El Papa Francisco, en el vía crucis de Copacabana, con
motivo de la Jornada Mundial
de la Juventud
celebrada en Brasil recientemente, dijo así:“Jesús
se une a los jóvenes que han perdido su fe en la Iglesia , e incluso en
Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio.”
Pero quizás
al Papa se lo olvidó, o no quiso ir a la otra cara de la moneda. Porque si
muchos jóvenes y no tan jóvenes se han apartado de la fe, de la Iglesia y de Dios por la
incoherencia de los cristianos, y el Señor, sin embargo, se une a ellos, cuánto
no, por el contrario, se desunirá y alejará de quienes son los causantes de ese
apartamiento.
Porque
causantes los hay y muchos. En mi ciudad, sin ir más lejos, como en todos los
lugares, no hay más que ir a una misa o presenciar una procesión, de las
muchísimas que se organizan, para ver a algunas personas indignas ocupando los
primeros bancos y yendo las primeras a comulgar con rostro compungido para
marchar después, haciéndose notar, al lado de la imagen de Cristo o de la Virgen por las calles con
la bandera, el varal o la vela... Cabezas altas, pecho fuera, paso firme,
altivez, jactancia y orgullo...

Personas
malas las hay alrededor de cada uno de nosotros, no cabe duda... Mas ellos
saben que lo son porque gozan haciendo daño y, en su rabia, envidia y maldad,
se acartonan, pero sin embargo no pisan una iglesia y huyen del Señor como de
la peste. Para éstos, simplemente desprecio. Para los otros, aquéllos que son
igual de malos o peor, pero van a la iglesia y comulgan y procesionan para que
los vean y dar así la imagen de lo que no son, los hipócritas de libro, los
verdaderos sepulcros blanqueados, no sólo desprecio sino lástima, porque tarde
o temprano pagarán su fechoría. La fechoría de que por culpa de personas como
ellos, muchos jóvenes y no tan jóvenes, se apartan del camino de la fe y de
Dios. Como un familiar mío, su esposa e hijos, católicos ejemplares que desde
hace un par de años abandonaron la
Iglesia porque –dicen– no pueden pertenecer a una institución
sagrada y fraternal en la que han de encontrarse dentro de ella con la maldad
personificada. Personificada en un matrimonio que les viene persiguiendo y
haciéndoles la vida imposible, usurpando, maltratando, injuriando, calumniando,
levantando falsos testimonios, incluso denunciándolos a la justicia, que hasta
por dos veces ha tenido que archivar las falsas denuncias y los recursos
correspondientes... Un matrimonio meapilas que aparece con cara de no haber
roto un plato en las misas y en todas, absolutamente en todas las procesiones
de Úbeda a la sombra de una cofradía y grupo de adoración él, y de la bandera de
una reconocida asociación mariana ella. Un matrimonio raza de víboras, falso y siniestro que
podrá engañar a unos pocos algún tiempo pero que acabará desenmascarado por
todos todo el tiempo. Ya casi lo están, ya estarían completamente solos de no
ser porque se han aliado con los que obran el mal y son ateos e idólatras. Como
Caifás, sacerdotes, escribas y fariseos se unieron con Pilato y los suyos para
acabar con Jesucristo. ¡Qué tremendo! La Historia no deja de repetirse.