Cada día que pasa me da más la impresión de que este mundo está lleno de chiflados. Y de eso se aprovechan los que llegan al poder. Saben que ancha es Castilla y que el pueblo se traga lo que le eches. Todo es cuestión de engañar, y cuando llegue un contratiempo, por muy terrible que sea, meterse en el caparazón de la tortuga y esperar tres días. Y aquí paz y luego gloria.
Pero esta chifladura no sola la tenemos en la política, se nos da en todos los ámbitos de la vida. Por ejemplo, en la alimentación.
Porque es que uno se dispone a comer y resulta que se te quitan las ganas. Todo es malo.
Porque si pido, por ejemplo, al camarero, unos tacos de jamón… Va y me advierte: Pero ¿qué dice usted? Ni pensarlo. Que el jamón contiene sodio y grasas saturadas, algo malísimo, sobre todo para el corazón, porque eleva la tensión arterial y el colesterol. Fuera, fuera el jamón. Bueno, pues entonces, póngame unas gambas… ¿Cómo? Es que no sabe que el marisco es totalmente perjudicial para la salud, tiene mercurio, plomo y cadmio, tóxicos que producen daños neurológicos, renales y cardiovasculares, aumenta el ácido úrico y te da la gota… Vale, vale, no lo sabía. ¿Y si tomo unas patatas fritas? ¡Qué barbaridad! Las patatas fritas engordan, tiene carbohidratos refinados y desarrollan la diabetes tipo 2… ¿Y unas rodajitas de salchichón o chorizo para la cervecita espumosa y fresquita?… ¿Salchichón? ¿Chorizo? Una aberración. Ya veo que desconoce que, según los últimos estudios, estos embutidos, al ser carne procesada, producen, en el 18% de los casos, cáncer colorrectal, aparte de la gran cantidad de sal, dextrosa y aditivos que contienen. Y en cuanto a la cervecita, todo un peligro, una trampa, y no le ayuda en nada, porque tiene alcohol, como el vino, y éste, como bien se sabe, ni olerlo. Y si hablamos de licores..., ni mirarlos. La cerveza frena la reparación muscular, ralentiza la carga de glucógeno en el hígado, aumenta la diuresis, dificulta el sueño y acarrea cirrosis… y todos, todos lo alimentosos pueden producir tarde o temprano cáncer…
Bueno, bueno, dejo la comida y me voy al postre. ¿Un pastelito? ¿Una onza de chocolate? ¿Un helado? De locura. Enfermará seguro. Mire, los dulces causan caries, engordan, producen celulitis, dan colesterol e hipertensión, presentan gran cantidad de azúcares refinados y tienen infinidad de aditivos químicos… En cuanto al chocolate, si lo come, se le dispararan los triglicéridos, le producirá cefaleas, migrañas, estreñimiento y acné y tiene calorías por un tubo…, por lo que le pondrá como una vaca. Y si son los helados… Tiemble, ni los mire. Los helados no son nada saludables, las grasas saturadas y los azúcares que contienen son alarmantes. La ingesta de más de uno por día es mortal, ya que, según la OMS, un adulto no debe superar la cantidad de 25 gramos diarios de azúcar, y esto ya los tiene dos bolas de helado o un simple polo de hielo… Y nada de refrescos, que son bombas explosivas para el cuerpo. Y nada tampoco de comer pan, ya que, por decir solo una contraindicación, los carbohidratos refinados que lleva son suficientes como para, aparte de dañar el estómago, dejarle en depresión, algo, por cierto, que muy pocos saben.
Pues entonces, señor camarero… póngame una hoja de lechuga y un vaso lleno de agua. Creo que es lo mejor y lo más saludable. No crea, que la lechuga, al ser diurética, puede deshidratarle por lo que puede bajarle el potasio y dejarle una extraña sensación de cansancio y fatiga sin razón aparente. Y en cuanto al agua, nada de un vaso lleno, que puede sufrir hiperhidratación, algo tan peligroso que le provocará náuseas y vómitos, confusión y cambios en el estado mental, edema, dificultad respiratoria y cambios en la frecuencia cardiaca…, y todo tan grave que hasta puede llevarle a la muerte…
¿A la muerte? La madre que lo trajo, camarero. Pero si ya, después de escucharlo, estoy más que muerto.
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