lunes, 8 de abril de 2019

EL ESPÍRITU SANTO DIRÁ


Las críticas al Papa Francisco son terroríficas. No pocos lo catalogan de hereje, masón, malvado, apóstata, antipapa, demonio…, y más en España después de conceder una entrevista personal a un periodista de la Sexta, republicano, agnóstico y azote del catolicismo, llegando algunos incluso a decir que no fue debidamente elegido y concluyendo otros que el Espíritu Santo se equivocó en el cónclave.

Pero el Espíritu Santo nunca se equivoca, incluso en los peores tiempos, cuando han salido elegidos Papas corruptos, sinvergüenzas, degenerados y fornicadores, no se equivocó, tenía que ser así, pues gracias a ellos la Iglesia se vio forzada a reformarse y dar al mundo grandes pensadores, místicos, artistas, poetas y santos.

Lo mismo viene sucediendo en nuestro presente histórico. Los últimos Papas han sido bien elegidos. Juan XXIII: bueno, alegre, querido y capaz de convocar un concilio, santo. Pablo VI: dialogante, sembrador de paz y justicia, viajero, santo. Juan Pablo I: sencillo, cercano y amable, muerto a los pocos días de ostentar el pontificado para que no olvidemos lo poco que somos. Juan Pablo II: luchador, anticomunista, carismático, viajero, sacrificado, santo también. Benedicto XVI: teólogo, intelectual, continuista, contemplativo, capaz de dimitir para dar a entender al mundo la debilidad humana ante las cargas y la edad. Papas, como vemos, cada uno distinto, diferente, pero que suman en lugar de restar.

Y ahora, Francisco. Llegado para mover cimientos. Para dar un grito que estremezca conciencias. Anticapitalista con la vista puesta en los evangelios. Dado a los pobres, los migrantes, los perseguidos… Capaz de abrir puertas a la mujer diciendo que sin ella la Iglesia no puede ser Iglesia, y menos siendo ésta femenina. Comprensivo y condescendiente con los homosexuales, exponiendo que una vez que la actitud homosexual está fijada, ese hombre y esa mujer tienen derecho a una familia, y ese papá y esa mamá tienen derecho a un hijo, venga como venga. Contrario a los muros. Constructor de puentes con el Islam. Que odia los chismorreos. Que acepta que tiene enemigos. Que no sabe cómo expulsar a los mercaderes hipócritas del Vaticano. Viajero con preferencia a comunidades pobres, minoritarias y perseguidas. Dado a sonreír a dictadores de izquierdas y poner cara larga a presidentes de derechas. Capaz de renunciar a los boatos, zapatos rojos, sillones majestuosos…, y a quien ni siquiera le gusta que le besen el anillo expresándolo hasta con gestos descorteses. Dicharachero, metepatas, demagogo, poco intelectual, listo, limpiador de alfombras, pastor con olor a oveja por los suburbios, perseguidor de pederastas, futbolero… Y si no rompe con más columnas eclesiales es porque no lo dejan.

Un Papa que ha llegada por algo y para algo. Un Papa venido a una Iglesia que está encerrada en sus propias contradicciones, no pocas veces contrarias al Evangelio, en crisis, atrapada en la telaraña del pasado, aturdida ante los tiempos presentes, manchada, dividida, acomodada, envejecida, triste, materialista, enfrentada, vulgarizada, farisaica, de manga ancha para infames comportamientos y estrecha con nimiedades…, sin rumbo. Donde la cizaña, presente en todas las épocas, sigue ensombreciendo el trigo.

Una iglesia acomplejada, que ha de dar al césar lo que es del césar. Una iglesia que no debe buscar la cantidad sino la calidad, no olvidando que muchos son los llamados y pocos los escogidos. Que ha de exponer su opinión valiente y actuar, sobre todo actuar desde el ejemplo, siendo coherentes sus presbíteros, religiosos y fieles en cuanto a lo que se dice con lo que se hace… Y dejar que el no creyente gire en el mundo que gira libremente sin poderse detener.

Y menos beaterías, cumplimientos y carguillos dados a incongruentes, menos jerarquización arrogante, menos actividades banales y de fachada, menos política, menos funcionariado… y más Biblia. Y si hay alguna contradicción entre los Evangelios y las cartas apostólicas, o entre estos y la tradición de la Iglesia…, primero es Dios que los hombres.         

El Espíritu Santo no se ha equivocado dando el papado a Francisco. Todo lo contrario, nos ha dado este Papa para que las aguas de la piscina de Bethesda se remuevan, y al paralítico que lleva allí infinidad de años sin poder bañarse, Cristo pueda darle un empujón para que caiga y se cure.

Ahora mismo estamos todos confusos y aturdidos, y más con este extraño y controvertido Papa que busca el lío y es con diferencia mucho más criticado y despreciado que todos sus antecesores. Por el momento, hasta parece que es un sembrador de sombras, pero con la perspectiva del tiempo lo mismo lucen nuevos soles y hasta lo declaran santo.

El Espíritu Santo dirá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario