El Arciprestazgo de Úbeda (Úbeda, Sabiote y Torreperogil), cuenta en su libro de historia, desde el pasado 13 de diciembre, con doce nuevos beatos a los que darles culto.
En la catedral de Jaén tuvo lugar la ceremonia presidida por el Cardenal Prefecto para la Causa de los Santos, Marcello Semeraro, en representación del Papa León XIV. Asistieron a la celebración eucarística cerca de veinte obispos, encabezados por el de Jaén, don Sebastián Chico, alrededor de ciento cincuenta sacerdotes de toda la provincia e incluso de diócesis vecinas, autoridades militares y civiles, entre los que se encontraban numerosos alcaldes de diferentes pueblos relacionados con la vida de los mártires y más de dos mil fieles, muchos de ellos familiares de las víctimas beatificadas.
Hubo momentos muy emotivos, en especial cuando se descubrió la obra pictórica de Francisco Galán con perfiles de los beatos, al tiempo que en catorce balcones del interior del templo se desplegaban grandes cartelas en las que se veían fragmentos ampliados del mencionad cuadro, llenando de fervor a todos los asistentes que, con lágrimas en los ojos y mucho amor en el corazón, aplaudieron entusiasmados por largo tiempo.
Muy emotivo fue también cuando subieron al presbiterio la urna con las reliquias de algunos de los mártires beatificados, portada por cuatro sacerdotes y acompañada por familiares con velas encendidas, así como por cuatro hermanas clarisas llevando flores en especial homenaje a la única religiosa beatificada, la madre abadesa sor Isabel María Aranda Sánchez, perteneciente a la orden franciscana.
La Iglesia de la provincia de Jaén cuenta desde este día con ciento veinticuatro beatos más a los que dentro de la diócesis se les puede y debe dar culto. Fueron ciento veintiún hombres y tres mujeres creyentes que sufrieron el golpe mortal del odio ciego. La mayoría sacerdotes, dedicados a sus parroquias y a sus fieles. Los laicos también dieron ejemplo de servicio y entrega. Ellos, como nosotros ahora, fueron personas de su tiempo, con sus problemas, preocupaciones, luchas y desvelos.
Los doce mártires de nuestro Arciprestazgo son:
Juan y Vicente Rubio Sánchez, hermanos, nacidos en Frailes. Sacerdotes. Juan coadjutor de la parroquia de Santa María y Vicente párroco de La Pedriza. Ambos se hallaban juntos en Úbeda cuando los detuvieron el 20 de agosto de 1936 y llevados al cementerio donde fueron asesinados. En el trayecto se confesaron mutuamente. Tenían respectivamente 32 y 34 años.
Ángel López Salazar, nacido en Baeza. Sacerdote. Detenido, fue posteriormente asesinado en el paraje del Cerro del Aire de Úbeda el 3 de diciembre de 1936. Tenía 45 años.
Manuel Blanco Mesa, nacido en Jaén. Sacerdote. Fue asesinado el mismo día, hora y lugar que el anteriormente mencionado, Ángel López Salazar. Tenía 56 años.
José López Pérez, nacido en Sabiote. Sacerdote. Párroco en San Andrés de Baeza, ciudad donde fue detenido y mes y medio más tarde fusilado en la finca “Los Capones” de Ibros, el 3 de septiembre de 1936. Tenía 60 años.
Bernardo Ruiz Cano, nacido en Úbeda. Laico. Director del periódico jiennense “El pueblo católico”. Casado con Alicia Ramírez. Tuvieron una hija nacida el 30 julio de 1936. Entonces decidieron marchar a Carchelejo, con los suegros. Detenido allí lo asesinaron dos meses después, el 24 de septiembre de 1936, en el cruce de Iznalloz con Granada tras verse obligado a cavar su propia sepultura. Tenía 27 años.
José Teba Merino, nacido en Martos. Sacerdote. Párroco de San Isidoro de Úbeda y confesor de las clarisas. El 8 de agosto de 1936 fue detenido en su pueblo natal, donde ahora ejercía su ministerio, y encarcelado hasta la noche del 11 al 12 de enero de 1937 en que fue asesinado en el paraje “El Salado”, cerca de la carretera de Alcaudete. Tenía 47 años.
José Pancorbo Gutiérrez, nacido en Jaén. Sacerdote. Párroco de San Isidoro de Úbeda. Encarcelado en Alcalá la Real, sufrió tormentos y suplicios inhumanos. Fue fusilado y quemado en el arroyo de Las Parras, Castillo de Locubín, junto a otros tres sacerdotes, el 12 de septiembre de 1936. Tenía 50 años.
Cayetano Fernández Hurtado, nacido en Ibros. Sacerdote. Coadjutor de Santa María de Úbeda. Sacado de su domicilio el 25 de agosto de 1936 y llevado ese mismo día al paraje “El Encinarejo”, donde recibió varios disparos en cabeza y pec
ho. De allí lo llevaron al cementerio ubetense. Tenía 39 años.
Juan Villar de Dios, nacido en Úbeda. Sacerdote. Capellán de San Nicolás, de las Hermanitas de los Pobres y de las clarisas de su ciudad natal. Asesinado en el paraje “El Clavijo”, término de Baeza, el 7 de septiembre de 1936. Tenía 56 años.
Ildefonso Vacchiano Vargas, nacido en Úbeda. Su abuelo paterno había nacido en Calabria (Italia). Sacerdote. Estaba hospedado, junto a su madre y hermana, en una casa familiar, en su ciudad natal. Ahí fue detenido y llevado a Andújar. En el kilómetro 10 de la carretera de Sierra Morena lo fusilaron el 31 de julio de 1937, arrojándolo a un barranco. Lo encontró un pastor varios días después. Tenía 41 años.
Diego Rodríguez Carrascosa, nació en Castellar de Santisteban. Sacerdote. Coadjutor en Beas de Segura y capellán de la colegiata de Castellar, lugar donde el 20 de julio de 1936 lo detuvieron y encarcelaron. Fue maltratado. El 6 de noviembre de 1936 lo fusilaron en el cementerio de Torreperogil. Su cadáver presentaba cinco heridas de bala en cabeza y pecho. Tenía 65 años.
Noventa años han pasado desde que estos doce beatos derramaron su sangre perdonando. La Iglesia hoy, sin intención política, los beatifica, junto a los otros ciento doce, al mantenerse firme en la creencia de que ellos, al ser mártires por la fe, viven junto a Dios y pueden interceder por todos nosotros.

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