sábado, 12 de junio de 2021

LA TRAIDORA INGRATITUD

La ingratitud es traición a la humanidad, decía James Thomson. Pero ingratitud es también traición a un pueblo. Y muy traicionada está Úbeda. Porque conozco a personas que han dado por ella su vida entera..., y todo han sido silencios y olvidos. Han pasado a la historia como soplo de polvo por el viento. Otros, con nada, con menos, se han erigido en dioses y sus nombres están en letras de oro.

Entre los primeros, no puedo menos que recordar a personas excepcionales, ya todas, no hace mucho, desaparecidas, artistas, empresarios, educadores, médicos… que me vienen así, repentinamente, a la mente y al corazón: Manuel Moreno Méndez,  Ramón Quesada, Marcelo Góngora, Domingo Molina, Memé Alvarado, Antonio Martínez Gallego, Juan Martínez de Úbeda, Antonio Vico, Pedro Nieto, Julio Corzo, Pedro Blanco, Moreno Siles, los hermanos Fuentes, Antero Guardia, Mari Tere Ortiz… Y muchos, muchísimos más…, que junto con otros cientos de miles anónimos de siglos han hecho lo que hoy somos y con tanto orgullo pregonamos: Patrimonio de la Humanidad.

Y aunque no haya nombrado a ningún político, porque estos casi siempre me dejan el alma fría, y no porque sus logros no hayan sido en muchas ocasiones dignos, sino porque en el fondo, la mayoría, no son de fiar, sí voy a nombrar, excepcionalmente, desde el respeto y la admiración, al político socialista Antonio del Moral, fallecido el pasado 26 de mayo. Antonio fue mi vecino y un ejemplo. Socialista verdadero, que vivió pobre y murió pobre. A nadie la negó un pan. Yo he visto llamar indigentes a su puerta y no irse ninguno con las manos vacías. Dio todo desde su labor de concejal y en la Cruz Roja, y fue fiel y coherente, honesto, amable y bueno.

Y supo seguir el consejo de Miguel de Unamuno, aquel que venía a decir: no des a nadie lo que te pida sino lo que necesita…, para terminar diciendo: y soporta luego la ingratitud. Como él la ha soportado, como tantos otros la han soportado en silencio, pero con dolor. Ahora ya descansa en paz. Lo mismo los que mandan o manden, algún día, en desagravio, aprueban elevar un gran monumento que simbolice y aglutine a todos estos personajes grandes y pequeños para situarlo junto al que se va a hacer de los cronistas, con una dedicatoria en letras de plata: A los ilustres de Úbeda no reconocidos y a los anónimos que todo lo dieron por ella.

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