Villanueva del Arzobispo es un pueblo al que para llegar
desde Úbeda tengo que pasar por Torreperogil y Villacarrillo, otras dos villas
que son también partes gozosas de mi existencia.
Y muchas son las veces que he tenido que hacer este
recorrido a lo largo de mi vida. La más imborrable fue cuando partía de mi
“Dama de sueños” y llegaba, en septiembre del año 1971, al colegio de los
jesuitas para tomar posesión de mi plaza como maestro. Nervioso, con miedo,
lleno de timidez, llamaba a las puertas que se me abrieron de golpe como dos
abrazos de luz en mi corazón. Jamás me he sentido tan bien recibido, tan acompañado,
tan acogido. Maestros, compañeros de estudio, alumnos, padres y madres de
alumnos, las otras escuelas e infinidad de hombres y mujeres me trataban con amabilidad,
respeto y amistad, como uno más de los suyos. Y tanto me dieron que me vi en la
necesidad de darme yo también por entero.
Y tomé parte del mundo social, cultural, poético y teatral…
Y durante nueve años fui un villanovense más. Allí representé mis primeras
obras teatrales, especialmente infantiles, y una, “Padres e hijos”, con motivo
del Día Internacional de Niño, que tuvo tanto éxito que tuvimos que
representarla por otros pueblos de la provincia.
Villanueva se hizo así, y así será para mí mientras viva, el
pueblo de las cien verdades. Porque si dicen de él, graciosamente, que es el de
las tres mentiras, por no ser villa, ni nueva, ni tener arzobispo, yo aseguro
que es noble, y leal, y honesto, y generoso, y agradecido, y abierto, y
acogedor, y considerado, y solidario, y trabajador, y sabio, y…, así hasta cien
virtudes que hacen me sienta orgulloso de haber sido y seguir siendo parte de
él por siempre.
Y a Villanueva regresé hace unos días, el pasado 4 de junio.
Ya lo hice el año pasado con la obra “El poder de la oración”. Y lo he hecho ahora
para representar “Malos tratos” en el Teatro Regio. Gran teatro, bello, amplio,
dignísimo. Tuvimos éxito. El Grupo Maranatha fue recibido con calor y fue muy
aplaudido. Las palabras de la Sra. Alcaldesa a modo de bienvenida fueron de
agradecer. El doctor don Adolfo Salas, que hace la introducción a la obra, fue
escuchado con sumo respeto y atención. Los actores pusieron el alma. Y yo, al
final, viendo al público en pie, me dejé llevar por el corazón y expresé mi
amor a todos los presentes y a mi Villanueva del alma que no olvido y llevo
siempre en lo más hondo de mí persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario