Ya sobra todo, amigo José Luis.
Ya Úbeda te llora amargamente
haciéndose la tierra que te acoge
para brotar tu siembra persistente.
Ya nada sirve, amigo, para nada.
Ya solo queda un ramo de laureles
en el alma de cuantos te queremos
y una quietud de sol de amaneceres.
Ya solo queda Dios en el silencio
para darte lo mucho que mereces
y tanto en esta vida pretendiste:
ese lugar de sueños diferentes,
el reino donde Mari anda en la espera
de abrazarte por fin eternamente.
Porque esta es la esperanza de la fe.
Porque esta es la grandeza de quien muere
creyendo que al final la muerte es vida
y la vida una fiesta y un banquete.
Disfrútala sin tiempo, este es el premio
de haber sido cristiano consecuente.
Nos vemos pronto al filo de maitines.
Buen viaje, amigo bueno.
Y hasta siempre.
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