jueves, 20 de febrero de 2025

EL HOMBRE POSEÍDO POR EL DEMONIO

Hay una película impresionante que apenas ha sido proyectada en las salas de cine y que ahora han dejado que se pueda ver, al parecer por poco tiempo, en un canal de pago de la televisión. No sin antes (para que el público no vaya a verla, o, confundido y decepcionado por la temática que pensaba ver, deserte antes de la mitad) catalogarla dentro del género de “terror” y con un cartel anunciador que “espanta”. 

Y de terrorífica y espantosa, nada de nada. Es solo que la proyección no solo se aleja de la nueva ideología falsamente progresista, sino que la contrarresta. La trama es muy simple, un preso es condenado a pena de muerte y solo se necesita, unas horas antes de ser conducido a la silla eléctrica, para evitarla, que un siquiatra certifique que el reo está loco. El dialogo que se establece entre condenado y doctor en siquiatría, ateo, es excepcional, aparte de la actuación gesticular de ambos, merecedores, dicho sea de paso, del óscar ex aequo.  

El preso, a quien ajusticiarán a los once de la noche de ese mismo día del encuentro entre ambos personajes, expone que es un demonio dentro de un cuerpo humano que domina para hacer el mal, con el que disfruta. No rehúye de su culpabilidad, de sus horrorosas hazañas, de sus muchos crímenes, muy al contrario, se enorgullece de ello, por lo que espera y desea ser ejecutado para dañar y hacer sufrir aún más al pobre hombre en el que habita que ni siquiera está bautizado y a quien ha poseído aprovechándose de su constante debilidad espiritual. 

El demonio expresa ser un ente rebelado, junto a otros muchos, contra quien los ha creado, haciéndolos espíritus puros dotados de voluntad, pero que llegan a sentirse esclavos en el contexto de verse obligados a adorarlo por toda la eternidad. Luego, al ver la aparición del ser humano, espíritu dentro de la materia corporal, dotado de voluntad y libertad, su lucha consiste en confundirlos y destruirlos para que no amen a quien les ha dado la vida y los ama profundamente, y ganar así la batalla de la maldad y dañar a su máximo enemigo que es Dios.  

Bien es cierto que todo esto puede parecer la típica alegoría que viene a darnos una explicación subjetiva para comprender lo incomprensible, pero lo que es asombroso es que el demonio le hace ver al doctor que la batalla del bien y el mal la están ganando. Y aunque este le presenta esta sociedad que parece, a primera vista, luminosa y avanzada, no racista, tolerante, igualitaria, libre…, aquel le contrarresta mostrándole que está llena de sombras, penumbras, oscuridades… y retrocesos. Y le expone, directa e indirectamente, el declive moral, la falsedad entre lo que se predica y se hace, la tremenda esclavitud infantil, social y sexual que se ha creado, la insensibilidad ante los sucesos, el adoctrinamiento mediante películas, programas de televisión y demás medios, maldad por todas partes sin que le importe a nadie…, el odio creado, los abortos, la eutanasia, las separaciones, el hambre…, las nuevas ideologías de género, el desconcierto mental…, la ceguera de llegar a creer, cuando menos, que no existe infierno tras la muerte, que nada es pecado, que Dios todo lo permite…, incluso que todo es mentira, materialismo puro, y por lo tanto que los demonios son simple invención nuestra…, doctrina que ya hasta los sacerdotes de la Iglesia –como nos muestra también la película con absoluta claridad– han aceptado en su gran mayoría. 

A mí la película, estrenada en abril de 2023, y que ya cuando se filmó contó con numerosas manifestaciones demoniacas, accidentes, fallos y alarmas, me ha dado que pensar. Porque a todo lo que expone el señor poseído yo añado la tristeza de ver a esta sociedad nuestra ciertamente en derrumbe. Basta con acudir a los medios de comunicación y redes sociales y mirar a nuestro alrededor y ver la corrupción que nos invade, las guerras, las injusticias, las grandes diferencias sociales, las mentiras, las calumnias, los egoísmos, las ambiciones, los miedos, las desconfianzas, las violaciones, los acosos, las persecuciones, los genocidios, la pornografía, la pederastia, la lujuria, el ansia de poder…, toda una inmensa degeneración de la moralidad… Ver en qué manos estamos, empezando por contar con los más desquiciados al mando de las naves de la mayores potencias mundiales, demagogos deseosos de nuevas conquistas y posesiones, de invasiones, de dominaciones…, dictadores sin escrúpulos, asesinos…, con seguidores, políticos y periodistas que hablan de democracias y libertades y son al mismo tiempo sus serviles vasallos, vivales en el fondo, apesebrados, capaces de hacer como que luchan por el blanco y apoyan el negro, de hablar de transparencia y andar embarrados…, tan sucios todos y todo y tanto que hasta el fútbol, ese bello deporte que debería servir para la mera diversión y el entretenimiento, lo han encenagado hasta el punto de que los árbitros, jueces humanos limitados, por el mero hecho de equivocarse a favor o en contra en un partido, no son ya solo criticados, sino investigados, perseguidos, analizados, castigados… y, para colmo, hasta amenazados de muerte y puestos en la picota por prensa, radio, televisión, X, facebook, mar y aire… 

Y es que el demonio, cuya paciencia es infinita, como así también lo testifica en la misma película, lo tiene todo revuelto y estudiado… y controlado hasta la solución final. Así que de mejora, nada.

miércoles, 5 de febrero de 2025

UNA MANERA RÁPIDA DE TRIUNFAR

¿Quiere usted triunfar rápidamente, ser conocido, tener fama, ganar dinero…?

 

Nada más fácil para ello que dar un golpe y hacer que su tren se salte todos los semáforos.

 

Para triunfar ahora no hace falta ser un genio, tener talento, haber entregado su vida al estudio, sacrificarla en bien de los demás... Basta con hacer alguna buena payasada y estar en el momento adecuado para hacerla. 

 

Y anda que no hay personas pensando qué hacer para que la televisión, la radio, la prensa, las marcas… las llamen y las eleven a los altares del éxito… Pues nada, no encuentran la manera.

 

Y mire que es fácil. Le doy alguna pista a modo de ejemplos. Ahí tiene a una desconocida, llamada “Lalachús”, burlándose del Sagrado Corazón de Jesús (para rimar con su nombre, supongo) nada menos que en la televisión pública, la que dicen es de todos (de todos los apegados al poder y demás camaradas, claro), en las uvas de nochevieja, para que todo el mundo hable de ella. Desde ese momento, ha llenado las portadas con su presencia hasta salirse por los laterales, y, ante tan sublime bombazo, su caché se ha multiplicado. Todos hemos hablado de ella, todos ya sabemos quién es el personaje, todos nos hemos quedado con su gran imagen. 

 

Otro ejemplo es el de Bianca Censori, que acudió a los premios Grammy completamente desnuda y dando la espalda, el lado y el frente, algo así como contaba mi gran amigo Baltasar Cobo en nuestros buenos tiempos del Grupo “Sembradores de la Alegría” al relatar la parodia de una chica tan delgada, tan delgada, que al entrar en el cine y escurrirse cayendo a todo lo largo que era en el pasillo de la sala, le dijo el acomodador al acompañante: “señor, que se le ha caído el bolígrafo”, para añadir a continuación: “y es que era campeona de natación, nada por delante y nada por detrás…”

Pues ya ven, todos los medios de comunicación del planeta han sacado su figura con mucho por delante y mucho por detrás, en bolas, junto a su pareja, un rapero, según cuentan, cuyo nombre no se me ha quedado porque a él no se le veía nada, ya que apareció totalmente vestido de negro (¿es correcto decir esta palabra?, me refiero a la ropa) hasta los ojos. ¿Alguien sabe quiénes fueron los galardonados? Madre mía, qué pregunta más tonta después de habernos puesto morados con el premio gordo. 

 

Dicen que, ante la actuación de esta chica, no hay que alarmarse, que otras ya lo han hecho antes, lo han seguido y lo seguirán haciendo. Pero es un decir, las otras han podido salir en ropa interior, con los pechos al aire tras algún tul, bajo transparencias, enseñando más de la cuenta…, pero así, sin nada, en una gala mundial, delante de cientos de fotógrafos e incluso de niños…, ninguna. Bueno, no, dicen algunos periodistas que son habladurías, que de desnuda nada, mal pensados que somos, que llevaba sobre su cuerpo totalmente depilado un minivestido de malla transparente en color carne… Dejando camino por recorrer, así que la que quiera ser más famosa que ella, ya lo sabe, solo tiene que dar un paso más, algo así como salir sin minivestido alguno, ya sin nada de nada, ni sandalias siquiera, y si es sin depilación…, ya para qué, éxito máximo. 

Y cuando me estoy reponiendo de no haberme enterado de quienes han sido los galardonados de los Grammy, me salen en todas las noticias que en el Teatro Falla de Cádiz ha actuado una chirigota llamada “Abre los ojos”, con coplas negacionistas que ha sido abucheada hasta no dejarla cantar, bueno, más que cantar, vociferar o ladrar desafinando, un desastre…, pero lo suficiente como para que le hayan salido cientos de contratos para cantar a lo largo del año en teatros, salas y auditorios… 

 

Quién lo diría, del más rotundo de los fracasos al mayor de los éxitos. Mire internet y verá las visitas que han tenido y las fotos del grupo llenando páginas enteras. Se van a forrar. Y los tontos de las demás chirigotas que se gastan un dinero en vestuario, ensayan durante todo el año y conjuntan textos con música y voces al máximo…, quitando el primer premio, no se comen ni una rosca.  

 

Y de este modo, si aquella chirigota que causó asombro, por buena, y que nadie que vivió el carnaval de 1996 puede olvidar, la titulada “Una chirigota con clase”, con aquellos alumnos traviesos y un tal don Adolfo a la cabeza como maestro sufriente, tampoco nadie olvidará, por mala, la de este carnaval de 2025, “Abre los ojos”, con un montón de mamarrachos mal vestidos, el reverso de la moneda… Cara y cruz para nunca ser borradas ya de la historia carnavalera. Todo un éxito el de ambas.

 

Son los tiempos de sensacionalismos que vivimos. El hambre de información llamativa. Lo que la gente quiere, noticias cada vez con más marcha, más fuego, más madera, más fuertes…, hasta que arda la máquina y estalle en mil pedazos.

 

Solo hay que esperar sentados a ver la próxima.