¿Cómo es posible que los gigantes
del capitalismo aparezcan ante la prensa y opinión pública mundial como
sembradores, cultivadores y custodios del pensamiento llamado de izquierdas? ¿Cómo
encaja que los monstruos máximos adoradores del dios dinero puedan aparentar
que son partidarios de la dictadura de partido único donde no existe la
propiedad privada, ni la diferencia de clases, ni la libertad individual, ni la
división de poderes y donde todos los medios de producción e información están
en manos del Estado?
Incomprensible. No hay por dónde
cogerlo. Pero, sin embargo, tiene su truco. Los gigantes capitalistas no
pretenden en verdad crear una sociedad, en teoría, más solidaria, fraternal, igualitaria,
ecológica y participativa, verdaderamente de izquierdas, y mucho menos todavía
puramente comunista. Ni por asomo. Engañan. Solo quieren enriquecerse más,
tener mayor poder, controlarlo todo…
Esa es su ideología verdadera:
ganar. Y si para ganar tienen que disfrazarse de pobres mendicantes, se
disfrazan. Y si han de hacerse amigos y pelotear a países dictatoriales como
Cuba, Venezuela o China, lo hacen sin el menor escrúpulo. Y si han de crear y
fomentar movimientos tales como #MeToo o como
los de la ideología de género, lo hacen. Y si han de quitarse trajes, corbatas
y vestidos para aparecer andrajosos, despeinados, informales y sucios, se los
quitan. Y si han de convertirse en protestones en cualquier movimiento reivindicativo,
populistas dando discursos, acérrimos de un falso y extremista feminismo que
solo busca fomentar el odio hombre-mujer, comer basura, declararse defensores
de pobres y marginados…, así como si han de arrodillarse ante la muerte de un
hombre de color a manos de un policía malvado y no ante el asesinato sin aviso
de una chica blanca por disparo intencionado a bocajarro de un agente del
capitolio… lo harán sin inmutarse.
Es lo que hay. Los cerebros que
rigen el imperio de estos monstruos, reunidos en salas de lujo con copas de cristal
de Baccarat y licores exclusivos, saben muy bien que el camino es convencer de
que lo que socialmente estaba establecido (derecha) ha de destrozarse para
convertirse en algo totalmente contrario (izquierda), envuelta esta en papel de
brillo con adorno dorado en rizo para hacerte creer moralmente superior. Porque
si quieren aumentar sus ganancias e implantar su férrea dictadura de poder,
nada mejor que romper todas las estructuras tradicionales, carcas, y contar con
una sociedad dividida, dislocada, desnortada, enfrentada, globalizada, infantilizada,
desquisexualizada, poliamorosa, LGBTorgullosa, llena de violencia, separaciones,
divorcios, adulterios, alquiler de vientres, relaciones de usar y tirar, niños
repartidos, abortos, eutanasia, desconfianzas, arte sin pie ni cabeza, irrisorio,
vacío de sentimientos y belleza… Así que todos ellos de izquierdas,
aprovechándose del término que tanto ha calado en la sociedad presente, pero
solo en su parte externa, para desde ahí distorsionar y manipular a la
sociedad.
Y sí, de este modo, sus ganancias
serán inmensas y su poder ilimitado. Su red es ya tan amplísima que no hay
manera de escapar. Son los dueños de la tecnología, la comunicación, la
información, la salud y el comercio. Y ahí los tienen, como ogros pulperos de
mil brazos. Ahí están, entre otros muchos, Google, Apple, Facebook, Amazon,
Twitter, Youtube, Microsoft, Alibaba, Alphabet, Roche, Pzifer, Deutsche Bank, Visa…
Ahí, tan poderosos que son capaces de maniobrar, si hace falta, nada menos que en
las elecciones de cualquier país. Ahí, ganando millones de millones a causa de estos
hombres y mujeres desquiciados que somos todos en el barrizal que nos han hecho
creer es la maravilla de las maravillas, el mundo feliz de Huxley.
Ahí los tenemos, rompiendo todos
los valores que nos puedan hacer coexistir como humanidad. Porque ¿qué pueden
sacarle a una familia clásica, cohesionada, con hijos disciplinados, educados
en la responsabilidad, el sacrificio y el respeto, y a los que no hay que
ganarse a base de regalos sino de atención y cariño? Poco. Se gana más teniendo
nuevas parejas, más amantes, más hijos desperdigados a los que tengo que
compensar a base de regalos que solo satisfacen el tiempo que se tarda en
romper el papel de envoltorio. Se vende más fomentando el egoísmo, creando
conflictos, dividiendo, anulando conciencias, rasgando vínculos. Se consume más
siendo adicto a internet, tragando anuncios, yendo a la moda, viendo youtubers
e influences, visitando páginas de contactos, devorando pornografía, suscribiéndose
a Netflix, drogándose… Venga, todo el mundo con móviles que han de cambiarse
cada pocos meses. Todos los seres humanos localizados, vigilados, controlados,
escuchados, analizados, clasificados. Todo el mundo adorando falsos ídolos, fuera
ascéticas y místicas, fuera creencias, fuera valores cristianos, fuera cruces,
a derribarlas, viva la vida, carpe diem, aquí es donde hay que ser feliz, y eso
solo se consigue, ya sabes…: gastando, consumiendo, derrochando…
Así que eso de que los grandes
capitalistas del mundo de hoy son de izquierdas, nada de nada. Solo marketing. Su
única intención es que la gente llegue a creer que debe ser de izquierdas, entendiendo
por izquierdas lo moderno, lo juvenil, lo guay, lo progresista, lo rompedor…,
lo que ellos te marcan hasta convertirte en masa sin personalidad, lo opuesto a
lo que deberíamos ser. Hoy, los listos del capitalismo más atroz y
fantasmagórico solo buscan, a base de dominarte, ser ellos mismos, para ellos
mismos y en ellos mismos. Poderosos multimillonarios hipócritas manipuladores.
Los demás, en realidad, no más que mercancía barata que poco o nada importa.