domingo, 19 de diciembre de 2021

BELÉN


                                   

                                    Al llegar los pastores al portal de Belén,

                                        mientras un coro de ángeles danzaban por el viento, 

                                        se encontraron a un niño que tan solo era un niño

                                    dejado en un pesebre a la luz del invierno. 

 

                                        Se acercaron despacio, sin hacer ningún ruido.

                                        Se miraron atónitos, temblorosos e inquietos,

                                        como decepcionados, o como confundidos,

                                        pensando que no había allí ningún misterio.

 

                                        Porque en medio de aquello se hallaba un hombre humilde, 

                                        con la mirada azul, envuelto en el silencio.

                                        Y una mujer sencilla, con la sonrisa clara.

                                        Y, entre ambos, soñando, la quietud de un pequeño. 

 

                                        “Es un niño tan solo, como todos los niños. 

                                        Es un niño desnudo, de carne, sangre y huesos.

                                        Es un niño sin magia, sin poder ni riqueza.

                                        Es un niño cualquiera…” Los pastores dijeron. 

 

                                        Mas cuando, tristes, iban ya a salir del lugar, 

                                        un pastorcillo anciano, cansado, pobre y ciego,

                                        dijo –abriendo los ojos más allá de la noche–:  

                                        “Yo no veo a ningún niño. Yo es a Dios a quien veo”. 

 

                                        Y sonaron aplausos y glorias y aleluyas.

                                        Y se abrió el corazón y alumbró al pensamiento.  

 

                                        Y el Niño se hizo Dios y Dios quedó en el niño.

                                        Y Dios y niño juntos juntaron tierra y cielo.

 

 

                                     FELIZ NAVIDAD A TODOS DE TODO CORAZÓN 

miércoles, 8 de diciembre de 2021

ALMUDENA Y EL TÍTULO DE HIJA PREDILECTA

A la escritora Almudena Grandes le han negado ser hija predilecta de Madrid a título póstumo. Y lo han hecho los políticos, en este caso los de centro derecha y derecha, manifestando estos que otros muchos con tanta o más valía que ella no lo han recibido, y exponiendo el alcalde que para un nombramiento de esta categoría las cosas han de hacerse sin moción de urgencias y siendo necesario el consenso y la unanimidad.

Y qué pena que se llegue a esto. Que tengan que ser los políticos, siempre mirando con las gafas del mismo color, en guerra sin cuartel entre ellos, intransigentes, partidistas y miopes..., cuando no incultos y medio analfabetos, los que tengan que valorar y consentir o no consentir hechos como el que nos ocupa. Y más cuando se trata de una persona intelectual, escritora premiada, columnista, tertuliana…, de ideas, capaz de mojarse. 

Jamás se podrá llegar al verdadero consenso y unanimidad entre políticos cuando la persona a la que se la ha de distinguir con este título ha expresado o expresa con valentía sus ideas y pensamientos en libertad y democracia, porque lo que diga, si siempre es del gusto de la izquierda, disgustará enormemente a la derecha, y si siempre es del gusto de la derecha, enfadará terriblemente a la izquierda, y si unas veces le parece mal a la izquierda y otras a la derecha, cabreará a los dos…, por lo que váyase usted al quinto pino, que no recibirá título oficial de honor ninguno.  

 

Le podrán dar, en este caso, dicho título oficial a personajes con ciertos méritos artísticos, sociales, deportivos… que se hayan mantenido en la ambigüedad o en el silencio ideológico y no hayan molestado de ninguna de las maneras a ningún grupo.

 

De todos modos, hay que reconocer que en esta guerra siempre suele ganar la izquierda. El conglomerado progresista, en la inmensa mayoría de los casos, impone su veredicto a favor de los suyos. De lo contrario, ya saldrán ellos y sus troles agradecidos y subvencionados exponiendo que ya tenemos a los fascistas, retrógrados, meapilas, reaccionarios, sectarios, intolerantes y mil descalificativos más metiendo la pata y rompiendo la paz social, mientras, de paso, desde la superioridad moral que los caracteriza y su particular visión de la paja en el ojo ajeno, les exigirán airadamente menos tensión y crispación, menos rabia y odio…, más unidad y apoyo. Cuando es la derecha la que, como es lo normal, pierde con respecto a los suyos, lo critica por lo bajini, pero lo acaba aceptando sin mucho ruido, no sea que el complejo de inferioridad los hunda aún más en la miseria. Y cuando el propuesto no es ni de unos ni de otros, porque, desde la independencia, habla de los dos, critica a los dos, expone lo que duele a los dos…, porque ve en ambas partes trigo y paja, luz y oscuridad, verdades y mentiras…, bueno, no, entonces no hay proposición que valga. Se guarda silencio sobre el don nadie. No tiene mérito alguno. Es indiferente. Y todos de acuerdo: no existe.

Y esto ha sucedido con Almudena. La izquierda, que la admira y la considera extraordinariamente porque era de los suyos a muerte, la ha propuesto tras su fallecimiento para el título de hija predilecta de Madrid, pero la derecha (PP,VOX y CIUDADANOS), a la que ha criticado con voracidad, despreciado, vilipendiado y de la que hasta se ha burlado, se lo ha negado…, pero, para curar su dolor de espíritu tras el voto en contra, y que tan dura decisión no aumente aún mas el peso de los complejos que carga, ya ha dicho que reconoce su valía, que se le pondrá su nombre a una calle y que se le hará un homenaje público. Que no es poco. Y si continúan las presiones…, y se vuelve a presentar la propuesta por parte de la izquierda tenaz, puede -y así lo ha dejado dicho también el señor alcalde popular- que de nuevo se abra la puerta y, de llegar al consenso, concedérselo.  

 

Como si no hubiera en España y en Madrid temas de mayor trascendencia, importancia y necesidad. Pues que se lo concedan ya, qué más da. Si después de todo la derecha va a quedar como Cagancho en Almagro. Y aquí paz y después gloria.