jueves, 21 de octubre de 2021

IGLESIA Y CULTURA

La grabación del videoclip de C. Tangana y Nathy Peluso, perreando, en la catedral de Toledo, ha provocado la dimisión del deán así como el enfado del arcipreste, que ha pedido perdón a los fieles.

 Y una vez más, la sociedad se ha dividido ante los hechos y sus consecuencias. Unos se han sentido ofendidos posicionándose totalmente en contra de que se usen los espacios sagrados de los templos para actos de este tipo. Otros, sin embargo, lo ven con buenos ojos. El mismo deán lo justificó diciendo que: Aunque el vídeo utiliza un lenguaje visual provocador, no afecta a la fe. Añadiendo que es positiva la grabación en cuanto: El lenguaje es propio de la cultura de nuestro tiempo y se ha atendido al bien que pueda producir en los alejados. Y, de este modo, la catedral primada ha procurado mantener un diálogo sincero con las manifestaciones culturales del momento, tratando de responder a lo que hoy nos pide la Iglesia.

 

¿Pero qué es lo que nos pide la Iglesia? ¿Quién lo sabe? Y como nadie lo tiene claro, surgen entonces estas polémicas que incluso llegan a radicalizarse. Y aquí aparecen los renovadores. Los que, creyentes o no, con tal de dárselas de modernos y avanzados, aprueban totalmente este tipo de montajes y cualesquiera otros dentro de los templos. Y aparecen también los puritanos, que se sitúan en contra totalmente de cualquier acto en el interior que no sea otro que el estricto culto religioso. 

 

Yo, ante el hecho, considero que, como suele pasar en tantas ocasiones, lo que sucede es que las ramas no dejan ver el bosque. Porque si presto atención a lo dicho por el deán, así de principio, hasta creo que lleva razón, que el lenguaje es propio de nuestro tiempo y que, concediendo permiso para grabar este tipo de vídeos, no ha pretendido otra cosa que fomentar un diálogo sincero con las manifestaciones culturales de hoy, creyendo además que así se atraía al sendero de la fe a los alejados…; pero después, fríamente, creo que está en un error. 

 

Pienso que el deán se equivoca, en cuanto a los alejados no se les atrae mezclado churras con merinas. Ni con músicas impías. Ni con bailes impúdicos. Ni uniéndose a sus manifestaciones mundanas y carnales. Ni pretendiendo ser guay ante los guays que te detestan. Se convence con ejemplaridad y coherencia. Se convence mostrando tus armas a sus armas, con respeto y bondad. Se convence con seriedad, honradez, dándose a los demás, hablando de Jesús de Nazaret, viviendo su mensaje, amando. 

 

Se convence, no apegándose a la cultura del incrédulo, sino creando y fomentando una cultura propia. Porque he aquí el grave pecado de la Iglesia de hoy, el gran pecado de omisión, el pecado de que, tras ser la pionera y la más vanguardista a lo largo de los siglos, salvando del fuego y la destrucción obras, libros y escritos, creando escuelas y  universidades, hospitales, asilos, comedores, casas de acogida…, así como dando todo tipo de ayuda a los necesitados, fomentando la música, la poesía, la literatura, el teatro, la pintura, la escultura, la imaginería, la danza, la arquitectura…, y levantando obras asombrosas como son las iglesias y catedrales…, se ha venido quedando paralizada, al tiempo que, ante las críticas, basadas en querer juzgar el pasado con los parámetros del presente, haberse mezclado más de lo debido en política, ser más terrenal de lo conveniente y las leyendas negras, se ha sumido en un complejo atroz y sangrante. 

 

Y esta parálisis y este complejo le está haciendo a la Iglesia perder el rumbo desde hace años. Y se ha quedado en un tremendo inmovilismo apoyado en que así lo querrá Dios, ya cambiará esto, es el signo de los tiempos, el Señor proveerá…, mientras se vacían las iglesias y los seminarios y se cierran
conventos, mientras se dejan de recibir y valorar los sacramentos, mientras millones se declaran ateos o agnósticos y mientras cientos de miles de creyentes cada año dicen que han perdido la fe.

 

En definitiva, que ni la Iglesia sabe qué le pasa… Y lo que le pasa es que tiene que acabar con el inmovilismo y los complejos. Ser libre e independiente. Ir a las raíces y marcar con claridad sus líneas básicas. Y, junto a liturgias, cultos y servicios, crear cultura, cultura suya, de fe, de hondura evangélica, de valores, ética, atractiva, literaria, teatral, musical, plástica, limpia… La Iglesia tiene que volcarse sin ambages con sus artistas verdaderos, con sus pintores, escultores, escritores, dramaturgos, poetas, novelistas, cineastas, músicos…, y apoyarlos, animarlos, considerarlos…, abriles caminos, como lo hizo en siglos pasados, con valentía, seguridad y generosidad, sin hipocresía ni envidias, lo que dio lugar a que surgieron en todos los campos grandiosos creadores que nos legaron obras sublimes e inmortales. 

 

Y entonces sí, para que ellos, para que las grandes obras surgidas de la fe y presentadas para sembrar cristianismo, tanto las de entonces como las de ahora, tengan campo, tengan espacios que los gobernantes del presente niegan, ábranse de par en par las puertas de los templos y glorifíquese a Dios desde el ARTE con mayúsculas, con respeto y dignidad, sin obscenidades ni ignominias.  

 

Y entonces, estoy seguro, viendo las grandezas que los artistas cristianos pueden crear, ante la lluvia de obras caídas de sus manos y su talento, es cuando las palabras del deán adquirirán su verdadero sentido: el bien que puede producir en los alejados, y poder mantenerse un diálogo sincero con las demás manifestaciones culturales del momento… Tratando así, ahora sí, en verdad, realmente, de responder a lo que hoy nos pide la Iglesia. 

 

¿Pues a qué espera?

 

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