Una prueba más, en definitiva, de la singular idiosincrasia de este pueblo que con demasiada frecuencia confunde amor a lo nuestro con realidad crítica. Y de paso, como en este tema, en un argumento de peso para que el que lo dice quede en entredicho.
No obstante, durante años, yo me he atrevido, no sin costo, a expresar algunos de estos enjuiciamientos. Como también es cierto que me ha adherido y solicitado reconocimientos oficiales para algunos personajes que en los diversos campos, tantos sociales como culturales, según mi opinión, se habían hecho acreedores en nuestra ciudad a ellos por sus muchos méritos.
Y todo ello a sabiendas de que a pesar de ser una enorme satisfacción, algo extraordinario en la vida de cualquier persona, una honra y un orgullo, viene a ser también, en cierto modo, una realidad parcial con dosis de partidismo, y hasta puede que algo poco transcendente, aparte de un regalo accesorio.
Realidad parcial debido a que siempre se acabará formando parte de un cuadro incompleto, desnivelado, porque si bien se lo merecen todos los que están, no están todos los que son. Y todos los que son constituyen un grandioso número en el tiempo, porque si algo tiene Úbeda es que, por todos los siglos, desde su especial carisma, inyecta a raudales en la sangre la magia del ingenio, la sabiduría, el arte, la creatividad y la belleza, por lo que hay infinidad de hombres y mujeres que, en mayor o menor escala, a lo largo de la historia, dando lo más sublime de ellos, la han ilustrado y engrandecido hasta el punto de ser dignos de tenerse en cuenta.
Dosis de partidismo, en cuanto estos reconocimientos son concedidos por los gobernantes, y éstos, ya se sabe, no solo se dejan llevar por la equidad sino también por la política, las presiones, los intereses y las afinidades.
Incluso algo poco transcendente si estas distinciones se quedan en meros cumplimientos, en puro trámite sin apoyo. Puede, en todo caso, que sirvan para motivar, animar, incentivar…, pero a la postre, a la larga, si no hay un compromiso explícito que evite el olvido de las obras, y su promoción y desarrollo, todo se queda en vanidad de vanidades.
Y accesorio. Porque por más altos que sean las distinciones y los títulos concedidos a nivel de Úbeda, el más importante es el que ya se tiene por nacer, por vivir, por sentirse de ella.
Que ser ubetense es el primero y más grande de los honores.