miércoles, 8 de diciembre de 2021

ALMUDENA Y EL TÍTULO DE HIJA PREDILECTA

A la escritora Almudena Grandes le han negado ser hija predilecta de Madrid a título póstumo. Y lo han hecho los políticos, en este caso los de centro derecha y derecha, manifestando estos que otros muchos con tanta o más valía que ella no lo han recibido, y exponiendo el alcalde que para un nombramiento de esta categoría las cosas han de hacerse sin moción de urgencias y siendo necesario el consenso y la unanimidad.

Y qué pena que se llegue a esto. Que tengan que ser los políticos, siempre mirando con las gafas del mismo color, en guerra sin cuartel entre ellos, intransigentes, partidistas y miopes..., cuando no incultos y medio analfabetos, los que tengan que valorar y consentir o no consentir hechos como el que nos ocupa. Y más cuando se trata de una persona intelectual, escritora premiada, columnista, tertuliana…, de ideas, capaz de mojarse. 

Jamás se podrá llegar al verdadero consenso y unanimidad entre políticos cuando la persona a la que se la ha de distinguir con este título ha expresado o expresa con valentía sus ideas y pensamientos en libertad y democracia, porque lo que diga, si siempre es del gusto de la izquierda, disgustará enormemente a la derecha, y si siempre es del gusto de la derecha, enfadará terriblemente a la izquierda, y si unas veces le parece mal a la izquierda y otras a la derecha, cabreará a los dos…, por lo que váyase usted al quinto pino, que no recibirá título oficial de honor ninguno.  

 

Le podrán dar, en este caso, dicho título oficial a personajes con ciertos méritos artísticos, sociales, deportivos… que se hayan mantenido en la ambigüedad o en el silencio ideológico y no hayan molestado de ninguna de las maneras a ningún grupo.

 

De todos modos, hay que reconocer que en esta guerra siempre suele ganar la izquierda. El conglomerado progresista, en la inmensa mayoría de los casos, impone su veredicto a favor de los suyos. De lo contrario, ya saldrán ellos y sus troles agradecidos y subvencionados exponiendo que ya tenemos a los fascistas, retrógrados, meapilas, reaccionarios, sectarios, intolerantes y mil descalificativos más metiendo la pata y rompiendo la paz social, mientras, de paso, desde la superioridad moral que los caracteriza y su particular visión de la paja en el ojo ajeno, les exigirán airadamente menos tensión y crispación, menos rabia y odio…, más unidad y apoyo. Cuando es la derecha la que, como es lo normal, pierde con respecto a los suyos, lo critica por lo bajini, pero lo acaba aceptando sin mucho ruido, no sea que el complejo de inferioridad los hunda aún más en la miseria. Y cuando el propuesto no es ni de unos ni de otros, porque, desde la independencia, habla de los dos, critica a los dos, expone lo que duele a los dos…, porque ve en ambas partes trigo y paja, luz y oscuridad, verdades y mentiras…, bueno, no, entonces no hay proposición que valga. Se guarda silencio sobre el don nadie. No tiene mérito alguno. Es indiferente. Y todos de acuerdo: no existe.

Y esto ha sucedido con Almudena. La izquierda, que la admira y la considera extraordinariamente porque era de los suyos a muerte, la ha propuesto tras su fallecimiento para el título de hija predilecta de Madrid, pero la derecha (PP,VOX y CIUDADANOS), a la que ha criticado con voracidad, despreciado, vilipendiado y de la que hasta se ha burlado, se lo ha negado…, pero, para curar su dolor de espíritu tras el voto en contra, y que tan dura decisión no aumente aún mas el peso de los complejos que carga, ya ha dicho que reconoce su valía, que se le pondrá su nombre a una calle y que se le hará un homenaje público. Que no es poco. Y si continúan las presiones…, y se vuelve a presentar la propuesta por parte de la izquierda tenaz, puede -y así lo ha dejado dicho también el señor alcalde popular- que de nuevo se abra la puerta y, de llegar al consenso, concedérselo.  

 

Como si no hubiera en España y en Madrid temas de mayor trascendencia, importancia y necesidad. Pues que se lo concedan ya, qué más da. Si después de todo la derecha va a quedar como Cagancho en Almagro. Y aquí paz y después gloria. 

 

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