martes, 23 de abril de 2024

REFLEXIONES BAJO LA LUNA NUEVA

Hasta el más miserable, cruel y despiadado de los dictadores tiene siempre serviles lacayos capaces hasta de dar la vida por él. 

 

Muchos de nuestros antepasados no eran, en verdad, anarquistas, ni republicanos, ni comunistas, ni de izquierdas…, solo tenían hambre.  

 

La verdad nos hace libres. La libertad nos hace veraces.

 

Toda persona que llega al poder, siente en algún momento la tentación de perpetuarse en él.

Pregúntame referente a las espinas que yo te responderé acerca de las rosas. 

 

Alguien fue llamado al despacho del director de un importante y honesto medio de comunicación para ser informado de que iba a ser propuesto para el distinguido y prestigioso premio de Personaje del Año. Cuando el elegido le dio las gracias por tal distinción y felicitó al medio por su generosidad, el director concluyó: “Muy bien, te agradezco las gracias, pero de algo más tenemos que vivir... ¿Me entiendes?”. Entonces aquel, con tristeza, se levantó y, sin decir palabra, salió de la estancia. Ni que decir tiene que no hubo propuesta ni galardón. Todo lo contrario. Días después, fue duramente criticado en ese mismo medio tan honesto. 

 

Los que se declaran ser de izquierdas siempre ganan. Si gobiernan los suyos, solo ellos recibirán ayudas y consideraciones. Si mandan los otros, también solo ellos los seguirán recibiendo. 

 

La coherencia es la llave que abre las puertas del respeto. 

 

El fanatismo es una enfermedad que siempre acaba en ceguera.

 

La verdadera democracia se dará cuando, tras salir de votar, todos puedan decir públicamente a quién lo han hecho sin miedo a nada, sin miedo a nadie.

 

Todos los nacionalismos son un paso atrás en el avance de la humanidad.

 

Se puede amar con locura la tierra en la que naces y vives. Pero ese amor no puede impedir que ames también con vehemencia la casa común en la que todos los seres convivimos. 

 

Cuentan que, durante el confinamiento por la pandemia, las dieciocho monjas de clausura de un convento no recibieron más visita que la de un capellán, que iba cada domingo para celebrar la santa misa, a la antigua tradición, rito romano, de espaldas y en latín. Ellas no tuvieron más contacto con él que al ir a recibir la comunión en la boca.  Todas fueron obligadas a ello, puesto que hacerlo en la mano es un sacrilegio y jamás lo permitiría el tonsurado. En la boca, siempre en la boca. Meses después, el balance fue que todas ellas habían sido contagiadas del virus… y tres fallecieron. El señor obispo llamó al capellán para preguntarle acerca de qué había sucedido para tanta tragedia. El capellán, que había padecido también la covid-19, dijo que solo había sido por la voluntad de Dios. El prelado le respondió severamente: “No, señor capellán. Solo ha sido por voluntad de usted”. 

 

Cuando quieren vencerme el pulso, me hablan de la Iglesia, la jerarquía, los concilios, los dogmas, los ritos, los cristianos, la inquisición… Cuando quiero ganarlo yo…, les hablo del Jesús de Nazaret del Evangelio. 

 

Hay que tener la mente abierta, no se puede tener un pensamiento único…, le dijo un terrorista a la viuda mientras lloraba abrazada al cadáver de su esposo envuelto en sangre y la cabeza destrozada. Y ahora sus amigos tan demócratas y él mismo, todos de mente libre y pensamiento variado, han ganado las elecciones en el País Vaso. Quién se lo iba a decir a esta pobre mujer que aún vive herida por tan vil asesinato.

lunes, 15 de abril de 2024

EL ARTE

La que nos espera. En España se vienen publicando alrededor de 80.000 libros por año, lo que quiere decir que hay demasiados escritores.

 

Bien es cierto que dentro de este número de libros los hay buenos, regulares, malos y malísimos. Y hay tantos porque son también muchas las editoriales que los publican. Las más reconocidas suelen hacerlo a los autores consagrados y las más desconocidas a autores que apenas se sabe de su existencia. Pero todas ellas se mueven por intereses comerciales, sociales o políticos y no por calidad. 

 

A ellas lo que les interesa realmente es que alguien se adapte a sus intereses y escriba a su dictado, o lo escriba otro en su nombre en caso de que no haya tiempo suficiente, porque llegada la fecha se necesita sacar libro, ya que se cuenta con una cadena de distribución a la que hay que servir para llegar a sus librerías que a su vez ya los venderá de alguna manera. Así todos comen.

Lo de menos es la calidad de la obra. Pero es que, además, ¿quién en una editorial comercial está hoy capacitado para decir si una obra tiene realmente calidad o no? Pongamos el ejemplo de la poesía. Donde todo vale. Yo he tenido en mis manos poemarios de importantes editoriales a un alto precio catalogados de extraordinarios que me han dejado frío y con la cabeza caliente porque todavía no sé de qué va la cosa. Y otros, de editoriales humildes o incluso autopublicados, considerados de poco valor cuando son bellísimos en la forma y en el fondo, llenos de sentimientos, emociones y elegancia…, y además originalísimos.

 

Se publican 80.000 libros anualmente, y no me parece mal porque eso siempre es mejor que andar en el desierto de la desidia y la pereza. Pero eso no me hace creer que todos los autores sean verdaderos artistas. Como no son artistas tampoco todos los que buscan crear arte en cualesquiera manifestaciones. Miles y miles, millones en el mundo. Porque es que hoy todos esculpimos, actuamos, cantamos, componemos…, escribimos… Pero artistas, ¿quiénes? Muy pocos, porque pintar, podemos pintar aunque sean cuatro manchas, o hacer una escultura aunque sea una masa informe, o cantar aunque sea haciendo gárgaras, o actuar aunque sea disfrazándose de carnaval, y componer aunque sean tres notas al piano, y escribir aunque sean las historietas que nos contó el abuelo…, eso lo hace hoy en día cualquiera…, lo que no puede hacer cualquiera es ARTE, con mayúsculas, porque el arte es otra cosa, es un algo que se lleva dentro, un duende, un misterio, una esencia… que hace que solo al mirar la obra nos conmueva, nos pellizque el alma y nos conquiste.

 

Lo que nos espera, decía al comienzo, porque a todo lo dicho, en el día de hoy, hay que añadir además eso de la inteligencia artificial que se nos ha venido encima como un vendaval imparable. Ahora sí que es verdad que cualquiera va a poder escribir un libro o componer una canción o pintar un cuadro… Bastará con darle al invento cuatro datos y decir que nos lo haga… y hecho. Y se publicarán, no ya ochenta mil libros al año, sino al mes. Y todos felices y todos los autores orgullosos, llenos de vanidad por las geniales obras realizadas. Y lo peor de todo será que, en caso de que en este barrizal apareciera una obra de calidad, cualquiera va a saber si el autor es un ser vivo o un extraño amasijo de chips y cables. Una monstruosidad. Vamos, como para temblar.