El árbol del bien y del mal
se ha corrompido en tal manera
que ya no da manzanas,
ni limones, ni peras,
ni fruto alguno que pueda comerse.
Ahora el fruto –mirad– es la ceguera.
Y son las hojas mustias.
Y están las ramas secas.
También el tronco sufre
la adustez de la tristeza.
Y hasta van las raíces podridas
mordiéndose entre ellas.
El árbol del bien y del mal
se ha convertido en árbol sin conciencia.
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