Tenemos miedo. Un miedo cada vez mayor. Un miedo que te hace
adentrarte en tu propio mundo interior conmocionado por cuanto te rodea e
incapaz siquiera de expresar lo que piensas y sientes.
Y es que hay cada vez más intolerancia, más fanatismo, más
intransigencia, más animadversión… Y cuando todas estas cizañas crecen, las
espigas se amedrantan, se secan y mueren. No hay más que salir a la calle, ver
la televisión y leer los periódicos… No hay más que mirar a tu alrededor para
comprender que se está imponiendo el pensamiento único. Un pensamiento
fuertemente orquestado que no respeta, que no dialoga, que no comprende, que no
considera…, profundamente partidista, que obliga, que intimida, que impone…, y
si es necesario para conseguirlo emplear la violencia, se emplea.

Y estamos solo en el comienzo. Que se preparen los que se
resistan, los que crean que hay niños y niñas, y no criaturas; que hay padres y
madres, y no progenitor A y B y persona guardadora 1 y 2; los que se atrevan a
decir que hay hombres y mujeres con diferencias genéticas…; los que no acepten
al completo la ideología de género; que se preparen los que se resistan a que
sus hijos sean formados por la tribu, uniformados, robotizados; los que
sostengan que el ser humano es algo más que simple materia. Que se preparen los
que no se hagan animalistas igualando en derechos los animales con las
personas; que se preparen los que no vistan al estilo “camisas pardas” o
“camisas negruzcas”; los que se declaren contrarios al aborto, los que pisen
una iglesia, los que consideren que los inmigrantes deben respetar y adaptarse
a las costumbres de quienes los acogen y no imponer las suyas al precio que
sea, y mucho menos a golpes de terror… Que se preparen porque todos acabarán en
la cárcel, condenados por retrógrados, reaccionarios, machistas, discriminadores,
racistas, homófobos, delincuentes del odio… y cuanto sea necesario hacer constar.
Aquí hay que tener cuidado con la que se dice y, sobre todo,
con lo que se escribe, porque las hordas armadas y atrincheradas del
pensamiento único, que andan ya en todas las redes sociales y en cada rincón de
cada pueblo o ciudad, están alertas y al acecho, y en cuanto consideren que te
sales de la raya roja marcada, te fusilan contra el muro de su campo de
concentración en el que todos andamos prisioneros.