sábado, 7 de mayo de 2022

NOMBRES PARA LAS CALLES DE ÚBEDA

Las cosas son, no pocas veces, más simples de lo que parecen. Todo surge porque un ubetense residente en Alcalá de Henares, Miguel Ángel Santisteban, salta en las redes sociales pidiendo adhesiones para que le sean concedidas sendas calles a Antonio Espadas Salido y Marcelo Góngora Ramos, dados sus muchos méritos profesionales, artísticos y humanos. 

 

Ni que decir tiene que de inmediato presenté mi adhesión a la solicitud. Antonio y Marcelo fueron dos de mis grandes amigos, con los que compartí vivencias únicas y maravillosas, y a los que llevé en el alma hasta el final, compartiendo incluso sus últimas esperanzas y guardando en lo hondo de mi corazón, como María, sus más íntimas confidencias. 

 

No podía, pues, más que alegrarme. Ver que cabía la posibilidad de pasar algún día, antes de que la muerte venga a cerrar mis ojos cosidos a esta carne mortal que me envuelve, por una calle de esta Úbeda de mis sueños y ver que una cartela lleva rotulado el nombre de uno y, en otra calle, otra cartela lleva el nombre del otro, impresos para la Historia, era tan ilusionante como conmovedor. 

No voy a decir de nuevo los muchos y grandes méritos que los avalan. Estás cosas, en verdad, en el fondo, tienen el valor relativo de según se quieran ver, del color, una vez más, de las gafas con que se quieran mirar. Sólo diré que Antonio es modelo de arte y humanidad y Marcelo maestro de creaciones universales. 

 

Y sí, ya sé que hay también otros muchos grandes ubetenses que tampoco han tenido reconocimiento oficial alguno, ni estando vivos, ni estando muertos, mientras que otros, con menos huellas dejadas por los espacios que habitaron, andan con sus nombramientos de honor colgados en sus currículos o sus nombres inscritos en calles porque tuvieron la suerte de estar en el lugar adecuado en el momento justo, o por políticas, o por influencias, o por amiguismos, o por simple canjeo de intereses. 

 

Por cientos pueden contarse en este pueblo nuestro, tan renacentista, leal y noble, los ubetenses dignos de ser considerados y reconocidos, y no lo fueron. Y en todos los ámbitos y estamentos. Infinidad. Pero entre todos ellos, no me lo pueden negar, se hallan, sin duda alguna, Antonio y Marcelo. Una calle, por lo tanto, en su memoria es digno y justo. No porque se haya dejado de hacer justicia con quienes se lo merecieron se puede pagar con más injusticias con quienes se lo merecen y alguien así lo solicita. Lo que hace falta es que Úbeda en pleno, y por ella, en nombre de ella, los que conforman la Corporación Municipal, porque el pueblo así lo ha querido, eligiéndolos, se dejen de estrecheces y aldeanismos, abran el corazón y acepten que Úbeda es una ciudad que imprime carácter a sus gentes, que siembra en su sangre semillas de arte y de belleza, que enamora con locura y hace que el enamorado se esfuerce por agradarla ofreciéndole lo mejor que lleva dentro. En Úbeda surgen artistas por doquier, cientos de talentos, geniales creadores, multitud de hombres y mujeres ejemplares y extraordinarios por todo el mundo que son faros en medio de las noches y la niebla. 

 

Qué le vamos a hacer. Aquí y fuera de aquí raro es el día que no nos impresiona un ubetense por su labor, su arte, su sabiduría, su profesionalidad, su generosidad, sus creaciones… Suerte que tenemos. Sea, pues, su ciudad generosa con ellos. Porque un pueblo es más grande cuantos más hijos suyos aparezcan ocupando en letras de plata las páginas de oro de su Historia. Nada, entonces, de racanerías.

 

¿No será mejor que ciertas calles de Úbeda, en lugar de llamarse Flor, Acacia, Alondra, Jazmín, Olmo, Nogal, Cerezo, Abedul o Ventanas…, lleven el nombre de quienes dieron lo mejor de ellos por su ciudad impregnándola al tiempo de un mayor esplendor? 

 

Ha surgido una propuesta en el pueblo de dar una calle a Antonio Espadas y otra a Marcelo Góngora, dando y exponiendo sus muchos méritos, y cientos de ubetenses y entidades nos hemos adherido. Estamos en democracia y los que nos gobiernan, meros representantes de la voluntad popular, que es la que en verdad manda, han de aceptarlo y aprobarlo. 

 

Y para que se haga mayor justicia, no estaría de más que, ya puestos, se hiciera algo semejante con otros muchos ubetenses que también se lo merecieron y no fueron reconocidos. Y para mayor gloria y satisfacción de todos, tal vez sería bueno, igualmente, que una de las calles céntricas se llamara “De todos los ubetenses”, al fin y al cabo, todos los que lo fueron a lo largo de los siglos y lo son, cada uno en la medida de sus posibilidades, se lo merecen porque entre todos se ha hecho de Úbeda lo que es: una Ciudad que asombra y enamora.

1 comentario:

  1. Muy bien amigo Ramón, se puede decir más alto pero no más claro..., hay tantos ubetenses que merecen tener una calle, sin ir más lejos tú mismo, tienes los méritos para tal acontecimiento..., un abrazo afectuoso amigo.

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