sábado, 19 de enero de 2019

GINÉS DE LA JARA TORRES NAVARRETE, OTRO AMIGO QUE NOS DEJA

Otro más. De nuevo la bala llegada de las sombras ha impactado en el corazón de un amigo y lo ha hecho caer contra el suelo para siempre.

Y una vez más que mi corazón ha sentido el dolor de la partida.

Insisto. Tantas ausencias van pesando. Esta soledad en la que avanzo hacia el abismo que se acerca, cansa ya demasiado. 

Ahora ha sido Ginés de la Jara Torres Navarrete, con quien tanto he compartido.

Ginés ha sido un hombre honesto, trabajador incansable, de memoria prodigiosa. Investigador de la Historia que ha dejado su vida entre legajos y silencios sin tiempo. Poco dado a las interpretaciones y a la literatura de los datos. Inteligente y apasionado. Tenaz. Orgulloso de su propio saber. Amable y servicial. Bondadoso y cordial. Autor de infinidad de artículos y de libros, entre los que destacamos la “Breve Historia de la Villa de Sabiote” y la “Historia de la Muy Ilustre Villa de Torreperogil”, de ambas villas  Cronista Oficial; así como la “Historia de Úbeda en sus documentos”. Tres grandes obras, al fin y al cabo, dedicadas a sus tres pueblos más amados. Siendo nombrado en su día “Hijo Predilecto” del primero, e “Hijo Adoptivo” de los dos segundos.

Estuve en junio de 2015 en la presentación de su libro “San Nicolás de Bari y su jurisdicción eclesiástica”. Allí compartí su alegría y su satisfacción. Allí nos dimos un abrazo de respeto y amistad. Y allí nos hicimos la fotografía que aquí presentó. También estuve a su lado, cerca de su alma, cuando estando herido de suma gravedad, inconsciente, próximo a la muerte, le acercamos a la ventana de su alcoba, al pasar por su casa la procesión conmemorativa con motivo del 500 Aniversario de su Aparición, a su Virgen, mi Virgen, nuestra Virgen de la Misericordia. Siendo testigo, pocos días después, de su recuperación más que milagrosa. De igual manera, lo he visitado, tiempo más tarde, en su propio domicilio, siendo recibido con suma amabilidad y obteniendo palabras suyas que siempre guardaré en las alforjas de las esencias inolvidables.

Y ahora ya no está. Ahora ha volado por el viento de la intangible, tras quedarse dormido, el pasado sábado, 12 de enero de 2019, bajo el sol frío del invierno, mientras yo traía del campo a mi hogar un temprano ramo de almendro ya en flor. Y es que la muerte trae vida, y en el caso de Ginés, hombre que jamás escondió su fe cristiana, muy al contrario, se enorgullecía de ello, vida en abundancia. Una vida en el más allá, donde nada más llegar se habrá puesto a dar lecciones al Señor de la Historia documentada de sus pueblos más queridos, rebatiéndole, sin duda, datos, fechas y nombres, y poniéndose de inmediato a estudiar y analizar los documentos guardados en los archivos celestes para hacer, sin prisas pero sin pausas, las genealogías completas de todos los allí presentes… Y es que no puede ser de otra manera. Si la gloria, conforme dicen, es un lugar de eterno gozo, Ginés solo puede ser dichoso si dedica el tiempo de su infinitud a conversar y escudriñar legajos que hablen del pasado para más amar el presente. En este caso, el presente sin final.

Pues eso, querido amigo, que seas feliz.  




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