Las castas políticas hace ya mucho tiempo que se dieron
cuenta de que los ciudadanos son rebaño, tan manejable como una tableta de
plastilina. Por eso, lo mejor, para seguir gozando de los privilegios que dan
los sillones, es hacer todo lo posible para que las ovejas no salgan del redil.
De ahí su lucha por hacernos ineptos, vulgares, incultos... De ahí también esa
mala enseñanza, basada principalmente en deseducar a los padres para que
deseduquen a los hijos. Nada de exigencias, sacrificios, responsabilidades,
valores... Nada de correcciones, castigos o reprimendas... De ahí la constante
televisión basura, con su impresionante hipocresía, sus luces de neón y su mano
de guante blanco dirigiendo el todo vale, todo es normal, todo es bueno... Nada
es verdad ni nada es mentira... De ahí el apoyo, más o menos disfrazado, al
hedonismo, al usar y tirar, la bebida, la droga, el sexo libre... De ahí la
ruptura de las tradiciones, los símbolos, la familia, la facilidad del
divorcio, el aborto... De ahí la aniquilación de la fe, del sentimiento de
trascender, del amor.
De ahí,
igualmente, que a nivel de pueblos promuevan que ocupen los cargos de base los
mediocres más sumisos. Así nunca se sublevarán. Y, como en “El lazarillo”, hasta
les consienten que se las coman de dos en dos, para ellos poder comérselas de
diez en diez. Y de los carguillos andan disfrutando toda una multitud sin
preparación ni formación, imitadores en pequeño de sus mayores, que buscan
rodearse de más mediocres, inútiles ya, para que nadie venga a hacerles
sombra.

Y eso están
haciendo. En tan sólo unos meses hemos retrocedido décadas. Los trabajadores
han vuelto a las plazas, bajo la sombra del reloj, a esperar a que alguien les dé un
trabajo por lo que sea. Los sueldos se han reducido a la miseria. Los impuestos
vuelven a aplastar a la sociedad. Las horas de trabajo han amentado. Las
vacaciones se han recortado cuando no desaparecido. Los despidos están a la
orden del día. Los jóvenes no tienen futuro. La sanidad ha empeorado....
¡Y qué
dócil el rebaño! Apenas nadie se mueve, nadie se levanta. Todo lo más algunos
que pronto son tachados de insolidarios, vagos, antisistema..., al tiempo que son duramente
criticados, calumniados, recriminados... Algunos, unos pocos, que no tragan la gran mentira:
esa de que la crisis sea culpa de todos... Porque de todos no es la culpa. De
todos, no. La culpa es de las castas dirigentes que, en su ambición desmedida, en
sus nuevos reinos de taifas, se le han llevado y se lo siguen llevando
calentito, dejándonos a dos velas y desnudos.