Antonio Muñoz Molina, a quien admiro y respeto
profundamente, en el documental biográfico emitido en “La 2”, el pasado
domingo, dedicado a su persona, expone la siguiente reflexión: “Yo creo que la democracia, uno de los problemas
de la democracia española es que no ha creado conscientemente una cultura
democrática. Y una parte de la cultura democrática es la reverencia pública por
el conocimiento, porque no puede haber ciudadanía ignorante. Es decir, un
ciudadano no puede ser ignorante. De hecho, la educación pública, la escuela
pública, se funda justo cuando se fundan los sistemas democráticos, no se funda
antes. Porque en un sistema absolutista, en un sistema controlado por la
Iglesia, no hace ninguna falta que la gente sepa leer y escribir... Entonces,
esa conversión de España en una sociedad inculta, ha sido y es uno de los
problemas más graves que tenemos.”

Menudo problema, pues, este de la incultura que tenemos.
Porque incultos hay que ser para no reflexionar cuando emitimos el voto a la
hora de las elecciones. Cuando no hacemos una valoración de qué es lo que se
quiere y qué es lo mejor para el bien de la comunidad y no el mío propio.
Incultos cuando nos dejamos engañar por quienes nos han venido engañando desde
que llegaron al poder. Incultos cuando elegimos la papeleta como quien es un
fanático seguidor de un club de fútbol del que somos y seguiremos siendo hasta
la muerte, “man que pierda”, más que robe, más que siembre miseria, más que
cree una red clientelar impresentable, más que no respete las leyes ni la
justicia, más que desprecie la Constitución, más que quiera acabar con la
democracia…
Y ahí está la prueba. Unas cortes constituidas ayer mismo y
cuyo espectáculo ha sido bochornoso, de vergüenza, de miedo. Porque si incultos
somos los votantes más lo son los votados. Personas, en su mayoría, sin
educación, sin formación, sin valores. Tribu repleta de vivales aprovechados,
lobos con piel de cordero, caraduras, maleducados,
resentidos, sembradores de odio, falsos y mentirosos, plagiadores, partidistas,
golpistas, corruptos, tribales, destructores, terroristas, vengativos,
egoístas…, sin ningún amor por España, sin respeto por su asombrosa Historia,
sin consideración por el Estado de Derecho, sin afecto por la convivencia, sin
altura de miras para anteponer el bien común al particular interés.
Y luego nos quejamos, y luego protestamos…, y mañana
lloraremos, porque en lugar de vivir mirando la amplia luz de la vida desde la
libertad para tener mayor claridad de ideas y poder reflexionar mejor, nos
dedicamos a mirar el hipnotizador resplandor de la pequeña pantalla de las
televisiones que tan buenos programas basura presentan para hacernos cada vez
más sabios y formados, más imbéciles.
La opinión acerca de la sociedad inculta española que nos
expone Antonio es irrefutable. Y temblor me da pensar qué votaremos de nuevo el
próximo domingo. Vamos a ver a quiénes elegimos para las alcaldías, si ponemos
a los que solo quieren gobernar para los suyos o a los que buscan hacerlo para
todo el pueblo. Vamos a ver a quiénes enviamos al Parlamento Europeo, si a
quienes pretenden una Europa unida, más justas, abierta, solidaria y de
valores…, o a quienes quieren llevarnos
al corral de las gallinas, los burros y los borregos cercados por los muros
abrasadores de las ideologías fascistas, comunistas, populistas, separatistas o
extremistas.
Hoy, todavía estamos a tiempo. Mañana puede ser ya tarde.