viernes, 25 de septiembre de 2015

EL OTOÑO INDEPENDENTISTA

Siempre llega el otoño. Siempre hay un final del verano. En la naturaleza y también en el hombre. Un otoño que trae caída de hojas, lluvia, frío, silencio, calles solitarias, muerte. Un otoño que no llega por sorpresa, que se ve venir, que llama a la puerta, que anuncia su llegada.

Y en España hay ya un otoño que da miedo. Una estación que trae pena, desasosiego, rabia, locura, división, llagas… En España el otoño nos ha traído una disgregación que tardará mucho en cicatrizar. Cataluña quiere independizarse, mejor dicho, muchos catalanes quieren separarse del resto de los españoles. Y lo han trabajado. Nadie puede rasgarse las vestiduras. Desde que llegó la democracia los jefes de la tribu trazaron el plan perverso. Sacar el castellano totalmente de las escuelas, desobedecer las leyes que no gustaban ni interesaban, incendiar los corazones con propaganda populista, tergiversar la Historia, decir que los demás, perezosos y vagos, les robamos, lanzar insultos, desprestigiar a los de fuera de sus límites, hacerse odiosos para quejarse de que son odiados, y no cesar de hacerse víctimas incomprendidas, oprimidas, asediadas y no respetadas, y, sobre todo, desprestigiando la misma democracia porque no les deja decidir su derecho a decidir, separarse, ser libres.

El otoño se veía venir y sin embargo, mientras era verano, nadie hacía nada. Los gobiernos de todos los colores con tal de que les dejaran tranquilos daban cuanto se les pedía, incluso hacían pactos y regaban con el grifo de los euros lo que no está escrito, y cuando alguna nube amenazaba miedo, metían la cabeza debajo del ala y a esperar que el aguacero pasara.

Y ahora… Y ahora, ¿qué? Ya los menores de treinta años han crecido en el más profundo nacionalismo, aman su bandera, su folclore, su diada, su pan tumaca, su “més que un club”… mientras odian todo lo español, que es para ellos lo extranjero que los oprime. Y así, aunque les digas que con la separación serán más pobres, habrá corralitos, serán expulsados de la UE, no podrán cobrar las pensiones…, se ríen, porque es a lo que están acostumbrados, a reírse, a que después de hacer lo que han querido, mantener a los jueces doblegados, incluso robar a manos llenas y estar hasta las cejas de corrupción, no ha pasado nunca nada, sino todo lo contrario, más favores y prebendas han recibido y más miradas para otro sitio. 

Ellos saben muy bien lo que quieren. Y lo que quieren es seguir como estamos pero sin estar, es decir las chocotajás. Servirse de España pero sin ser de España. Seguir vendiéndonos sus productos, fronteras abiertas para seguir yendo a cualquier lugar para disfrutar de los paisajes y tomar parte de las tertulias, prensa y espacios de aquí, seguir en la liga para continuar cobrando el dineral que genera las televisiones, recibir ayuda del ejército de la bandera rojigualda cuando les sea conveniente, andar en la Unión Europea porque ya lo venían siendo y no cesar de recibir dinero del estado español por los siglos de los siglos porque se inventarán una deuda histórica tan tremenda que ni te cuento… Es decir que los separatistas tendrán todas las grandezas de ser una nación independiente con sus embajadas, sus selecciones deportivas, sus leyes y demás privilegios y al mismo tiempo seguir mamando de la vaca que cría los vecinos.

¿Qué esto no será posible? ¿Por qué no? ¿Acaso vamos a oponernos a que formen parte de la UE y más cuando los demás países no pondrán demasiados inconvenientes? ¿No vamos a dejar entrar en los mercados sus productos? ¿Los vamos a echar de las ligas deportivas? ¿No los socorreremos si por alguna casualidad lo necesitan? ¿Dejaremos de mandar los aviones contraincendios si se les queman los bosques? ¿Vamos a dar lugar a que los ancianos no cobren la pensión…? Qué falta de corazón, qué vengativos, qué chantajistas, qué crueles, qué poco comprensivos, qué faltos de tolerancia, qué indignos… y más cuando ahí dentro hay hermanos, amigos, familiares, incluso no pocos que siguen sintiéndose españoles… Aunque solo sea por éstos, ¿les vamos a negar el pan y la sal? Y vendrán muchos del resto de la España que quede que, vestidos de buenismo, se pondrán del lado de los separados y obligarán al gobierno, aun en contra de otros, a que haga lo propio. A ver, si al fin y al cabo son eso, nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros hermanos… Venga, un poco de conciencia.

Yo no sé cuándo, en verdad, Cataluña declarará la independencia. Lo que sí sé es que todo esto está trayendo y traerá división, odios, rupturas, heridas, lágrimas…, tanto dentro como fuera de Cataluña…  Y lo peor es que ya es demasiado tarde para impedirlo. Y es que nunca, en realidad, se hizo nada para evitarlo.

El otoño ha llegado. Y se sabía. Lo malo es que este otoño será largo, tan largo que tardará en llegar la primavera.

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