miércoles, 9 de enero de 2019

VANIDAD DE VANIDADES



Un viejo amigo, Roque de la Torre Vegara, a quien la vida no le pagó demasiado bien y perdió un hijo entre la nieve a quien nunca encontraron, venía a mi casa de vez en cuando para hablar de las cosas de la vida.

Era un intelectual y un hombre culto que escribía con elegancia y hondura. Alguna vez lo hizo publicando en la revista IBIUT, que tanta ilusión me creaba en al alma, y en la que también tuve el honor de entrevistarlo.

Más de una vez yo le recriminaba su pereza y que no escribiera con más asiduidad. Pero él, frío y calculador, me respondía que para qué, que todos los artistas y todos los escritores en el fondo creaban sus obras por pura vanidad, pensando que con ellas pasarían a la posteridad, sin concienciarse de que la posteridad es simplemente un tiempo ridículo que no sirve para nada en cuanto el autor ya no está y su obra tan solo es materia degradable y efímera que, tarde o temprano, se esfumará también por completo en la desoladora infinitud del universo.

Y me lo recalcaba añadiendo: los cuadros de Velázquez, de Leonardo, de Van Gogh, la Torre Eiffel, la Estatua de la Libertad, el Empire State Building, El Quijote, La Odisea, Hamlet, la Piedad de Miguel Ángel, la Venus de Milo, el Réquiem de Mozart…, todo esto, por más que busquemos engañarnos, no será más que polvo, olvido, ausencia… Todo no será más que nada (que es a la misma conclusión a la que llegó el poeta José Hierro en su Cuaderno de Nueva York: “Ahora sé que la nada lo era todo”). Agregando Roque que este planeta y este sol y esta galaxia en la que viajamos dejarán de existir algún día… ¿Cuándo? No se sabe. Pero si se sabe a ciencia cierta que todo tendrá un final. ¿De aquí a cien años, a cien millones, a diez mil millones, a cien mil millones…? Qué más da, para el muerto es lo mismo, para el muerto el tiempo es eternidad de vacío, como ya lo era antes de nacer, y todos seremos muertos, y los que queden, si quedan, vayan donde vayan, también tendrán un final, por lo que todo es mera insignificancia.

Y ahora, muchos años después del fallecimiento de mi amigo, unos astrofísicos de la Universidad de Durhman, en Reino Unido, han venido a darle la razón, tras haber publicado que la Gran Nube de Magallanes colisionará, dentro de 2.000 millones de años, con nuestra galaxia, mandando nuestro Sistema Solar fuera de la Vía Lactea, a una zona misteriosa en el espacio profundo… Y de no tener lugar este choque, lo habrá dentro de 8.000 millones con Andrómeda, cuando ya el sol, 3.000 millones antes, haya dejado incluso de existir tras haber engullido y aniquilado por completo a la Tierra.

“Y cuando todo esto ocurra, dime qué quedará de nosotros, de las obras de arte, de los libros, de los monumentos… ¿Qué quedará de lo hecho, de las medallas y los diplomas…? ¿Qué quedará, amigo Ramón?”, insistía mi amigo Roque.

“Vanidad de Vanidades, todo es vanidad”, que dice el Eclesiastés.  



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