jueves, 16 de abril de 2020

UN DÍA ÚNICO EN LA HISTORIA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE, PATRONA DE ÚBEDA


El pasado 22 de abril del año 2020, Sábado Santo, será un día histórico, único, dentro del gran libro cronológico de la Virgen de Guadalupe, Patrona de Úbeda.

Y será especial porque, por primera vez en siglos, la imagen de la Chiquitilla del Gavellar llegó a nuestra ciudad transportada en un vehículo sin que nadie o casi nadie lo supiese, en plena pandemia del llamado Coronavirus y yendo directamente, sin parada alguna, dentro de la máxima austeridad, a su capilla instalada en la Iglesia Mayor de Santa María.

Los que tuvieron el honor de trasladar a la Virgen desde su camarín del Santuario a su pueblo, fueron: la Señora Alcaldesa, el Presidente de la Unión de Cofradías, el Presidente de la Real Archicofradía de la Virgen y un Directivo de la misma. También se contó con la presencia de un miembro de la Guardia Civil, ataviado con el uniforme.

Cuando tuve conocimiento de la noticia y supe que nuestra venerada, chiquitilla y bella imagen estaba de nuevo entre nosotros por sorpresa, así, sin más, sin que nadie le dijese al menos “nos alegramos”, sentí la necesidad de componerle un poema de bienvenida y hacerlo público. Y lo hice, aparte de porque libremente quise hacerlo, porque quería reparar, aunque fuese mínimamente, el desagravio de traerla de manera tan prosaica, obligados por las tremendas circunstancias, y, sobre todo, en prueba de gratitud debido a me sentía y me sentiré siempre en deuda con ella en cuanto ha permitido que yo haya sido su cronista oficial, miembro de su junta directiva en los gloriosos años del Centenario, autor de la letra de su himno compuesto por Manuel Antonio Herrera, investigador al que hicieron llegar de un particular el libro original de actas de la primera mitad del siglo XX y que doné a la cofradía, artífice de un librito de su historia, creador de numerosos artículos relacionados, su pregonero por tres veces (dos en Úbeda y una en Sevilla), además de permitirme recibirla y despedirla, oficialmente, en el año 1980…, así como otras muchas cosas que guardo en el corazón.

Se ha hecho bien trayendo a la Virgen. La soledad en el Santuario era correr un riesgo tristísimo. Confieso, honestamente, que yo lo hubiese hecho de otra forma. Seguro que cada ubetense lo hubiera llevado a cabo de un modo diferente. Pero las circunstancias son muy singulares, delicadas y comprometedoras. Así que lo importante es que ya está aquí y que al igual que en otras muchas ocasiones, sequías, temporales, plagas, guerras, epidemias…, en definitiva, cuando la ciudad se ha visto agobiada por la pesadumbre, se ha acudido a ella buscando su amparo y protección. Sirva, como mejor ejemplo, cuando la llevaron al Hospital de Santiago en 1681, y cuentan que cesó la epidemia de peste. De ahí que desde entonces cuelguen por su pecho las llaves de oro de la ciudad.

Ya sé que hoy en día, como desde siempre, acechan los laicistas, los escépticos, los ateos, los sabios, los escribas y doctores de la ley… Que incluso están en contra y hasta se ríen y burlan de estas cosas. No importa. Cada uno es libre de pensar y opinar como considere. Como también los creyentes somos libre de pensar y vivir conforme a lo que creemos y son nuestras tradiciones. Y lo que creemos es que hay una fe que nos conforta en la esperanza y en al amor; fe en un Dios que se hace hombre en Jesús de Nazaret por medio de una mujer santa llamada María. En Úbeda representada por una imagen humilde y pequeña a la que han acudido, por espacio de casi seis siglos y medio, generación tras generación, los ubetenses sencillos en busca de consuelo, ayuda y salvación.

He aquí el poema de bienvenida:



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