazo líneas para acabar con la educación especial. Y doy
privilegios y acercamientos a los asesinos etarras. Y pelillos a la mar con el
golpe de estado en Cataluña. Y me cargo la Judicatura. Y declaro estados de
alarma por meses cerrando el Congreso. Y apruebo la eutanasia. Y tengo a un rey expulsado por sinvergüenza
y al otro en un puño. Y escondo los muertos por la covid. Y subo los impuestos.
Y en sumo grado la luz en plena ola de frío polar. Y me río por debajo de la
mascarilla cuando veo callarse como dos sacos de piedras a mi vicepresidente y
señora ministra, esos que siempre hablaban de que estando ellos en el poder la
bajarían para beneficiar a la clase obrera. Tururú que te vi. Qué carotas. Y
cada dos por tres salgo en la tele para recrearme. Y cuando leo o veo o escucho
que esto es una ruina, algo impropio de un estado de derecho, que la economía
está hundida, que el paro es ya inasumible, que las pateras vienen por centenares,
que el proceso de vacunación es caótico, que tengo comprados a casi todos los
medios, que la libertad de expresión peligra, que esto se parece cada vez más a
una dictadura social-comunista, que somos el país que tiene mayor recisión del
mundo solo superado por Argentina, que las colas del hambre son larguísimas… Y
me echan en cara lo mísero que es pactar con populistas marxistas, separatistas
y filoetarras, que además presumen de que la nación española les importa un
bledo…, no tengo menos que reírme y decirles a todos: “Que os den. A esto es a lo que habéis dado lugar. Es lo que habéis
querido. No me quisisteis dar la mayoría absoluta, a mí, que soy el no va más,
pues ahora, a fastidiarse. Y encima este paso me va a servir para mantenerme en
la poltrona por muuuuuchos años. Ja, ja, ja…, qué divertido. ¡Hale, disfrutad
lo votado!” »