Ya cansa esta guerra declarada contra la religión. Algunos
partidos políticos cuando no gobiernan endurecen sus ataques y amenazan una y
otra vez con romper el dichoso concordato Iglesia-Estado, algo que, sin
embargo, nunca hacen cuando están en el poder. Y no será porque no han estado
años. A ver si lo hacen de una vez cuando de nuevo lo ejerzan. Pero de cierto,
que lo hagan de cierto. Y dejen de usar el cansino dicho como arma arrojadiza de
distracción barata cada vez que se pierden en la selva de la ineptitud y la incapacidad.
Y a ver si de paso suprimen también la asignatura de los colegios y dejan de
subvencionar a la jerarquía. No estaría mal. Así harían que la Iglesia fuera libre, libre
de verdad. Lo que espero es que hagan lo mismo con otras miles de ayudas y
subvenciones que sólo sirven para la mamandurria y el enriquecimiento de amiguetes, apegados y
listillos.
No me cabe
duda de que cuando esto suceda ya todos los problemas quedarán solucionados. Seguro.
Por lo que, una vez la religión quede arrojada del ámbito de lo público y si
puede ser también de lo privado, ya no habrá paro, ni injusticia, ni miseria,
ni dolor, ni llanto... Una vez arrancada la religión de la sociedad esto será
una balsa de aceite. Las reformas educativas serán magníficas y se acabará el
fracaso escolar. La Navidad
será una maravillosa fiesta de invierno en la que cantaremos boleros al
nacimiento del Frío y pediremos regalos a Mama Muñeca de Nieve. La Semana Santa , la
fiesta de la primavera, en la que celebraremos la pasión, muerte y resurrección
de las flores del campo. La corrupción dejará de existir, el terrorismo quedará
en un simple recuerdo humorístico y los separatismos en apenas un sueño ligero
de verano. Además, cuando se aprueben leyes relacionadas con la inmoralidad, el
pensamiento único y contra la familia, nadie pondrá el grito en el cielo. ¡Fuera
la religión y todo sea por la libertad!... ¿La libertad? ¿Qué libertad? Si cada
vez nos tienen más oprimidos, controlados, vigilados, sacrificados, exprimidos...;
si cada vez tenemos menos espacio en el que poder movernos; si cada vez hay más
cámaras instaladas en carreteras, calles, plazas, parques, hoteles, locales, establecimientos,
servicios..., que nos observan, examinan y nos graban; si cada vez hay más censura y podemos
hablar menos, si incluso estamos asustados y muertos de preocupación cuando no
de miedo...
¡Muera la religión por opresiva! No
cesan de gritar los muchos sabios y poderosos. Por opresiva..., cuando sólo
busca el amor, la solidaridad, la paz, la justicia, la fraternidad, el
compromiso, la alegría, la esperanza... ¿No será, de paso, que la religión es
un espejo que nos despierta la conciencia que inevitablemente llevamos dentro
pero que buscamos enterrar a toda prisa y por completo? El mundo al revés. Cada
vez más al revés. Hasta el punto que vivimos en la pura contradicción: la de
pan para todos, pero hambre para el pueblo y riqueza para la casta política y la
acaudalada. La de todos somos iguales, pero unos menos que otros. La de no ser
discriminados, pero la de serlo por el simple hecho de creer en Dios. La de
ayudar y apoyar ante todo a los más indefensos de la sociedad, niños y
discapacitados, pero la de buscar matarlos para que ni nazcan... ¡De locura! ¿Alguien
lo entiende?
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