lunes, 23 de diciembre de 2019

DÍPTICO PARA ESTA NAVIDAD






                                                                   I
                                        El sueño ha sido largo y me despierta
                                        el frío de una luz sobre la aurora.
                                        Hay ruido entre los humos. Alguien llora
                                        en mi llanto, y me llueve y desconcierta.

                                        Crezco sobre la ruina y la reyerta
                                        de unos contra otros. Cegadora
                                        y sin alma esta lucha transgresora
                                        que sabe a esclavitud sangrante y muerta.

                                        Busco entonces salir de mi yo mismo,
                                        abrazar un sentir de corazones,
                                        hacerme verso azul que al viento vibre.  

                                        Busco romper cadenas de egoísmo,
                                        de triste soledad y de ambiciones…
                                        Busco ser Navidad viéndome libre.


                                         II
                                        Ya sé qué es Navidad. Su luz y aroma.
                                        Conozco que conozco sus destellos,
                                        el blanco singular de sus cabellos,
                                        sus misterios que llegan por la loma

                                        donde inocente el gozo siempre asoma                   
                                        cabalgando al tropel de los camellos.
                                        Ya sé qué es Navidad. Son sueños bellos
                                        que no podrá borrar ninguna goma.

                                        Navidad es vivir, es consentir
                                        que la vida se acune en tu regazo
                                        y te consagre al beso de su calma. 

                                        Navidad es amar y compartir,
                                        hacer que yo sea tú, y tú mi abrazo.
                                        Navidad es nacer Dios en el alma. 


                            CON MI DESEO DE FELICIDAD PARA TODOS.
                                                         GRACIAS.


sábado, 7 de diciembre de 2019

HACIA LA NAVIDAD


                        

                      ¿En dónde Navidad? ¿Cuál el camino
                      que me lleve directo hacia esa cumbre?
                      ¿En qué lugar la hoguera hecha destino                   
                      que tiene que abrasarme con su lumbre?

¿En dónde Navidad?, pregunto al cielo.
Y me muestra una niebla sobre el barro.
Y alentado en mi propio desconsuelo
me adentro en su espesor, hundo mi carro.

Y encuentro aquí la pena y el dolor.
Gusanos que devoran las entrañas
vestidos de progreso y desamor,
tejiendo por la sangre telarañas.

Aquí todo es confuso, sombra oscura.
Y hay aullidos que rajan y enmudecen.
Y manos que se lavan en basura.
Y lluvias de monedas que enloquecen.

Mas nada de parar. Sigo adelante.
En medio de este fango ha de surgir
alguna luna llena, un sol radiante
que dé sentido al hecho de existir.

Y escucho que una vela es luz del mundo
y un Verbo se hace carne al conjugar.
Y dentro del misterio, en lo profundo,
hay un niño que solo viene a dar.

Un pequeño que anuncia un ángel puro
y concibe una sierva del Señor…
Y nace en un establo sin futuro
trayendo amor y amor… y solo amor.

Y me animo en mi empeño de seguir.
Y siento que supero encrucijadas.
Que algo dentro me ayuda a resistir
aun sabiendo vendrán cruces pesadas.

Hay que seguir –me digo–, sin descanso,
desde este oficio enorme de vivir,
dándole a cada río su remanso,
aprendido a mirar, soñar, morir. 

Hay que seguir…, mirar alto, más alto,
hasta alcanzar por fin la claridad:
esa forma de ser, el sobresalto
de saber que encontré la Navidad.




viernes, 22 de noviembre de 2019

EL MAYOR ESCÁNDALO DE CORRUPCIÓN


Uno tiene que tomarse en broma lo que muchos dicen acerca de los EREs. En especial los comentarios de ciertos tiralevitas que, por pagos y favores prestados, o bien para alcanzar privilegios, cargos, reconocimientos, subvenciones o mejores puestos en las próximas listas electorales o porque simplemente están orgullosos de ser socialistas desde el vientre de su madre, hacen al respecto.

Y lo hacen de tal manera que dan vergüenza ajena. Retorciendo las premisas de los silogismos para crear una verdad que no hay por dónde cogerla. Porque no hay por dónde coger lo que ha pasado en Andalucía. No lo hay porque esto ha sido algo más que un robo descarado, una atrocidad que nos ha costado, por lo pronto, según sentencia, a todos los españoles y en particular a los andaluces 680 millones de euros y donde tenemos a más de quinientos imputados y cerca de doscientos juicios pendientes todavía al respecto, aparte los que ya han prescrito por manejos y dilaciones de una juez que hasta está denunciada por la fiscalía, impulsores durante diez años como mínimo de una terrible trama operativa, de dopaje político, de caciquismo barriobajero, de redes clientelares para cobrarlos en votos, de llevarse muchos de ellos a sus cuentas particulares el dinero de los parados y más pobres, y ver además que les sobraba, tanto que algunos hasta han llegado a gastarlo en drogas y putas, cuando no en asar vacas.

No. Uno, por muy de izquierdas que sea, no pude justificar este horror. No vale con eso de que los demás son también corruptos. Ya lo sabemos. Otros indignos sinvergüenzas. De acuerdo. Ni vale tampoco buscar otras excusas basadas en el tiempo y en el espacio… Ni esconderse bajo los paraguas y los chubasqueros de medios afines y dejar correr algunos días hasta que la tormenta amaine. Ni decir que hay que callar hasta que el supremo y luego Estrasburgo y más tarde el tribunal de los tribunales, es decir hasta que todos estemos cadáveres, den su veredicto. Que no. Que cuando a uno lo pillan con el carrito del helado solo vale aceptar el error, pedir perdón, cargar con la cruz que le venga impuesta en justicia y asumir responsabilidades. Y los que lo estamos viendo desde la barrera, silbarles con desprecio y exigirles que devuelvan hasta el último céntimo. Y cuando vengan por la ciudad, no ir como hace años corriendo a llevarles sumisos las tapas y las cervezas ante la arrogancia de los personajes, sino ponerse del lado de la luz y exigirles moral, dignidad y coherencia.

Yo estoy deseando encontrarme un político que cuando él cometa un acto de corrupción probada, no calumnias, y ratificada por los jueces, no se ponga ninguna venda, sino que lo acepte y lo reconozca ante los demás con decencia, humildad y responsabilidad. Y si son los suyos los que lo han hecho, salga, al menos, reprochándoselo y aceptándolo también y reconociéndolo sin excusas. 

Lo que no puede ser es la doble, triple y quíntuple vara de medir. Lo que no puede ser es la hipocresía y el cinismo hasta el extremo, lo que no se puede permitir es que lo de Andalucía sea para el PSOE algo del pasado sin mucha importancia, cosas que pasan. Para Podemos un desliz culpa de bipartidismo y, por supuesto, de la derecha rancia, pero que no obstante les ayudará para tener más fuerza en el pacto de estado y tocar más poder, lo único que en realidad les importa. Y para los golpistas, separatistas, proetarras  y demás “amantes” de nuestra España un motivo más para, bajo cuerda, arengar a los suyos a mantenerse firmes en sus objetivos aniquiladores mientras hacen como que miran, con sorna y regodeo, hacia otro lado para sacar más tajada.

Que no. Que esto no es ser progresista ni es progresismo. Que no, que no les deis más vueltas, que lo de los EREs andaluces es el mayor escándalo de corrupción con dinero público que se ha dado en la historia de España y de la Unión Europea.

Que sí.        

sábado, 2 de noviembre de 2019

EL CAMPO DE BATALLA DE LA VIDA


La vida es un campo de batalla. La extensión del tiempo es una zona entre dos trincheras desiguales. Nada más nacer llegas desarmado a la que te corresponde y estás obligado a avanzar. En frente te asignan a un francotirador que, apostado en su parapeto, buscará por todos los medios acabar contigo, de manera persistente, sin parar hasta lograrlo. Cuanto más lejos estás y más medios pones por delante, menos posibilidades hay de que lo consiga. De vez en cuando dispara, pero hay muchas probabilidades de que la bala no llegue, o pase de largo, o solamente te hiera. A medida que avanzas, el peligro es mayor. Y cuando estás muy cerca de su línea, entonces es ya muy fácil apuntarte al corazón y no fallar.
                                
Los francotiradores, espectros casi inmortales, programados, viven de matar. Son seres oscuros, invisibles, sin conciencia, inmisericordes, persistentes, obstinados.

Son defensores a ultranza de un enigmático territorio de sombras. De vez en cuanto, los que están en la misma zona, deciden ponerse de acuerdo a la hora de disparar, y si lo llevan a cabo con insistencia se habla de grandes tragedias y accidentes colectivos.

Los de esta parte vamos bordeando parajes, escondiéndonos entre rocas, arrastrándonos por el suelo, nadando por ríos, resguardándonos entre árboles… Hasta que la bala nos alcanza. Entonces, el final puede ser inminente o, de ser heridos, entrar en un periodo de convalecencia de la que se puede o no salir. Y de salir, seremos irremediablemente dianas de nuevos disparados. Y así hasta que llegue el impacto certero y definitivo que te convierta en polvo. No hay escapatoria.

Durante el recorrido de avance, intentamos no pensar en la amenaza, trabajar para poder subsistir, distraernos, divertirnos, entretenernos, relacionarnos y mal relacionarnos, ir tirando… Y aunque sabemos que allí enfrente tenemos a nuestro impasible e incansable francotirador con el rifle cargado, buscamos olvidarlo, pensando en el fondo que fallará, o andará dormido por largo rato, o que soy tan listo que puedo driblando con agilidad haciendo difícil que me abata… Hay quienes incluso creen que tras caer contra el suelo atravesado por el proyectil, si tu avance ha sido honesto, dado al amor y la ayuda, y con fe en un Dios, podrás atravesar la ciudad de la oscuridad de los tenebrosos francotiradores y llegar a un reino de la luz infinita y eterna.

¡Quién sabe! Lo único cierto es que morimos mientras avanzamos. Que vemos con absoluta claridad que quienes iban por delante, o a nuestro lado, e incluso por detrás, van cayendo, desapareciendo, deshaciéndose, dejándonos… Y que nada podemos hacer por evitar que nuestro asesino, tarde o temprano, se salga con la suya. No hay manera. Él es tan imperturbable, duro y frío que no se deja sobornar, ni engañar, ni doblegar. Ni siquiera conoce el olvido. Te la tiene sentenciada desde el mismo momento de ser y no parará hasta salirse con la suya.

Yo conozco al mío. A medida que me voy acercando a él, sin verlo, veo que anda dejando escapar una mueca de jactancia por ese extraño rostro suyo medio tapado por el fusil que fijamente me apunta con el dedo puesto en el gatillo.  

Y desde aquí, antes de caer, quiero que sepa que lo perdono dentro de la pena que me da. Al fin y el cabo, además de tener un aspecto horroroso, no es un ser libre, por lo que bastante desgracia tiene ya. ¡Bah!


miércoles, 23 de octubre de 2019

CEGUERA INDEPENDENTISTA

Se puede ser independentista catalán, como yo, andaluz, ser seguidor del Barça desde niño. Es cosa de sentimientos.

Lo que no se puede ser es un independentista o un seguidor fanático ciego que se niega a ver la realidad.

Y la ceguera es precisamente la enfermedad contagiosa que ha contaminado a media Cataluña, incluido al Fútbol Club Barcelona.

Los independentistas están ciegos porque no quieren ver la luz que da la razón. Están tan adoctrinados desde que nacen y sobre todo en las escuelas que ya no son dueños de ellos mismos. De ahí esa inmensa jauría de jóvenes violentos incendiando ciudades y destruyendo todo lo que pillan a su paso.

Están ciegos en cuanto se apoyan en ideas falsas. “Votar no es delito”, “Libertad presos políticos”, “Libertad de expresión”, “Cataluña no es España”…, dicen. Y todo falso de absoluta falsedad. Votar es delito cuando poner urnas para hacerlo va contra las leyes que nos rigen y más aún cuando encima son advertidos de la gran irregularidad por los altos tribunales del Estado. No puede, por ejemplo, el equipo del Barça, en medio de un partido, querer votar, y solo entre la mitad de ellos, contra la voluntad de los árbitros, dirigentes, jugadores contrarios y el resto de futbolista de su propio equipo, que darle al balón con la mano en el área no es penalti porque su defensa central lo ha hecho en una jugada anterior. Tampoco dejan votar en mi pueblo para aprobar echar de él a los gitanos, los negros y los inmigrantes. En democracia hay normas fundamentales que nadie puede saltarse a la torera. Y si hay quienes quieren ser independentistas y separarse del resto tienen que luchar de manera pacífica buscando cambiar las leyes hasta que estas permitan hacerlo.

Partiendo de esto, todo lo demás es obvia consecuencia. Si lo hacen es delito. Y los dirigentes que lo promuevan han de ser juzgados. Y cuando lo son, estamos todos también, así se esté o no de acuerdo, obligados a aceptar las sentencias. Así que los independentistas condenados por el Supremo no son presos políticos, sino políticos presos que han delinquido. En cuanto a la “libertad de expresión” que exigen, otra reivindicación falaz, pues en pocos lugares del mundo la tienen como en Cataluña, hasta el punto de que a los del pensamiento único se les permite decir y decir (y actuar) pese a hacer con ello daño, al tiempo que buscan cercenar las libertades de los otros impidiéndoles no solo que se expresen sino discriminándolos e ignorándolos. Y eso de que Cataluña no es España, otra falacia. Nunca este territorio fue independiente, ni reino, ni colonia… Y si alguien dice que lo fue es tergiversando la Historia.

Y para colmo, los más ciegos son los ciegos que los gobiernan, ciegos guiando a ciegos, por lo que el final solo puede ser caer todos envueltos en las esteladas por el hoyo de las sombras. Incluido el F. C. Barcelona, declaradamente ya politizado independentista, nido de ciegos, tan ciegos que muerden las manos que les dan de comer, las manos de esos millones de seguidores que tiene por el mundo y que llegará a perder del todo cuando se convierta en una entidad vulgar y no esté Messi. Por lo pronto, con gran pesar y tras muchos esfuerzos y dificultades, infinidad de españoles han dejado ya de sentirse seguidores blaugranas. Yo estoy en proceso, aunque confieso que con la esperanza de que lleguen antes de que me desenganche del todo unos nuevos directivos, aunque sean tuertos, y digan que el Barça no es más que un club de fútbol apolítico que acoge entre sus colores a todas las gentes que solo quieren amar el deporte sin fronteras.

Ya sé que esto es mucho pedir, hay ya en Cataluña demasiados invidentes supremacistas enloquecidos llenos de odio. Y no es fácil, puesto que, como todos sabemos, no hay peor ciego que el que no quiere ver.   


lunes, 14 de octubre de 2019

LOS VERSOS MÁS ALEGRES


    


     Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
                                           Pablo Neruda


Hoy yo puedo escribir los versos más alegres,
porque mi Juan David, mi pequeño más grande,
mi enano de aventuras imposibles, 
mi rebelde arquitecto de bondades,
el que nunca creció
en las claras pupilas de su madre,
el defensor de leyes,
el servicial amigo, el noble responsable…,
se encontró sin buscarlo,
a la vuelta de un sueño de alturas verticales,
a una niña mujer
con ojos del color del mar hecho diamante,
con voz de las sirenas que habitan en los bosques
y sonrisa constante, 
Inés, la mariposa de la brisa,
la estrella azul que alumbra por el aire,
la profesora honesta y entregada,
la psicopedagoga de manos maternales…

Hoy yo puedo escribir los versos más alegres,
porque mi Juan David e Inés Concepción, su ángel,
han decidido unirse en el amor,
a la luz de Dios Padre,
bendecidos por Él en boda luminosa, 
aquí, en esta Córdoba donde el embrujo es arte,
y ser los dos un solo corazón
latiendo por los siglos en sábanas de encaje:
Paraíso infinito donde poder gozar 
de una luna de miel inacabable.










viernes, 20 de septiembre de 2019

EL ÉXITO DE UNA RUINA



                                                        El mundo, desgraciadamente, es real.
                       
                                                                       Jorge Luis Borges                                                                          


Me sequé las lágrimas con los dedos de las manos, fijé la mirada en un punto lejano del jardín y dejé que la lluvia de los recuerdos cayera, monótona, sobre la tierra de mis heridas todavía sin cicatrizar.

Estaba cansada de coleccionar frustraciones y de ser víctima de mi propio proceder crápula. Ni siquiera pude nacer con normalidad. Fue por cesárea. Como queriendo desde el principio dar la lata. Y fui a mi bola llevándome por delante cuanto se opusiera a mis pareceres. Primero a mis padres, a quienes les amargué la vida. Después a mis maestros y maestras, a los que despreciaba. Y siempre negándome a ser amable, servicial y buena. Nada me gustaba. Todo me era vulgar. Sólo en hacer dibujos, y sin saber por qué, encontré consuelo.

Meses antes de cumplir los dieciocho, y ya dejados desde hacía tiempo los estudios, me marché a la conquista del mundo y del sexo libre de la mano de un hippy drogata que conocí en una discoteca una noche de porros y ginebra. Mis padres ni siquiera dieron parte. “Mejor para todos." Y se hicieron a la idea de que estaba muerta. Mi hermano, tres años mayor que yo, dejó de hablarme para siempre. Ni en la hora de la muerte.

En mi pueblo se creó una especie de consigna para no pronunciar ni mi nombre, y de hacerlo era para ponerme de fracasada y alocada pervertida. En Madrid vendí pulseras de cuero y collares de colores y trafiqué con droga. Por lo que pasé varias veces por la cárcel. En Barcelona gasté muchas horas limpiando los retretes de un hotel cercano a las Ramblas. En París viví tres años en un barrio extramuros, cerca del Sena, donde tomé parte de un grupo de prostitutas que hacían la calle en busca de extranjeros y artistas bohemios. Hasta que me quiso solo para él un poeta que admiraba a Germain Nouveau y que estaba casado con una alemana con la que tenía cuatro hijos. Aborté voluntariamente dos veces. La segunda después de que un día me dejara por una cubana que conoció en un encuentro de poetas de la experiencia. Trabajé también de camarera en un hotel israelí. Trabajo que no me daba el dinero suficiente para cubrir mis caprichosos gastos y me obligaba a hurtar a los turistas.

Me quedé de nuevo embarazada cuando aterricé en Argentina. Allí llegué de la mano de un tanguista con el que compartí, en Corea del Sur, un verano de trabajo y diversión.

Durante mi embarazo volví a reencontrarme con la pintora que llevaba escondida en mí. Hacía dibujos en un cuaderno. Me inspiraba mi estado, ser ahora consciente de que mis entrañas corría una nueva sangre. Pero algo me lo estaba diciendo. Una tarde, al regresar a casa encontré una nota de despedida y de traición. Lo suficiente como para beberme de un trago una botella de güisqui y tomarme un tubo de barbitúricos que me pusieron, de pronto, más cerca del filo del acantilado de la sombras que de la ladera de la esperanza que trae cualquier amanecer.

Al abrir los ojos vi una luz malva y una silueta verde que me daban la bienvenida al mundo de los vivos. Pero regresaba sola, una vez más este alocado destino de soledad se reía de mí desde algún punto oscuro de mi propia tragedia.

En aquel centro psiquiátrico, entre sonámbulos de escarcha, consumí seis meses de desilusión y desprecio. Me negaba a hablar con nadie, odiaba los espacios abiertos y sobre todo despreciaba al ser humano. Sólo dibujaba.

El doctor Díaz, probablemente como terapia, me habló de que debía pasar al óleo y en la tela expresar todas mis vivencias. El conocía a un amigo galerista prestigioso que no tendría inconveniente en darlos a la luz. Le debía favores. Todo era cuestión de un buen montaje. De paso podrían hacer mucho bien a otros. A mí, al principio, me interesó poco la oferta, pero al final me encontré en una sala repleta de fotógrafos, cámaras de televisión, personalidades y mucho público que miraba con cierto asombro mis primeros quince cuadros allí colgados.

Pero aquello no tenía sentido, yo era una fracasada, nada había hecho bien en mi puñetera vida. Ni siquiera tenía ciudad, ni familiares, ni amigos, ni hijos, ni futuro… Y la verdad, dicho sea de paso, tampoco mis pinturas eran gran cosa: solo brochazos llenos de grises, negros y ocres. Me faltaba técnica, saber de perspectivas, mezclar colores…

El doctor Díaz hizo algo más por mí que dar a conocer mis obras. Me convenció de que todo lo negativo de una vida puede transformarse en positivo, en grandeza, en ejemplo para toda la humanidad. Yo lo que tenía que hacer era pintar, a lo bruto, sin corsés, vomitando en el lienzo mis angustias, mis luchas, mis altibajos, mis frustraciones…, y ya se encargaría un culto “negro pintor” de perfilar ciertas cosas. Aquí lo que importa es lograr, no solo tu regeneración, sino la regeneración de otros muchos fracasados y heridos en esta guerra de apariencias y consumismo.

Y me fui convenciendo por mí misma, comprobando cómo otros hombres y mujeres de la historia cambiaron su fracaso personal porque, por esas rarezas de la vida, les llegó la fama. El triunfo es la alquimia que transforma en efectivo el sentido de la realidad.

Y lo comencé a experimentar en mí misma. Pintaba cualquier cosa y ¡oh maravilla! Por lo que a medida que el éxito me sonreía, las puertas de la consideración y el respeto se me abrían en plenitud. La prensa, la radio y la televisión hablaban de mí con sentida admiración, y en las reseñas biográficas que se daban de mí nunca se hablaba de fracaso ni de culpabilidad propia sino de víctima inocente y ejemplo a imitar. ¡Dios, qué cosas! Así, mi infancia fue dura, me maltrataron. Mis maestros no evidenciaron el talento de su mejor alumna. Mis padres no comprendieron que yo era especial. Mi hermano fue un idiota envidioso. Mi pueblo no eran más que un sitio rústico incapaz de aceptar el proceder de los pájaros libres. El sistema educativo evidenciaba su gran fracaso al no ser capaz de llevarme a la universidad. Las ciudades del mundo no supieron acoger el genio de una soñadora. Mis compañeros de amores no percibieron el olor de la fragancia de una flor exquisita... E incluso mis relaciones íntimas con mi nuevo amante, el doctor Díaz, casado con una arquitecta de Bahía Blanca y padre de dos niñas, fueron deferentes y consideradas.

De mi ciudad natal recibí numerosos telegramas oficiales de felicitación así como una carta firmada por el señor alcalde en la que se me comunicaban que la corporación en pleno, por unanimidad, me concedían la medalla de oro y el nombramiento de hija predilecta, así como ponerle mi nombre a una de las calles más importantes. Incluso me dijeron que se había formado una comisión que trabajaba colectando donativos para hacerme un monumento a tamaño natural en bronce… Mi país me proponía para los premios más distinguidos, e incluso me hacían llegar mensajes de mi posible nombramiento como miembro de la Real Academia de las Bellas Artes. Los mejores museos y las galerías más importantes se interesaban por mis obras…

Un día, antes de sonar el despertador, recibí una llamada telefónica. Mi madre, feliz, me hablaba como si no hubiera pasado nada. Mi padre, algo más escueto, se despidió en el deseo de vernos pronto. “Te queremos, hija, te echamos mucho de menos. Estamos orgullosos de ti”. Y mi hermano, emocionadísimo, hasta me pidió perdón. ¡La leche!

Miré por la ventana y hacía sol. Bajé al jardín y me senté en el banco donde solía pintar con asiduidad, bajo la sombra de un olmo centenario, siempre junto a mi inseparable Chivas Regal, 25 years. Y comencé a llorar, despacio, serenamente, casi con gozo..., el éxito de mi ruina.









miércoles, 11 de septiembre de 2019

MÁS ALLÁ DE NOSOTROS


 Lo he pensado muchas veces y muchas veces me he hecho la misma pregunta: ¿Somos los humanos el eslabón final de la cadena de los seres vivos?

Si me respondo sí, no dejo de sentir un cierto engreimiento lleno de vacío. Si me respondo no, me surge de inmediato una nueva pregunta: ¿Entonces, quiénes hay más allá de nosotros?

Y dejando aparte conceptos, enseñanzas sociales y adoctrinamientos con los que hemos crecido, me voy creando una fantástica historia diciéndome que no podemos ser los últimos, los más grandes, los seres superiores del universo; que somos demasiado pequeños, demasiado poco, algo así como unos insignificantes viajeros metidos en una mota de polvo que flota hacia nunca por el universo infinito, para creerlo. 

Tiene que haber algo –me insisto a mí mismo– por encima de nosotros que no conocemos, no entendemos, no atisbamos. Y lo mismo que por debajo hay toda una cadena de seres vivos de los que nos aprovechamos, igual hay también una cadena de seres vivos por encima que se aprovechan de nosotros.

¿Y cómo? Me pregunto. Pues lo mismo que nosotros lo hacemos con los animales y plantas. Nosotros nos alimentamos de nuestros inferiores. (Esto de inferiores, con permiso de los radicales animalistas, claro está.) Tenemos infinidad de espacios creados para sus crías. E incluso conocemos aquellos que son más aptos para la reproducción y los reservamos. También ponemos los medios suficientes y creamos recursos ambientales y tecnológicos para que se críen en mejores condiciones y así den mejor carne, y más leche, huevos, frutos…

Nuestros seres superiores hacen lo propio. Somos su granja, su colmena. Nos tienen en este corral redondo del que no podemos salir. Nos cuidan sin que nos demos cuenta. Nos dan los medios para que no cesemos de producir. Nos van dejando avanzar con su ayuda para que mejore la especie y seamos mejores “denominación de origen”. Y todo para que demos el jugo del que se alimentan.

¿Pero qué jugo es este? Más que jugo es un néctar inmaterial que se forma sobre todo a base de nuestros sufrimientos: dolor, angustia, miedo, llanto, pesar… y muerte.

La vida es, sobre todo, eso: sufrimiento. Para un momento bueno… ¿cuántos malos? Decimos. Raro es el  día que nos tenemos problemas, contratiempos, enfados, dificultades, decepciones, llantos, enfermedades… Todos los días con luchas, miedos, preocupaciones, engaños, esfuerzos, dolores… Todo está programado para que la madeja se líe creando confrontaciones mediante las políticas, las religiones, las culturas, los racimos, las sociedades, las ideas…, que alienten los sufrimientos y todos en todo formemos un panal en donde dejamos, sin percibirlo, toda una sustancia etérea, impalpable, espiritual…, invisible, riquísima, de la que se alimentan los extraños seres superiores, también invisibles a nuestros ridículos ojos mundanos.

Y nos dan algún capricho, una especie de terrón de azúcar, de vez en cuando, para que no nos desanimemos, para que la vida, pese a todo, nos parezca maravillosa, para no desfallecer. Y cuando lo creen conveniente, bien porque no damos el fruto deseado o porque lo consideran mejor, o porque lo necesitan para alimentarse más convenientemente, mueven los hilos necesarios y nos quitan de en medio, nos mueren. De este modo consiguen más comida y de paso más ambrosía en las celdillas de los seres cercanos al difunto que, inconscientemente, dejándose llevar por la pena inmensa tras la pérdida del ser querido, aumentan la cantidad y calidad del elixir espiritual que segregan.

Y cuando hay un banquete especial porque algo celebran ellos en colectividad, no tienen reparo alguno en bajar a la esférica corraliza y llevarse de golpe a unas cuantas decenas de pobres animales humanos y pegarse un festín. Algo así como cuando los pescadores terrícolas sacan del mar las redes llenas de peces, gambas y langostinos indefensos. Mientras aquí hablamos de catástrofes, cataclismos, batallas, epidemias, tragedias, accidentes múltiples…

No estamos solos en el universo. No somos los más grandes. No somos los únicos. Todo es demasiado grandioso, extraordinario, sublime… para tan solo albergar un montoncito de microscópicos seres inteligentes en un planeta pequeñísimo bajo la luz de una estrella ridícula perdida en un rincón de las afueras de una galaxia del montón… Baste solo pensar lo listos que somos siendo unos don nadies… Cuánto más no lo serán entonces los que habitan en otras dimensiones superiores y son tan grandes y tan superdotados que ni nos damos cuenta de que están ahí, aprovechándose de nosotros, al igual que los apicultores, tras construir panales geométricamente estudiados para que habiten y trabajen mejor las abejas, se aprovechan de estas sin que sean siquiera conscientes de que existe otra existencia superior que las maneja, las controla y las utiliza.  

Pobre de mí. Al final, después de tanto buscar explicaciones al eterno dilema de quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos, resulta que he llegado a la conclusión de que no soy más que un simple insecto en las manos manipuladoras de unos extraterrestres que se aprovechan y se ríen de mí. ¡Qué estupidez!

 Pero…, ¿y si fuera verdad?   



viernes, 30 de agosto de 2019

MALDITA LA HORA



Andrea es un mujer culta de algo más de cincuenta años, soltera, delicada, libre…

Nació en Úbeda y tras licenciarse en arquitectura y formar parte de un estudio urbanístico, marchó a Estados Unidos, donde ha realizado proyectos importantes y se ha hecho de un nombre.

Tras más de veinte años sin pisar su tierra natal, decidió este verano hacer un viaje y poder volver a pasear por aquellas calles de niña y adolescente. Pasar por el colegio de La Milagrosa y del instituto San Juan de la Cruz, donde realizó sus estudios. Cruzar por las plazas históricas. Volver a pisar el albero de la vieja plaza de toros para ver una película. Tomar un helado en “Los Valencianos” y recordar aquellos polos de hielo de chocolate que sabían a gloria… Y, cómo no, bajar a Santa María para rezarle a la Virgen, porque, aunque ahora su fe anda más cercana al agnosticismo que a otra cosa, no dejaba de ser un homenaje a su madre que tanto insistía en sus años jóvenes en que la visitara en su capilla para agradecerle los muchos bienes recibidos… También bajó a “La Cava”, donde con dieciséis años, su primer amor y ella grabaron sus iniciales sobre la piedra de un banco cercano al mirador…, y que no llegó a encontrar.

Y junto a una prima a la que visitó por sorpresa, decidió acudir también al mercadillo de los viernes. Qué ilusión le hacía. Ella, acostumbrada a grandes recintos comerciales y establecimientos de alto trato, quería experimentar las sensaciones de adentrarse entre los tenderetes improvisados en las aceras cercanas a un parque de unos comerciantes dados al regateo y a la picaresca. Y tener la ilusión de comprarse alguna baratija, o cinturón, o incluso unas medias para luego presumir de ello en su ciudad repleta de rascacielos.

Y se adentró en el espacio del surrealismo, de la mujer que todo lo ofrece barato, del hombre que da tres pagando dos… Y ella, allí, entre el bullicio, con su sombrerito blanco con adornos de encaje sobre su cabeza para evitar el sol implacable, con su mochilita a las espaldas, con su bolso dentro, conteniendo monedas y unos cuantos billetes grandes de euro que había cambiado en una entidad bancaria por dólares…

Y le gustó un fular color verde claro con dibujos de caballos blancos…

Cinco euros, le pidieron. Ella miró a la prima como diciéndole que le gustaría regatear pero que no se atrevía. La prima habló: tres euros. Ni pensarlo. Pues entonces nada. Pero qué dices. Es lo que hay. Bueno, ni para una ni para otra, cuatro. Trato hecho. 

Y ya con el pañuelo color de la esperanza en sus manos, trató de descolgar la mochila de la espalda, abrirla y sacar el bolso…, y, oh sorpresa, todo había desaparecido por arte de birlibirloque.

Por el amor de Dios, ¿cómo han podido quitarle la mochila que llevaba colgada y sujeta con sus correspondientes tirantes con todo dentro sin darse cuenta absolutamente de nada? ¿Pero esto qué es, un mercadillo de buena gente que se gana la vida o un teatro de magia miserable?

Hay quien dice que es un espacio para la “entretenta” de personas sencillas en donde se apostan aves rapaces al acecho, halcones ruines y buitres rastreros dispuestos a clavar sus garras inmisericordes en el corazón de sus presas a las que no tienen más que ver a distancia para señalarlas.

Y lo malo de todo no es el dinero. Que la vayan dando. Sino los documentos de identidad, el móvil con todas sus fotos de vida y de recuerdos, con su amplia agenda repleta de números de trabajo, familia y amistades, el pasaporte, las tarjetas de crédito,  la llave magnética de la habitación del hotel, y hasta un antiguo reloj de bolsillo que heredó de su padre y que era su talismán, su enlace sentimental con la persona a la que más quiso y respetó en su vida.  

La policía solo le dijo que si quería que pusiera una denuncia, pero que en realidad daba igual. Esto sucede todos los viernes en Úbeda. Y en todos los pueblos el día que corresponde. Hoy le ha tocado a usted y mañana les tocará a otros. Van siempre envueltos en el grupo y hay complicidad. Mientras unos distraen, otros actúan. Son profesionales. Le pueden quitar una pulsera o un reloj de la muñeca con tres cerraduras de seguridad en un segundo y sin que se entere… Lo mismo, algunas veces lo hacen, se quedan con el dinero y tiran lo demás en un contenedor, en un jardín o en un buzón de correos… Espere unos días.

Andrea esperó una semana. Al final se puso, bajo un calor asfixiante, a dar mil vueltas por mil lugares para poder llegar por fin –enferma, por cierto– a la casa donde vive en el estado de Illinois desde hace lustros.

“Maldita la hora en que volví a pisar Úbeda.”

Fue lo único que le dijo a la prima al despedirse de ella.   

jueves, 15 de agosto de 2019

LA ASFIXIA DEL PODER


El poder es ambicioso. El poder quiere más poder. Cuanto más abarque y más controle, mucho mejor. Y en democracia, cuanto más domine el poderoso y más se dependa de él, más votos a su favor.

Y hasta tanto llega esta obsesión por dominarlo todo, que cada vez deja menos espacio para la libertad individual y casi nula para la colectiva.

Por lo que eso de querer ser libre e independiente es como pretender suicidarse. No encontrarás apoyos. Aquí, o entras por el aro de los que mandan o estás perdido.

Se acabaron las personas con creatividad que ponían en marcha proyectos sociales, culturales, deportivos o de cualquier otra índole, y que la misma sociedad rechazaba o apoyaba en mayor o menor medida. Se creaban publicaciones, periódicos, revistas, clubes, grupos culturales de investigación, cine, tertulias, patrimonio, teatro, música, danza, canto, poesía, pintura, artes… Y solían ser muchos. Cada uno con su lucha por superarse, por sufragarse, por subsistir…

Ahora no. Ahora son los gobiernos y, sobre todo, las diputaciones y los ayuntamientos los que se han adueñado de todos estos espacios. Y de ellos, irremisiblemente, dependen todos aquellos que tienen algunas inquietudes.

Las diputaciones se han apoderado de infinidad de agrupaciones y personas, en diferentes y numerosos niveles, siempre afines, que envía por los pueblos subvencionándolos. Y deciden qué obras, según qué autores, han de publicarse. Y patrocinan todo aquello que consideran conveniente. Y los ayuntamientos, mediante las llamadas escuelas municipales, de música, danza, teatro, cine, literatura, deportes, pintura… y hasta de poesía, todo lo manejan. Porque además,
de ellos son también los salones, las salas de exposiciones, los espacios escénicos, los auditorios, los campos deportivos, las bibliotecas… De ellos los festivales, los certámenes, las conmemoraciones, las ferias…, y todas las fiestas, desde el Carnaval hasta la Navidad. Por lo que ellos son los que dicen quiénes han de participar, intervenir o actuar, cómo y dónde. Y si alguien se dispone a crear alguna asociación, entidad o grupo, bien sabe que está obligado a arrimarse al poder y subyugarse al poderoso si quiere subsistir. Por lo que sabrá de paso que, para llevar a cabo sus actividades, habrá de contar no con quienes él crea conveniente, sino con aquellos que son de la onda del gobernante de turno y de paso no criticar ni perjudicar en nada a quien te financia.

Y si algún quijote apareciera creando algo contra esta corriente absolutista, caballero andante por su cuenta y riesgo, sepa que los molinos que se encontrará a su paso serán tantos y tan gigantescos que por muchas embestidas que lleve a cabo, acabará a los pies del caballo con la lanza partida en mil trozos. 

Tiempos los nuestros de libertades y de progreso, dicen. Pero yo veo cada vez más cadenas y más retroceso por todas partes.    

jueves, 18 de julio de 2019

ESCUELA ADOCTRINADORA


Nos manipulan.

Este es el mundo en que vivimos. Un mundo en el que unos cuantos mueven las fichas de la convivencia y actúan para que el resto de la población siga sus instrucciones, sirviéndose, sobre todo, del amplio campo de la enseñanza.

Saben muy bien que el ser humano es manipulable, maleable, dúctil, fácil de modelar… Basta con fijar una idea, poner en práctica la ley del embudo, crear consignas, movilizar colectivos y usar la prensa, radio y, sobre todo e insistentemente, la televisión, para que tarde o temprano todos entran al redil. Y si hay algunos que se resisten, se les etiquetan, denigran, insultan y discriminan.

Y de este modo nos usan, llevándonos por el camino marcado por esos cuantos privilegiados que se sientan alrededor de la mesa de la tabla redonda y mueven los hilos para alcanzar metas políticas, sociales, militares, comerciales, culturales, económicas… Y también religiosas, aunque estas, en la actualidad, importan muy poco porque pueden entrar en colisión y contradecir las otras líneas marcadas que por el momento interesan más conseguir.

Pero para que el éxito de la siembra sea más grandioso es conveniente contar con un campo lo más adormecido e inconexo posible, donde poder plantar las simientes que luego den una gran cosecha. Y ahí está el lavado de cerebro, las drogas, el pan y circo constantes, las subvenciones, la ruptura de la familia, el aborto como gran derecho, los divorcios a la orden día, la tiranía de los hijos, el sexo sin compromiso, la tribu cooperativista, la ideología de género… y la palabra progreso… Porque todo esto hay que envolverlo en papel brillante de progresía… y lo demás es retrógrado y reaccionario.

Y no se puede parar. Como digan de lanzar una idea al ruedo de la sociedad, démosla por conseguida. Como se nos diga “no a esto o sí a aquello”, tarde o temprano el logro llega. Si se nos dice, por poner un par de ejemplos, “no a las pieles”, vayan cerrando las peleterías, como ya de hecho ha sucedido. Y si se nos dice que hay que usar el femenino para el genérico, o en todo caso emplear ambos géneros a la vez, o inventar una tercera desinencia, ya puede la Real Academia ir cambiando la gramática. Y hasta la justicia ha de entrar por el aro, juzgando en atención, no a la igualdad, sino teniendo en cuanta raza, procedencia, clase social, profesión, religión, orientación sexual… Y se proyectaran los rostros de unos hasta el cansancio, y de otros ni sombra, según beneficie o no al proyecto que se persigue… 

Y por último, la consigna de las consignas: todo aquel o aquella que no opine igual y se atreva a exponer su parecer diferente, hay que arruinarlo en todos los sentidos. Cordón sanitario. Ni agua. Para ellos no hay democracia ni liberta de expresión que valga.

Pero para los otros sí. A todos los pertenecientes al ejército de los enseñantes que sirven para la causa y se ponen, por el interés que sea también, el uniforme específico que hace sentirse moralmente superiores, hay que alabarlos, premiarlos, subvencionarlos, alimentarlos y enriquecerlos… Y pueden decir cuanto les venga en gana porque para ellos sí hay democracia y libertad de expresión. Y si son terroristas, o separatistas, o nacionalistas, o antisistema, o populistas, o roban, o andan en la corrupción, o se inventan fundaciones o plataformas para medrar, chupar y blanquear, o son unos manifiestos hipócritas e incoherentes..., da igual, ningún mínimo cordón sanitario para ellos, al fin y al cabo son los necesarios maestros que sirven debidamente al empeño.   

Y saben muy bien lo que tienen que hacer en todo momento: a todos aquellos que no acudan a sus clases adoctrinadoras, y no aprueben sus conceptos y consignas, y no rindan la pleitesía debida a sus ideas propuestas: atacarlos sin miramientos, castigarlos, acomplejarlos y llamarlos una y otra vez, hasta la muerte si es preciso: dictadores, nazis, fachas… y criaturas repugnantes.

Y, claro, así, a ver quién es el valiente que dice de dejar de ir a la escuela.

martes, 2 de julio de 2019

SABIOTE EN EL DÍA GRANDE DE LAS ESPIGAS


Sabiote es un pueblo especial. Es uno de esos rincones únicos en donde nadie se siente ajeno. Un punto de encuentro lleno de belleza, historia y lealtades.

Pero Sabiote es, sobre todo, un espacio de convivencia. Sus habitantes son trabajadores, amables, serviciales, respetuosos… Uno de esos sitios que ha sabido conservar la unidad en la lucha por no verse destruido ni perder su idiosincrasia, la ayuda mutua, la colaboración para mejorar, la sencillez para ser más grande, el sentimiento hecho coraje para volar muy alto. 

Y más. Sabiote, pese a los vientos oscuros que buscan encenagar la vida de las familias, del bombardeo constante de la televisión basura, de la lluvia permanente de la mediocridad de los pensamientos y el frío abrasador de la incultura que no trae más que abono para la falsedad, el engaño, el desamor y la infelicidad…, es cristiano.

Todavía queda en sus gentes gran parte de la inmensa luz de la alegría de la fe desbordada a borbotones por el cáliz de la esperanza y, al fondo de todo, las semillas de la palabra viva del Evangelio heredadas por generaciones, de padres a hijos, como un valioso capital de respeto y de amor.

Por ello a nadie puede extrañarle que cuando suena la trompeta desde la torre del castillo de la autoridad para crear encajes que engrandezcan el pueblo, todos se vuelquen en la tarea común de hacerlos. Y ahí tenemos grandes cuadros donde han quedado reflejados los resultados. Ahí, por poner un ejemplo reciente, las Fiestas del Medievo; o más alejado en el tiempo: la Fiesta de las Espigas de hace veinticincos años. Fiesta que alumbró de tal manera en ofrenda de paz al Amor de los Amores que todavía perdura en el corazón de cuantos anduvimos en ella por ejemplar y bellísima.

Y lo que nos queda. Ahí tenemos también el esplendor de este día 6 de julio de 2019. Ahí tenemos a Sabiote encendido como un ascua brillando sobre la loma y los balcones que miran a los paisajes milenarios del Guadalquivir y del Guadalimar. Ahí queda este retablo adornado con tanta elegancia, finura y encanto que permanecerá imborrable en las páginas de oro de la Historia. Ahí tenemos a este cenáculo viviente, con lámparas de aceite encendidas. Ahí el altar en forma de sagrario infinito con mantel de entrega sin tiempo, para que sobre él venga Cristo a posarse en redondez de trigo y ser adorado porque nada más grande que Dios hecho Pan para no solo tenerlo cerca, palparlo y sentirlo…, sino comerlo.

Qué honor para Sabiote que Jesús, el Señor, lo haya elegido para, de manera especial, bajar de un salto de las alturas, consagrarse, convertirse en luna redonda de sol, pasear por sus calles, bendecir sus campos y no marcharse ya nunca porque se queda para siempre en lo más hondo del alma de todos cuantos lo han acompañado.  

Qué honor para los sabioteños ser testigos de este gran acontecimiento, de esta Vigilia Diocesana de Espigas con motivo del Centenario de su Adoración Nocturna. Qué honor para todos los adoradores presentes. Qué honor para la vida misma que se hace más noble y más sagrada. Y qué gran honor para mí que ante tanta grandeza me brotan estos versos salidos del fondo del corazón: 

                    Ir a Sabiote es andar
                    hacia tierra de los sueños.

                    Mas en cuanto harina y uva,
                    por milagro del misterio, 
                    se hacen cuerpo del Señor
                    sobre al altar de este pueblo,
                    se alcanza la eternidad:
                    que Sabiote ya es el cielo.

lunes, 17 de junio de 2019

"LOS PAISAJES DEL ALMA" DE ANTONIO ESPADAS SALIDO


Mi amigo Antonio Espadas Salido presenta en la Sala Pintor Elbo del Hospital de Santiago una exposición de pintura, bajo el título “Los paisajes del alma”, que fue inaugurada el pasado 12 de junio y permanecerá abierta hasta el próximo 7 de julio.

Son setenta cuadros brotados del pincel de un hombre excepcional, modelo de persona y ejemplo de entrega. Antonio tiene el don de la bondad y la sabiduría, y lleva en la sangre el ARTE con mayúsculas. Antonio escribe, actúa, hace magia, crea humor, esculpe, dibuja, ilustra… y pinta.

Y al pintar transmite la esencia de sí mismo, de ahí que sus cuadros tengan el misterio de la belleza, estén llenos de luz, estallen en colores armónicos y transmitan el sentimiento limpio que fluye de su hondura.

Cada obra, cada paisaje, cada figuración es un canto a la armonía, la delicadeza y la elegancia, pero sobre todo es una carta de Amor a Úbeda, su Úbeda querida, su Úbeda sagrada. Y esta es, en el fondo, la clave de su éxito: el que las pinceladas que Antonio da sobre el lienzo no las da con el pincel ni la espátula, sino con los labios del corazón, como quien besa a una diosa a la que no sola adora, admira y respeta, sino ama con locura.

Nadie ha pintado a Úbeda más que Antonio. Él es, por antonomasia, su más grande amante pintor, hasta el punto de que entre al artista y la dama se ha ido forjando a lo largo de los años una simbiosis que nadie podrá superar en el tiempo. Antonio la mira, y Úbeda se deja mirar. Antonio la embellece, y ella se deja embellecer. Antonio la abraza, y ella se deja abrazar. Antonio la asciende a los altares, y ella lo asciende a él dándole ánimos, ilusión y vida, larga vida.   

De ahí que nuestro artista, pese a tener 86 años, siga adelante, continúe creando, concibiendo, admirando a su Ciudad, grabándola en su interior donde soñarla para después plasmarla en la tela blanca de la infinitud y mostrárnosla, no ya como es en realidad, sino como Antonio la ve, como Antonio la siente, como Antonio la vive.

Y esto es lo que nos cala al contemplar sus cuadros, esto es lo que nos llena y admira, esto es lo que nos impresiona. Es por ello que, como genio que es, Antonio Espadas haya titulado a su obra: “Los paisajes del alma”, porque lo que nos da y nos regala no son los paisajes de Úbeda, sino, en definitiva, sus propios paisajes, en los que hay grandeza espiritual, claridad sublime, vida eterna… De ahí que incluso sus nocturnos, tan maravillosos, tengan la luminosidad, el fulgor y la lumbre capaz de incendiarnos las pupilas y ardernos el corazón hasta abrasarnos.

Gracias, querido amigo, por darnos tanto. Enhorabuena.      

sábado, 1 de junio de 2019

EL SORPRENDENTE TRIUNFO DEL GRUPO SOCIALISTA DE ANTONIA OLIVARES


Un total de 27.703 personas estaban llamadas a votar en la ciudad de Úbeda en las pasadas elecciones municipales. De ellas, 9.596 se quedaron en casa. Votos en blanco fueron 134. Y nulos, 139. El resto, 17.834, se repartieron de la siguiente manera: Iniciativa Popular Ubetense, 164 votos. Izquierda Unida Andalucía, 256 votos. Andaluces por Úbeda, 278. Podemos Úbeda, 532. VOX, 793. Ciudadanos, 850. Partido Popular, 3.470. Y Partido Socialista Obrero Español Andalucía, 11.491.

Estos datos numéricos han dado lugar a cinco concejales para el PP y nada menos que dieciséis para el Partido Socialista. El resto de las fuerzas políticas: cero concejales.

Algo sorprendente. Ni los más optimistas partidarios del socialismo ubetense pudieron en sus sueños llegar a tanto. Y menos todos los demás ubetenses llamados a las urnas. Bien es cierto que se sabía que doña Antonia Olivares Martínez las ganaría y con mayoría absoluta. Pero también es cierto que los más estudiosos del tema, en relación con elecciones anteriores, andaluzas y nacionales, daban resultados más repartidos. Algo así como once concejales para el PSOE. Cuatro para el PP. Tres para Ciudadanos. Dos para VOX. Y uno para Podemos o Izquierda Unidad.

Sin embargo, nada de eso. Casi todos los votos para el PSOE. De tal manera que los resultados han sido históricos, impresionantes, excepcionales. Y cuando estas mayorías se dan en algún sitio no cabe otra cosa que pensar que no son fruto de la casualidad, y menos si se tiene en cuenta que, al compararse con las europeas, el mismo día, el partido socialista perdía 3.431 votos, mientras todos los demás, de cuantos se presentaban en Úbeda, aumentaban ampliamente su porcentaje. Aquí, en conclusión, se ha tenido que hacer una gestión seria. Aquí se ha tenido que trabajar. Aquí se ha sudado sobre el campo de batalla de cada día. Y no desde la individualidad. Un éxito tan asombroso no puede ser fruto de la labor de una sola persona, porque cuando los que rodean al líder o a la líder son unos impresentables e ineptos, el pueblo deja de votar a la candidatura por el enfado o la aversión que les provoca los susodichos, así la encabece el genio de la lámpara.

Aquí, en definitiva, se han tenido que hacer muy bien las cosas. Y eso en nuestra ciudad no es fácil de reconocer. En Úbeda no somos de dar notas altas a nada de lo nuestro y menos mantenerlas a lo largo del tiempo. En verdad somos más dados a jugar al saque del tenis. Nos gusta elevar la pelota lo más alto posible para luego golpearla con fuerza contra el suelo. Doble mérito, pues, para el partido ganador. Triple mérito en cuanto la pelota ha sido golpeada, una vez lanzada arriba, hacia las nubes sin dejarla siquiera caer unos centímetros. Y esto se merece un cuadro, una pintura propia de la más alta escuela del Renacimiento, un monumento a la excepción.

Y no hay que darle más vueltas ni buscar más análisis a los resultados. Antonia Olivares ha trabajado y ha sabido vender su trabajo. Ha sido cercana a la gente y abierta a sus necesidades. Ha usado con maestría su mano derecha y sobre todo la izquierda. Ha sabido estar con los incrédulos y con los creyentes. Se ha esforzado en ser tolerante, sencilla y humilde. Y se ha dejado querer desde su palabra serena, su sonrisa permanente y su cara angelical, hasta el punto de ser conocida por el pueblo entero, y no desde la desconsideración, sino desde el respeto, por Toni.  

Y todo esto, unido a nuevos miembros que se han incorporado con el afán de trabajar por la Ciudad –en la que queda todavía mucho por hacer–, dejándose el alma y la piel en una campaña muy bien montada, ha hecho que le miel se ponga sobre las hojuelas y los resultados salgan exquisitos, de dulce, de caramelo.

Y como de caballeros es reconocer los hechos y ver la luz sobre las sombras, no queda otra que, como en los reinos antiguos, ponernos a disposición de quien nos va a gobernar y felicitar a la ilustre alcaldesa y su grupo de concejales. Felicitando también, pese a los resultados, al grupo Popular por aguantar bajo la tormenta sin hundirse, el barco que otros, anteriormente, dejaron haciendo aguas. Y agradecer a todos los demás grupos perdedores el esfuerzo y las ilusiones puestas, y sobre todo la generosidad y la valentía de presentarse cara al público ubetense siempre tan exigente y tan recatado que dijera Eugenio d’Ors.

Enhorabuena a todos.

miércoles, 22 de mayo de 2019

UNA SOCIEDAD INCULTA


Antonio Muñoz Molina, a quien admiro y respeto profundamente, en el documental biográfico emitido en “La 2”, el pasado domingo, dedicado a su persona, expone la siguiente reflexión: “Yo creo que la democracia, uno de los problemas de la democracia española es que no ha creado conscientemente una cultura democrática. Y una parte de la cultura democrática es la reverencia pública por el conocimiento, porque no puede haber ciudadanía ignorante. Es decir, un ciudadano no puede ser ignorante. De hecho, la educación pública, la escuela pública, se funda justo cuando se fundan los sistemas democráticos, no se funda antes. Porque en un sistema absolutista, en un sistema controlado por la Iglesia, no hace ninguna falta que la gente sepa leer y escribir... Entonces, esa conversión de España en una sociedad inculta, ha sido y es uno de los problemas más graves que tenemos.”

Y menudo problema. ¿Quién lo duda? Tan grande que puede llevarnos a la ruina total nada menos que cuarenta y pico años después de la caída del régimen franquista. Y esta vez no ya por responsabilidad de la Iglesia, a la que se quiere culpar casi siempre de todos los males, sino por la confluencia de infinidad de intereses espurios. Iglesia a la que, por cierto, habría que reconocer en justicia que gracias a ella, y a pesar de los muchos errores cometidos a lo largo de los siglos, se pudo conservar y mantener el legado de la cultura antigua y clásica, y que pese a no ser necesario tener conocimientos bajo los gobiernos absolutistas, sino todo lo contrario, ha sido creadora de un sinfín de escuelas al amparo de las parroquias y catedrales, así como de las posteriores universidades, llevadas más tarde al nuevo mundo…, y que ha enseñado sin ninguna duda a millones de personas a leer y escribir, como a él mismo, en plena dictadura, en los jesuitas y después en los salesianos.

Menudo problema, pues, este de la incultura que tenemos. Porque incultos hay que ser para no reflexionar cuando emitimos el voto a la hora de las elecciones. Cuando no hacemos una valoración de qué es lo que se quiere y qué es lo mejor para el bien de la comunidad y no el mío propio. Incultos cuando nos dejamos engañar por quienes nos han venido engañando desde que llegaron al poder. Incultos cuando elegimos la papeleta como quien es un fanático seguidor de un club de fútbol del que somos y seguiremos siendo hasta la muerte, “man que pierda”, más que robe, más que siembre miseria, más que cree una red clientelar impresentable, más que no respete las leyes ni la justicia, más que desprecie la Constitución, más que quiera acabar con la democracia…

Y ahí está la prueba. Unas cortes constituidas ayer mismo y cuyo espectáculo ha sido bochornoso, de vergüenza, de miedo. Porque si incultos somos los votantes más lo son los votados. Personas, en su mayoría, sin educación, sin formación, sin valores. Tribu repleta de vivales aprovechados, lobos con  piel de cordero, caraduras, maleducados, resentidos, sembradores de odio, falsos y mentirosos, plagiadores, partidistas, golpistas, corruptos, tribales, destructores, terroristas, vengativos, egoístas…, sin ningún amor por España, sin respeto por su asombrosa Historia, sin consideración por el Estado de Derecho, sin afecto por la convivencia, sin altura de miras para anteponer el bien común al particular interés.

Y luego nos quejamos, y luego protestamos…, y mañana lloraremos, porque en lugar de vivir mirando la amplia luz de la vida desde la libertad para tener mayor claridad de ideas y poder reflexionar mejor, nos dedicamos a mirar el hipnotizador resplandor de la pequeña pantalla de las televisiones que tan buenos programas basura presentan para hacernos cada vez más sabios y formados, más imbéciles.    

La opinión acerca de la sociedad inculta española que nos expone Antonio es irrefutable. Y temblor me da pensar qué votaremos de nuevo el próximo domingo. Vamos a ver a quiénes elegimos para las alcaldías, si ponemos a los que solo quieren gobernar para los suyos o a los que buscan hacerlo para todo el pueblo. Vamos a ver a quiénes enviamos al Parlamento Europeo, si a quienes pretenden una Europa unida, más justas, abierta, solidaria y de valores…,  o a quienes quieren llevarnos al corral de las gallinas, los burros y los borregos cercados por los muros abrasadores de las ideologías fascistas, comunistas, populistas, separatistas o extremistas.

Hoy, todavía estamos a tiempo. Mañana puede ser ya tarde.