viernes, 24 de mayo de 2013

YA CANSA ESTA GUERRA


Ya cansa esta guerra declarada contra la religión. Algunos partidos políticos cuando no gobiernan endurecen sus ataques y amenazan una y otra vez con romper el dichoso concordato Iglesia-Estado, algo que, sin embargo, nunca hacen cuando están en el poder. Y no será porque no han estado años. A ver si lo hacen de una vez cuando de nuevo lo ejerzan. Pero de cierto, que lo hagan de cierto. Y dejen de usar el cansino dicho como arma arrojadiza de distracción barata cada vez que se pierden en la selva de la ineptitud y la incapacidad. Y a ver si de paso suprimen también la asignatura de los colegios y dejan de subvencionar a la jerarquía. No estaría mal. Así harían que la Iglesia fuera libre, libre de verdad. Lo que espero es que hagan lo mismo con otras miles de ayudas y subvenciones que sólo sirven para la mamandurria y el enriquecimiento de amiguetes, apegados y listillos.

            No me cabe duda de que cuando esto suceda ya todos los problemas quedarán solucionados. Seguro. Por lo que, una vez la religión quede arrojada del ámbito de lo público y si puede ser también de lo privado, ya no habrá paro, ni injusticia, ni miseria, ni dolor, ni llanto... Una vez arrancada la religión de la sociedad esto será una balsa de aceite. Las reformas educativas serán magníficas y se acabará el fracaso escolar. La Navidad será una maravillosa fiesta de invierno en la que cantaremos boleros al nacimiento del Frío y pediremos regalos a Mama Muñeca de Nieve. La Semana Santa, la fiesta de la primavera, en la que celebraremos la pasión, muerte y resurrección de las flores del campo. La corrupción dejará de existir, el terrorismo quedará en un simple recuerdo humorístico y los separatismos en apenas un sueño ligero de verano. Además, cuando se aprueben leyes relacionadas con la inmoralidad, el pensamiento único y contra la familia, nadie pondrá el grito en el cielo. ¡Fuera la religión y todo sea por la libertad!... ¿La libertad? ¿Qué libertad? Si cada vez nos tienen más oprimidos, controlados, vigilados, sacrificados, exprimidos...; si cada vez tenemos menos espacio en el que poder movernos; si cada vez hay más cámaras instaladas en carreteras, calles, plazas, parques, hoteles, locales, establecimientos, servicios..., que nos observan, examinan y nos graban; si cada vez hay más censura y podemos hablar menos, si incluso estamos asustados y muertos de preocupación cuando no de miedo...

            ¡Muera la religión por opresiva! No cesan de gritar los muchos sabios y poderosos. Por opresiva..., cuando sólo busca el amor, la solidaridad, la paz, la justicia, la fraternidad, el compromiso, la alegría, la esperanza... ¿No será, de paso, que la religión es un espejo que nos despierta la conciencia que inevitablemente llevamos dentro pero que buscamos enterrar a toda prisa y por completo? El mundo al revés. Cada vez más al revés. Hasta el punto que vivimos en la pura contradicción: la de pan para todos, pero hambre para el pueblo y riqueza para la casta política y la acaudalada. La de todos somos iguales, pero unos menos que otros. La de no ser discriminados, pero la de serlo por el simple hecho de creer en Dios. La de ayudar y apoyar ante todo a los más indefensos de la sociedad, niños y discapacitados, pero la de buscar matarlos para que ni nazcan... ¡De locura! ¿Alguien lo entiende?  

miércoles, 1 de mayo de 2013

EL REGALO DE LA EXISTENCIA


Ayer tarde fui a visitar a un viejo amigo enfermo. Lo hallé demacrado y sin fuerzas. Desde finales de año, por culpa de una extraña infección, no levanta cabeza. Ha perdido el apetito y se pasa el día sentado en el sofá. Se emocionó al verme. Las lágrimas caían de sus ojos, lentas y serenas, como llenas de añoranza.

            Intenté animarlo. Le hablé de que todos, sin remedio, pasamos por días malos. De que lo esencial ahora era luchar para sobreponerse a las adversidades. De la necesidad de revestirse de coraje para salir de las noches oscuras que nos llegan de repente y cuando menos lo esperamos. De que lo importante es aprender de los infortunios que nos invaden para mejorar, para cambiar el rumbo de la nave en la que íbamos por mares equivocados, lanzando lastres y sanguijuelas al agua, porque no sirven para otra cosa que para obnubilarnos la conciencia y sorbernos la sangre. De lo hermoso que es reencontrarse, tras el túnel, con uno mismo y perderse, gozoso, en un caminar solitario disfrutando de paisajes y músicas irrepetibles...

             “En cuanto vengan los días buenos, saldré yo también a dar un paseo.” Me dijo. “Nada más salga el sol, voy a intentar que salga también mi sol de dentro, ése que he tenido oculto porque las nubes de las ambiciones y los egoísmos, de la lucha diaria, me lo han tapado impidiéndome darme cuenta de que estaba vivo. Espero que no sea demasiado tarde y me recupere. Si Dios me da una nueva oportunidad no pienso desaprovecharla”. Concluyó.

            No sé. No sé si se obrará el milagro. Ojalá. Por lo visto las cosas andan complicándose. Lo único verdadero es que siempre nos damos cuenta de lo hermoso de la vida cuando estamos a punto de perderla. Nos creemos eternos, pensamos que la muerte sólo se da en los demás. Y no somos capaces de despojarnos del disfraz con el que nos vestimos cada día y, en la desnudez de lo que de verdad somos, gozar todo lo más posible de las estrellas y de la lluvia, de un sorbo de vino, de una sonrisa que se ofrece, de la lectura de un libro que busca hacerse amigo de verdad..., de un paseo contemplando las montañas y escuchando el canto de los pájaros, de un beso de buenas noches...

            ¡Qué pena que para muchos vivir sea un sinvivir! ¡Qué pena! No obstante, hay quienes, los menos, saben que la existencia es un regalo que sólo tiene sentido desde la paz interior y la huida de cuanto representa la maldad. Otros, la mayoría, por el contrario, pasan la vida sin saber siquiera que han vivido. Conozco incluso a un señor que cerca ya de los ochenta, en lugar de dedicarse a vivir en paz y disfrutar de la hermosura de las rosas y las espigas, anda coleccionando -y así desde que nació-, disputas ambiciosas sin escatimar la siembra de todo tipo de cizañas para conseguir sus objetivos, porque, según dice, no piensa morirse nunca.

No me extraña. Siempre el mal, como el peor de los cuervos, acaba enloqueciendo y sacándole los ojos al que lo crea y lo cría.