jueves, 22 de octubre de 2015

CONTRA LA IGLESIA CATÓLICA DE NUEVO

Otra vez. Ya estamos otra vez con lo mismo, con atacar a la Iglesia Católica en vísperas de las elecciones. Ya estamos otra vez en el viejo atajo de siempre cuando no se encuentran caminos inteligentes para mejorar la economía, para acabar con la corrupción, para mejorar la justicia, crear empleo, terminar con la pobreza, las mentiras, los enchufes, los amiguismos, los separatismos, los radicalismos…, para hacer un pueblo más libre, culto, fraternal, solidario, más lleno de igualdad, más revestido de valores…

Pues nada, en lugar de exponer cómo lograr superarnos en todas estas facetas de la vida,  arremeten contra la Religión Católica, creyendo que con ello pueden pescar votos de extremistas, y, por contrario, sin consecuencias ni grandes dificultades, puesto que saben que se lucha contra una gran masa de católicos tibios y desinformados fáciles de manejar, así como contra obispos temerosos y acomplejados ante el peso de la Historia de la que sólo se saca a relucir lo negativo, y contra pobres curas que se las ven y se las desean para mantener en pie sus parroquias, sin poder terrenal alguno, sin más fuerza que la que le viene dada de lo alto…, peleando no ya contra los incrédulos, laicistas y demás ateos, sino contra los propios grupos de fieles cercanos que se llaman creyentes pero que no buscan otra cosa en la fe que protagonismo, folclore y beaterías.

Venga, contra la Iglesia Católica, contra el concordato, contra la cruz en la declaración de la renta, contra su enseñanza en las escuelas. Religión Católica ninguna, ni siquiera en los colegios privados… ¡Dios!, qué manera de prohibir, de coartar libertades, de saltarse las leyes, de imponer ideas retrógradas y desfasadas… Qué manera de sembrar enfrentamientos, polémicas absurdas, división, odios y venganzas…

Y qué equivocados, porque no se dan cuenta de que estas pretensiones pueden acarrear el efecto bumerang, puesto que lo que a veces los cristianos necesitan es que se les persiga para, ante las adversidades, despertar y resurgir con mayor fuerza, valentía y convicción. Porque resistir al acoso va en la sangre del seguidor de Jesús de Nazaret y porque incluso el martirio va en los genes de los que creen en Él… Pues nada, ni siquiera se dan cuenta de que, después de todo, hagan lo que hagan y se pongan como se pongan, y por más victorias que logren, jamás nadie podrá acabar con esa necesidad íntima que, se quiera o no, todo hombre lleva dentro del corazón desde que estalló en él la chispa de la inteligencia y pasó de simple animal a ser humano, por lo que si a fuerza de imposibles los gobernantes lograran erradicar todo vestigio de cristianismo en la tierra, no por ello dejaría de surgir otras creencias en el alma. Estamos marcados para la trascendencia.

Ya lo ven. Ya están de nuevo ciertos políticos sacando las uñas contra la Iglesia Católica, y por dos frentes básicos: el de suprimir su enseñanza en todas las escuelas y el de negarle toda ayuda económica del estado. Con el primero, con el que no estoy de acuerdo, ya que no enseñar a un niño la Religión Católica es mutilar parte de su conocimiento y formación, dado que todo nuestro pasado está forjado en el cristianismo y nada entenderíamos de nuestro presente y menos de nuestro futuro sin conocerlo a fondo, ya han ganado mucho terreno, pero no por ello han conseguido que los padres dejen de matricular a sus hijos en dicha asignatura. Con el segundo sí que estoy totalmente de acuerdo: ninguna subvención para los católicos, ninguna, que paguen ellos sus templos, fiestas y liturgias… De acuerdo pese a que de cierto, de mil modos, dan más de lo que reciben, atendiendo en especial a millones de pobres y necesitados. De acuerdo porque desde siempre he estado en contra de todo tipo de subvenciones públicas. De acuerdo: subvenciones prohibidas para todo y para todos. Ni un céntimo para partidos políticos, sindicatos, demás religiones y creencias, empresas, organizaciones, patronatos, academias, gremios, asociaciones, inventores festivaleros... Que ésos, en su mayoría, sin ninguna duda, sí que forman de verdad una vergonzosa e injusta red de parásitos clientelistas bien orondos de tanto mamar de la vaca.  

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