viernes, 9 de septiembre de 2016

LOS INTERESES CREADOS

Cuando Jacinto Benavente escribió “Los intereses creados”, estrenada el 9 de diciembre de 1907 en el Teatro Lara de Madrid, bien que supo el autor que había compuesto una obra genial que perduraría en el tiempo y se convertiría en clásica.

Y así fue y así ha sido. Todavía se sigue representando esta obra en numerosos espacios escénicos y raro es el grupo teatral tanto de profesionales como de aficionados que no la haya puesto en escena. Y es que, aunque se encuadre dentro del género de la comedia, es tanto su contenido, su verdad, su crítica, su arranque de máscaras, que te asegura el éxito, tal como fue desde el comienzo, cuando nada más cerrarse el telón del estreno ya contó con el reconocimiento, el aplauso y la más alta valoración de crítica, intelectuales y público.

Genial la obra. Única para mí. Una lección que en menos de dos horas nos desnuda y desnuda a la sociedad de ayer y de hoy, de siempre. Una obra que sólo viene a decirnos que ni hombres ni mujeres, ni ricos ni pobres, ni jóvenes ni viejos, ni listos ni torpes, ni cultos ni incultos, ni pícaros ni honrados…, nada, que no, que aquí, en esta vida nuestra, no hay más que un tremendo entramado de intereses que nos lía, nos envuelve y nos mueve.

Y así podemos apreciarlo cada día. Basta solo con mirar a nuestro alrededor: cada uno va a lo suyo, a ver lo que puede sacar, a ver por dónde tirar según el provecho que se obtenga, a ver cómo actuar para alcanzar lo propuesto, a pensar de esta o aquella forma y pertenecer a ese o aquel grupo si con ello logro los objetivos deseados… Y de este modo somos dados a la familia y a la amistad si se entra por el aro y se sacan réditos… Y hay más, incluso en lo más sagrado, en el amor, no son pocos los que más que dejarse llevar por el corazón se dejan llevar por la cartera… Y es que la vida es así: intereses, intereses y más intereses.

Intereses creados. Y ahora incluso más que nunca. Y si no, fíjense en los políticos que tenemos sentados en el congreso. Ninguno piensa por él mismo, todos son robots que obedecen al amo por interés, todos son egoístas, falsos, mentirosos y embusteros que hablan de servir al pueblo, de mejorarlo, de buscar su bien, cuando sólo buscan su codicia, vanidad, y su propio provecho, incapaces de ser generosos, de levantarse más allá del suelo, de llegar a un acuerdo. Y ahí andan, mirándose el ombligo, pese a saber que están en un país casi en ruina, en la cuerda floja, carcomido por el paro, lleno de enchufes, resquebrajado, sucio de corrupción generalizada, amenazado de ser intervenido, multado, sin presupuestos y sin gobierno después de casi un año… Ahí andan, pese a saberse además insultados, desvalorados y criticados por la inmensa mayoría de los ciudadano…, tan tranquilos. Ahí andan, haciendo circo, sonriendo, enriqueciéndose, con más cara dura todos que el cemento armado… ¿Y todo eso por qué? ¿Por el bien de España…? No. Qué va. Por el bien propio, por egoísmo, por el interés personal, sólo por el interés… Y maldito interés. Algo vergonzoso que ya hasta raya lo ridículo. Esperpéntico, de risa, cómico…, tal cual la trama y los personajes de la soberbia y eterna obra de Benavente.

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