lunes, 9 de enero de 2023

ID Y EVANGELIZAD

En San Isidoro, en la misa del gallo de las doce de la noche del 24 de diciembre que da entrada al 25, día que conmemoramos el nacimiento del Hijo de Dios, misa especial con la que está acabando la misma Iglesia por comodidad y dejadez, empezando por la presidida por el Papa, poniéndola a las seis, o siete u ocho de la tarde, incluso a las once, como la dada también a esta hora en un templo de Úbeda, me encontré con la revista que publica la Casa de Cultura y Solidaridad, apareciendo en la portada el gran titular que le da nombre: ID Y EVANGELIZAD.

 

No estábamos muchos en tan importante misa, la verdad, pero los que estábamos lo hacíamos convencidos de que lo más importante de esta noche decembrina no es la comida familiar, ni los regalos de Papá Noel, ni los mantecados refinados y bebidas cada vez más exóticas, sino el ir al encuentro de un Niño que nace para traer el mundo el reino de Dios. Y puesto que en eso creo, qué le vamos a hacer, porque soy así de ingenuo e ignorante, queridos ateos, agnósticos, gnósticos y pasotas, sabios y entendidos, al igual que lo hago desde niño, y todos los templos a las doce en punto la daban y todos estaban llenos de fieles que nos felicitábamos las Pascuas con alegría y gozo, lo seguiré haciendo mientras viva y tenga salud suficiente, siempre que haya, claro está, un lugar donde se oficie la misa del gallo y no me halle con todas las puertas cerradas. 

Digo que me encontré la revista de la Casa de Cultura y Solidaridad donde desde la portada se nos invita con letras supergrandes a ir a evangelizar. Y, dentro del gozo de la Nochebuena, me sentí triste. Miré alrededor y estábamos pocos, ya lo he dicho, y me imaginé a miles, cientos de miles de miembros de la jerarquía y a millones de fieles en sus casas, tranquilos, frente al televisor, saboreando las viandas festivas… Y vi una Iglesia que se derrumba, pese a que acudan miles de personas al entierro de Benedicto XVI, a quien, dicho sea de paso, no pocos laicos, religiosos, sacerdotes, obispos y cardenales pusieron verde cuando renunció a seguir dirigiendo el timón de la barca de Pedro, diciendo todos ellos algo así como que un Papa no se baja jamás de la cruz. Y ahora, seguro que alguno de aquellos estaría portando esa pancarta inmensa desplegada en la plaza del Vaticano en la que se podía leer: SANTO SÚBITO. Ver para creer.

 

Así que id y evangelizad. Palabras. La mayoría de los cardenales y obispos no evangelizan, sobre todo los que andan en el mundo rico, bastante tienen con la burocracia del cargo, los nombramientos, los compromisos, las liturgias, las cuentas, la representación…, ni tampoco en el fondo la mayoría de los sacerdotes, cada uno atendiendo a la parroquia como buenamente puede, cansados de obras y de arreglos, de problemas, de reuniones, de frialdades, de incomprensiones, de falsos cristianos, de feligreses complicados, de escribas y fariseos. 

 

Y me vino a la mente aquellos que han querido ir a evangelizar y no han encontrado apoyo alguno de la Iglesia. Puertas cerradas, como las de infinidad de templos a las cero horas del día de Navidad. Y a los que han querido evangelizar desde el arte, la cultura, o la literatura, escribiendo, por ejemplo, textos, comentarios, artículos, libros… predicando la figura de Jesús de Nazaret, y que por más que los han mostrado y ofrecido, incluso como regalo, porque los que recibisteis de gracia dadlo de gracia, ni caso les han hecho, ni siquiera una palabra de ánimo, un compartir, un me gusta, un golpe en el hombro para no dejarlos hundidos en medio del desierto. Y me vino a la mente también Maranatha, toda una obra evangelizadora, gratuita por muchos años, y Natividad y Resurrexit, así como otras…, y que por más éxito que tuvieron y por más teatros que llenaban, fuera de algún sacerdote a modo particular que animaba a sus feligreses a asistir y algún obispo acudiendo a título personal, solo silencios, indiferencias y zancadillas.  

 

Y a tanto hemos llegado en la no evangelización que amparados en la coartada de la memoria histórica estamos dejando que se tiren cruces en todos los pueblos, cruces que simbolizan el amor infinito de Dios que murió en ella para salvarnos. Es que son cruces franquistas, nos dicen los verdaderos nazis de nuestra democracia, porque debajo de ella se puso: “Caídos por Dios y por España.” Pero eso es falso, la cruz lleva existiendo desde hace dos mil años, y si esa cartela fue puesta por franquistas, pues se quita y se pone otra cartela que diga por la unidad, por la vida o por la madre que nos trajo…, pero que la cruz no caiga contra el suelo, como no debe caer ningún símbolo que represente la paz, el amor, la concordia… o cualquier valor que nos haga mejores. Porque si cae, cae nuestra historia, nuestros valores, nuestra identidad, nuestra convivencia, nuestro respeto, nuestra cultura, nuestra esperanza… 

 

Y los cristianos callamos. Y callan los sacerdotes y los obispos y los cardenales… No queremos problemas, no queremos enfrentamientos, no queremos nos llamen fascistas, retrógrados, beatos, fachas, reaccionarios, franquistas… Pues señores religiosos y no religiosos apegados a la pila del agua bendita, si desistimos de defender la cruz, díganme entonces cómo vamos a ir y evangelizar. ¿Llevando, también con miedo, mariposas y tarritos de miel? Pues, eso. 

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