Se puede ser independentista
catalán, como yo, andaluz, ser seguidor del Barça desde niño. Es cosa de
sentimientos.
Lo que no se puede ser es un
independentista o un seguidor fanático ciego que se niega a ver la realidad.
Y la ceguera es precisamente la
enfermedad contagiosa que ha contaminado a media Cataluña, incluido al Fútbol Club
Barcelona.
Los independentistas están ciegos
porque no quieren ver la luz que da la razón. Están tan adoctrinados desde que
nacen y sobre todo en las escuelas que ya no son dueños de ellos mismos. De ahí
esa inmensa jauría de jóvenes violentos incendiando ciudades y destruyendo todo
lo que pillan a su paso.

Partiendo de esto, todo lo demás
es obvia consecuencia. Si lo hacen es delito. Y los dirigentes que lo promuevan
han de ser juzgados. Y cuando lo son, estamos todos también, así se esté o no
de acuerdo, obligados a aceptar las sentencias. Así que los independentistas
condenados por el Supremo no son presos políticos, sino políticos presos que
han delinquido. En cuanto a la “libertad de expresión” que exigen, otra
reivindicación falaz, pues en pocos lugares del mundo la tienen como en
Cataluña, hasta el punto de que a los del pensamiento único se les permite
decir y decir (y actuar) pese a hacer con ello daño, al tiempo que buscan
cercenar las libertades de los otros impidiéndoles no solo que se expresen sino
discriminándolos e ignorándolos. Y eso de que Cataluña no es España, otra
falacia. Nunca este territorio fue independiente, ni reino, ni colonia… Y si
alguien dice que lo fue es tergiversando la Historia.
Y para colmo, los más ciegos son
los ciegos que los gobiernan, ciegos guiando a ciegos, por lo que el final solo
puede ser caer todos envueltos en las esteladas por el hoyo de las sombras.
Incluido el F. C. Barcelona, declaradamente ya politizado independentista, nido
de ciegos, tan ciegos que muerden las manos que les dan de comer, las manos de
esos millones de seguidores que tiene por el mundo y que llegará a perder del
todo cuando se convierta en una entidad vulgar y no esté Messi. Por lo pronto,
con gran pesar y tras muchos esfuerzos y dificultades, infinidad de españoles
han dejado ya de sentirse seguidores blaugranas. Yo estoy en proceso, aunque
confieso que con la esperanza de que lleguen antes de que me desenganche del
todo unos nuevos directivos, aunque sean tuertos, y digan que el Barça no es
más que un club de fútbol apolítico que acoge entre sus colores a todas las
gentes que solo quieren amar el deporte sin fronteras.