martes, 29 de julio de 2025

CALLES PARA ESPADAS Y MARCELO POR OBRA Y GRACIA DE MIGUEL ÁNGEL SANTISTEBAN

El pasado lunes, 28 de julio, en el palacio Marqués de Mancera, compareció el concejal de Patrimonio Mundial e Innovación del Excmo. Ayuntamiento de Úbeda, don José Miguel Gómez Salas, para anunciar la propuesta de cambio de los espacios hasta ahora asignados a honrar la memoria de los artistas Antonio Espadas Salido y Marcelo Góngora Ramos, tras no ser considerados por una gran mayoría de los ciudadanos como suficientemente dignos. Expresó la propuesta de modificar la nomenclatura urbana de la ciudad pasando a denominarse la ahora calle “Santo Cristo”, “Pintor Antonio Espadas Salido” y la calle “Alta del Salvador”, “Pintor Marcelo Góngora”, ambas relacionadas con sus vidas. Estas modificaciones serán presentadas en el mes de septiembre a la Comisión de Cultura y Patrimonio para su consideración, pasando a continuación al pleno municipal para su votación y aprobación definitiva.

Dicha así la noticia parecería que la cosa ha sido fácil. Sin embargo, para los que hemos seguido los pasos desde el comienzo de la propuesta de homenajear a estos dos ilustres ubetenses poniéndoles sus nombres a algunas de nuestras calles para recuerdo de generaciones posteriores, bien sabemos que ha costado sudor y lágrimas, en cuanto ha sido necesaria una constancia férrea, incansable y llena de arrojo, de otro ubetense valiente hasta el extremo, Miguel Ángel Santisteban, que, haciendo uso de su libertad de expresión en democracia y apoyado en su claro sentido de lo que es participación ciudadana, comprometido con su pueblo, con su lanza de letras y palabras en ristre, no ha cesado de pelear, así, a las claras, de frente, por derecho, sin ambigüedades, contra todos los molinos de viento y gigantes municipales y demás correligionarios que les han salido al paso hasta derrotarlos por completo. 

 

Porque hacer que se cambien los nombres de dos calles míticas de Úbeda, cuales son Santo Cristo y Alta del Salvador, tan antiguas y arraigadas, para ponerles los nombres de dos personalidades recientes, supone una derrota sin apelativos para quienes en un principio creyeron que el quijote “cabezahierro” y muchos sanchopanzas “piesdebarro” firmantes se conformarían y se darían por satisfechos ante el hecho de asignarle a uno de los artistas un parquecito perdido más allá de la frontera y al otro un pequeño espacio en el extremo de una avenida que no es ni espacio. 

 

No pocos desistieron en el envite y tiraron la toalla. Incluso algunos de los más allegados. Pero él no. Miguel Ángel no se vino abajo, no se amilanó, no arrojó la lanza ni el escudo… y ha vencido. Pero en verdad quien ha vencido ha sido la democracia, la grandeza de que un ciudadano, secundado por miles de firmas de otros ciudadanos, es capaz de cambiar el curso de la historia y lograr que se haga justicia. La alcaldesa, como política inteligente que es, ha sido consciente del hecho y ha aprendido rectificando, algo que le honra y la engrandece, porque una vez más se demuestra que rectificar es de sabios. No obstante, démosle un poco de tiempo al tiempo no sea que surjan nuevos inconvenientes no descartables. 

Yo, por lo pronto, me alegro de que mis amigos íntimos, Antonio Espadas y Marcelo Góngora, tengan, por fin, unas calles dignísimas en su pueblo. Me alegro hasta el llanto emocionado, infinitamente. Y doy gracias a Dios por ello. Pero de lo que más me alegro es de que un hombre salido del pueblo llano, que no se casa con nadie, capaz de cantar las cuarenta a quien se presente, amante de la poesía clásica, trovador libre, enamorado del arte y de su pueblo siempre añorado, nos haya dado a todos –manteniéndose firme en este empeño– una lección de coraje y grandeza de corazón.

 

Úbeda, con ubetenses así, no dejará nunca de ser grande.   

lunes, 21 de julio de 2025

UN PREGÓN DE ENTREGA Y AMOR

Durante siglos el mundo ha venerado a la Virgen del Carmen. Desde que en el siglo XIII los carmelitas se vieron obligados a abandonar el monte Carmelo, en Israel, por invasión de los sarracenos, fue ella su protectora y su guía hasta prometerles que los llevaría a buen puerto convirtiéndose en su Stella Maris. 

 
Y esta Virgen, que después, según se cuenta, se apareció al superior general de la orden, san Simón Stock, el 16 de junio de 1251, en Aylesford (Inglaterra), entregándole el escapulario con la promesa de que quien lo vistiera con fe no vería las llamas del infierno, es la luz que alumbra el caminar de infinidad de carmelitas ordenados y seglares dispuestos a llegar ellos también algún día a la playa de la vida eterna.

 

Yo, lo confieso una vez más, no soy muy dado a quedarme en la superficialidad de la infinidad de esculturas de vírgenes que existen, pero sí es cierto que, por motivos personales, vivenciales o por tradición de pueblos, siento una especial atracción por determinadas imágenes, en las que veo la esencia de una creencia popular de siglos que no debe dejar de considerarse. Y, por ejemplo, cada vez que me acerco a la Virgen de Guadalupe, mi Patrona, tan chiquitilla, siento un cariño profundo, como un abrazo dentro de millones de abrazos que se han quedado en ella inalterables por los siglos. En su figura sencilla y sedante, de apenas una cuarta, con su pequeñísimo hijo en su regazo, veo un sol sobre el que ha girado la vida de mis antepasados. A ella han acudido nobles, poderosos, campesinos, artesanos, mendigos, enfermos…, toda la sociedad en general, sin diferencias, orando, pidiendo, agradeciendo…, exaltando los muchos milagros personales y generales recibidos… Y cuando la miro, percibo las miradas de cientos de miles de ubetenses mirándola y aprendo de la importancia de ser uno más en la historia de este pueblo que ahora mira donde ellos miraron y donde mirarán los que nos sucedan en esta hermosa herencia de vivir.  

 

Y siento también una singular emoción cuando se trata de la Virgen del Carmen. Siempre me ha cautivado su figura carmelitana, saberla frente a Santa Teresa de Jesús, o al lado de mi San Juan de la Cruz, tan medio fraile, tan místico, tan descalzo, tan poeta, tan coherente…, todo espiritualidad, y humildad, y sabiduría… Esta advocación es hermosa, Patrona del mar, señora de los marineros, lucero de los navegantes, brújula de los perdidos… 

 

Por ello, cuando un día me ofrecieron ser su pregonero en Úbeda, pese a que ya ando de vuelta de pregones y actos literarios, no lo dudé. Me ilusionó la idea y durante semanas lo estuve trabajando, mezclando prosa y verso. Lo concebí cual una travesía por el mar de la existencia, a bordo de un misterioso barco que la Virgen capitaneaba con magistral sabiduría y misericordia. De principio, mi exposición, como se venía haciendo, iba a darse en al oratorio donde se halla la celda en la que el santico de la reforma descalza voló para dar a la caza alcance, pero, por obras, lo di en el templo mayor denominado San Miguel, recibiendo reiterados aplausos de fieles generosos y llenos de bondad, y a los que desde aquí quiero expresar mi gratitud y respeto, como lo hago también hacia mi hermano del que tuve el honor de ser presentado. 

Y como lo sabía, por experiencia, como estaba convencido de que por unas cosas o por otras, el pregón se disolvería tras unos abrazos de felicitación para quedar en una estela de espumosos segundos, quise, como suelo venir haciendo en los últimos años, dejarlo impreso por si alguna vez a alguien, más allá del sentido de lo atemporal, le llega a sus manos y, de sentir la necesidad, pueda leerlo en la soledad de su retiro, y al finalizarlo rece por mí que ya estaré llegando o, lo más seguro, habré arribado ya al muelle donde los veleros no tienen regreso.

 

Ahora, pocos días después del pregón y de la procesión, a la que fui también invitado, miro la portada de la publicación y recibió una fotografía en blanco y negro, hecha por Pepe Ruiz, que me produce sosiego y quietud. Y en este sentimiento de paz me alegro del esfuerzo realizado, porque si bien, en estos momentos, es como un sorbo de descanso en la responsabilidad, también es, sobre el pretérito inmutable, un remanso de felicidad, porque mientras lo pronunciaba ella bien sabía de mi entrega y yo de su Amor. ¡Algo, por cierto, impagable! 

 

 

miércoles, 2 de julio de 2025

ALIMENTOS POHIBIDOS

Cada día que pasa me da más la impresión de que este mundo está lleno de chiflados. Y de eso se aprovechan los que llegan al poder. Saben que ancha es Castilla y que el pueblo se traga lo que le eches. Todo es cuestión de engañar, y cuando llegue un contratiempo, por muy terrible que sea, meterse en el caparazón de la tortuga y esperar tres días. Y aquí paz y luego gloria.

 

Pero esta chifladura no sola la tenemos en la política, se nos da en todos los ámbitos de la vida. Por ejemplo, en la alimentación. 

 

Porque es que uno se dispone a comer y resulta que se te quitan las ganas. Todo es malo.

 

Porque si pido, por ejemplo, al camarero, unos tacos de jamón… Va y me advierte: Pero ¿qué dice usted? Ni pensarlo. Que el jamón contiene sodio y grasas saturadas, algo malísimo, sobre todo para el corazón, porque eleva la tensión arterial y el colesterol. Fuera, fuera el jamón. Bueno, pues entonces, póngame unas gambas… ¿Cómo? Es que no sabe que el marisco es totalmente perjudicial para la salud, tiene mercurio, plomo y cadmio, tóxicos que producen daños neurológicos, renales y cardiovasculares, aumenta el ácido úrico y te da la gota… Vale, vale, no lo sabía. ¿Y si tomo unas patatas fritas? ¡Qué barbaridad! Las patatas fritas engordan, tiene carbohidratos refinados y desarrollan la diabetes tipo 2… ¿Y unas rodajitas de salchichón o chorizo para la cervecita espumosa y fresquita?… ¿Salchichón? ¿Chorizo? Una aberración. Ya veo que desconoce que, según los últimos estudios, estos embutidos, al ser carne procesada, producen, en el 18% de los casos, cáncer colorrectal, aparte de la gran cantidad de sal, dextrosa y aditivos que contienen. Y en cuanto a la cervecita, todo un peligro, una trampa, y no le ayuda en nada, porque tiene alcohol, como el vino, y éste, como bien se sabe, ni olerlo. Y si hablamos de licores..., ni mirarlos. La cerveza frena la reparación muscular, ralentiza la carga de glucógeno en el hígado, aumenta la diuresis, dificulta el sueño y acarrea cirrosis… y todos, todos lo alimentosos pueden producir tarde o temprano cáncer…

Bueno, bueno, dejo la comida y me voy al postre. ¿Un pastelito? ¿Una onza de chocolate? ¿Un helado? De locura. Enfermará seguro. Mire, los dulces causan caries, engordan, producen celulitis, dan colesterol e hipertensión, presentan gran cantidad de azúcares refinados y tienen infinidad de aditivos químicos… En cuanto al chocolate, si lo come, se le dispararan los triglicéridos, le producirá cefaleas, migrañas, estreñimiento y acné y tiene calorías por un tubo…, por lo que le pondrá como una vaca. Y si son los helados… Tiemble, ni los mire. Los helados no son nada saludables, las grasas saturadas y los azúcares que contienen son alarmantes. La ingesta de más de uno por día es mortal, ya que, según la OMS, un adulto no debe superar la cantidad de 25 gramos diarios de azúcar, y esto ya los tiene dos bolas de helado o un simple polo de hielo… Y nada de refrescos, que son bombas explosivas para el cuerpo. Y nada tampoco de comer pan, ya que, por decir solo una contraindicación, los carbohidratos refinados que lleva son suficientes como para, aparte de dañar el estómago, dejarle en depresión, algo, por cierto, que muy pocos saben.

 

Pues entonces, señor camarero… póngame una hoja de lechuga y un vaso lleno de agua. Creo que es lo mejor y lo más saludable. No crea, que la lechuga, al ser diurética, puede deshidratarle por lo que puede bajarle el potasio y dejarle una extraña sensación de cansancio y fatiga sin razón aparente. Y en cuanto al agua, nada de un vaso lleno, que puede sufrir hiperhidratación, algo tan peligroso que le provocará náuseas y vómitos, confusión y cambios en el estado mental, edema, dificultad respiratoria y cambios en la frecuencia cardiaca…, y todo tan grave que hasta puede llevarle a la muerte… 

 

¿A la muerte? La madre que lo trajo, camarero. Pero si ya, después de escucharlo, estoy más que muerto.