miércoles, 27 de marzo de 2024

HERMANAMIENTO "NOCHE OSCURA" Y "SOLEDAD"

Cuenta Úbeda con una gran cantidad de cofradías y hermandades de pasión y de gloria, pero de entre ellas hay dos que son tan especiales como simbólicas: Cristo de la Noche Oscura y Virgen de la Soledad. 

El Cristo de la Noche Oscura es todo un misterio en su configuración. Cristo en la cruz, abatido sobre el madero, dejando caer todo el peso de su corporalidad divina como querido arrancarse del travesaño, con el rostro dejado sobre su propio pecho para que mente y corazón se unan y la muerte pase de perfil por sus heridas sin morder su alma. Cristo místico, carmelitano, sanjuanista, descarnado en hombros y rodillas, emanando por la llaga del costado sangre para alimento eterno y agua para no tener ya nunca sed, atravesando inerte el túnel de la noche más oscura jamás descrita. Cristo que no da miedo, ni es tétrico, ni causa espanto, sino que invita a la ternura, al desconsuelo, a la pena, a la oración…, a ponerte de rodillas para saber qué nos dicen sus ojos cerrados, qué nos habla su boca entreabierta, qué nos manda su rostro hondamente abstraído para firme en la presencia. 

 

La Virgen de la Soledad es toda ella historia y vida. Historia de siglos, de ser la gran protectora de un barrio de trabajadores humildes dedicados al barro y el ladrillo, a la sencillez de las cosas, a saber lo que es el hambre y la miseria pero también la convivencia y la generosidad de compartir lo que se tiene. Un barrio el de San Millán que hoy es lumbre de ejemplaridad, de arte, de artesanía, de abrazo a quienes llegan hasta él para entender el milagro de la modestia convertida en admiración. Un barrio que mira y se mira en su Virgen solitaria pese a que siempre va con ella la otra mujer del evangelio que es primicia de un tiempo que cada vez está más cerca de lo que quiso Jesús: la igualdad entre los cristianos en los derechos de la vida y las obligaciones del amor. 

 

Y el Cristo de la Noche Oscura y la Virgen de la Soledad, junto a María Magdalena, se han hermanado, en un acto exquisito organizado por ambas cofradías, el pasado 23 de marzo de 2024, a las diez horas. Hubo esa misma mañana traslado del Cristo a la iglesia de San Millán. Hubo breves discursos, cartas de compromiso, estandarte conmemorativo con pintura de Manuel García Villacañas, música desde el coro, firmas en los libros testimoniales que cierra un poema mío. Hubo presencia de hermanos mayores y autoridades, encabezadas por la señora alcaldesa, doña Antonia Olivares. Hubo abrazos y emoción y gozo. Y se descorrió el velo de un gran azulejo, obra de Pedro “Góngora” con forja de “Tiznajo”, en el que aparecía un soneto de mi mano al que di lectura con hondo sentimiento.

 

Terminado el acto, nos hicimos unas fotos colectivas y, tras despedirme de los hermanos y amigos, salí del templo junto a mi esposa para perdernos por los cerros invisibles de los sueños agradecidos a Dios y a los que contaron conmigo para ser parte de este sencillo y a la vez glorioso hermanamiento. 

 

El azulejo enmarcado en forja quedó ahí, colgado en el muro izquierdo de la nave central, con letras rústicas, manuales, plenamente artesanales. Quedó ahí, probablemente por muchos años, o hasta que alguien, puesta por el tiempo la tela del olvido sobre las letras, considere que ya es hora de hacerlo desparecer. 

 

Pero, por más que pasen siglos, yo nunca dejaré que se borren de mi conciencia estos catorce versos que compuse desde el corazón y me han servido para dejar una pequeña huella más allá de las palabras que se lleva el viento.   

 


Noche Oscura de Cristo en luna llena.

Místico sol, grandioso y soberano. 

Golpes de luz. Marrón carmelitano.

Vía crucis. Silencio. Luto. Pena... 

 

Tarde de Soledad. Locura plena. 

Fervor. Stabat Mater. Pueblo llano.

Cuesta a la gloria. Esfuerzo sobrehumano.

Corazones de plata nazarena.

 

Son cofrades del Hijo en vida muerto

y de su Santa Madre muerta en vida

penitenciando en hondas claridades. 

 

Y es tan grande la unión y el amor cierto,

y tan alta la fe que, en tal medida, 

se han hermanado hoy sus Hermandades. 

viernes, 8 de marzo de 2024

PANORAMA INFECTO

Siempre he sabido que nuestra sociedad está constituida por personas honestas y personas indignas, por mujeres y hombres nobles y entregados, y gente miserable, traidora y corrupta. 

 

Lo comprobé siendo muy niño. Jugando en las eras lindantes al antiguo colegio salesiano al fútbol con un grupo de amigos, sufrí un desafortunado percance. Un chaval de gran envergadura venía veloz hacia la portería, consistente en dos humildes piedras como postes, que yo defendía como ilusionado guardameta. Le salí al paso, y cuando me arrojé valientemente a sus pies para atrapar el balón, lanzó un derechazo que me golpeó de manera brutal la cabeza. Quedé inconsciente. Perdí el conocimiento. Cuando desperté, me hallaba en uno de los servicios del colegio bajo un grifo de agua tan fría como desconcertante. De los veintidós jugadores de ambos equipos, solo se quedaron para salvarme la vida no más de cuatro. Los demás huyeron asustados y cobardes. Nunca he contado esto, ni siquiera a mis padres ni a mis hijos. Tampoco he querido darle mayor importancia. Cosas de niños, he pensado siempre. 

Mas ahora, muchos años después de aquello, cuando se van a cumplir cuatro años de vernos confinados por culpa de la pandemia que nos invadió tan sorprendentemente y viendo el terrible panorama que vivimos por culpa de unos políticos egoístas y una sociedad acomodada y hedonista, he recordado la grandeza de aquellos sanitarios que se lanzaron a los pies del virus para detenerlo con infinito sacrificio y aquellos que lo daban todo para que el país no se parará definitivamente. Todo un ejemplo de superación humana. Muchas personas murieron en la más honda de las soledades, sin despedirse siquiera de sus familiares más cercanos. Multitud de bolsas servían de sudario para el enterramiento de miles de cadáveres. UVIS, habitaciones y pasillos de hospitales abarrotados de enfermos que se asfixiaban inexorablemente…

 

Y aplaudíamos emocionados y agradecidos todas las tardes a este personal que daba su vida para salvar las vidas de otros. Y admirábamos a transportistas, tenderos, policías…, que seguían al pie del cañón por el bien de los demás. Todo un ejemplo impagable de honestidad, dignidad y grandeza de corazón. 

 

Pero la cruz de la moneda no podía faltar. Y mientras millones de personas estábamos aturdidas, preocupadas y hasta desorientadas, conmocionados, y miles seguían muriendo entre tubos y máquinas sin alma, otras cuantas se dedicaban a enriquecerse a costa de la urgencia y necesidad de salir del paso. Millones de euros malgastados en mascarillas y material sanitario que no servían para nada, en una trama no solo corrupta sino canalla y abyecta que más que asco da vómitos de sangre maloliente. 

Una trama que está saliendo a la luz con el consiguiente paño oscuro de los que nos gobiernan para evitarlo. Y aparecen comisiones, y tráfico de influencias, y malversación de caudales públicos, y presiones de peces gordos…, y compra de pisos, y dinero en metálico, y decenas de armas y juergas y prostíbulos, y nadie se responsabiliza, y nadie se declara culpable, y nadie dimite… Tajo de sinvergüenzas flotando sobre la pasividad de una sociedad amoral y agonizante. 

 

Y ante este panorama infecto, me ha venido a la mente aquel niño que jugaba en las eras un partido de fútbol en una portería limitada por dos piedras y que, cayendo conmocionado por culpa de la fortuita patada de un grandullón, se ve abriendo los ojos bajo un chorro de agua fría. Y, como entonces, pienso que, quitando a cuatro seres de luz, los demás somos una banda de ciegos, temerosos y cobardes, huyendo sin orden ni concierto, guiados por ciegos y corruptos.   

 

¡Y madre, qué batacazo nos vamos a dar como nos descuidemos!