martes, 27 de junio de 2017

EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DEL PENSAMIENTO ÚNICO

Tenemos miedo. Un miedo cada vez mayor. Un miedo que te hace adentrarte en tu propio mundo interior conmocionado por cuanto te rodea e incapaz siquiera de expresar lo que piensas y sientes.

Y es que hay cada vez más intolerancia, más fanatismo, más intransigencia, más animadversión… Y cuando todas estas cizañas crecen, las espigas se amedrantan, se secan y mueren. No hay más que salir a la calle, ver la televisión y leer los periódicos… No hay más que mirar a tu alrededor para comprender que se está imponiendo el pensamiento único. Un pensamiento fuertemente orquestado que no respeta, que no dialoga, que no comprende, que no considera…, profundamente partidista, que obliga, que intimida, que impone…, y si es necesario para conseguirlo emplear la violencia, se emplea.

Ya no vale eso de que cada cual es libre de pensar y actuar como quiera y considere. Aquí se imponen las ideas no con la fuerza de la convicción, sino con la amenaza, el insulto, la descalificación, la persecución, el boicot, con el peso aplastante del poder. Y todo aquel que no entra por el aro, queda discriminado, etiquetado, desprotegido, apartado, marcado, lanzado al fuego del infierno para siempre. Aquí hay que ir al día, a la moda, al sexo por el sexo, aborregados…, aquí hay que caminar a la ruptura, a romper con todo las formas que nos salgan al paso de la Historia, con la educación, con el respeto, con la verdad, con la moral, con la autoridad, con la nación, con las tradiciones, con la familia, con los valores, con la fe, con la esperanza, con Dios… Aquí hay que montarse en el carpe diem, en el no me compliques la vida, en el que cada palo aguante su vela… Aquí hay que ser partidarios del cambio sin saber qué se va a cambiar, progresistas del progresismo sin saber a qué llamamos progreso, destruyendo sin construir, calcinando sin sembrar, derribando sin levantar.

Y estamos solo en el comienzo. Que se preparen los que se resistan, los que crean que hay niños y niñas, y no criaturas; que hay padres y madres, y no progenitor A y B y persona guardadora 1 y 2; los que se atrevan a decir que hay hombres y mujeres con diferencias genéticas…; los que no acepten al completo la ideología de género; que se preparen los que se resistan a que sus hijos sean formados por la tribu, uniformados, robotizados; los que sostengan que el ser humano es algo más que simple materia. Que se preparen los que no se hagan animalistas igualando en derechos los animales con las personas; que se preparen los que no vistan al estilo “camisas pardas” o “camisas negruzcas”; los que se declaren contrarios al aborto, los que pisen una iglesia, los que consideren que los inmigrantes deben respetar y adaptarse a las costumbres de quienes los acogen y no imponer las suyas al precio que sea, y mucho menos a golpes de terror… Que se preparen porque todos acabarán en la cárcel, condenados por retrógrados, reaccionarios, machistas, discriminadores, racistas, homófobos, delincuentes del odio… y cuanto sea necesario hacer constar.
 
Aquí hay que tener cuidado con la que se dice y, sobre todo, con lo que se escribe, porque las hordas armadas y atrincheradas del pensamiento único, que andan ya en todas las redes sociales y en cada rincón de cada pueblo o ciudad, están alertas y al acecho, y en cuanto consideren que te sales de la raya roja marcada, te fusilan contra el muro de su campo de concentración en el que todos andamos prisioneros.

Avisados quedan.

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