viernes, 23 de diciembre de 2022

LOS TRES REYES MAGOS

                      





                                  Era otra vez la noche silenciosa y helada.

                                  Las estrellas brillaban tras la niebla encendida.

                                  Yo, muy niño, inocente, antes de irme a la cama,

                                  miraba hacia la calle, sombría e infinita. 

 

                                  El sueño era ligero. Dispuestos los zapatos 

                                  –al pie de la ventana, desgastados de usar–  

                                  a dar la bienvenida a los tres Reyes Magos. 

                                  El reloj se paraba. Mi corazón igual. 

 

                                  Y llegaban despacio, sin hacer ningún ruido.

                                  Todo como de magia que se envuelve en la noche. 

                                  Y yo me despertaba de un sueño no dormido

                                  y encontraba lo justo que encuentra un niño pobre. 

 

                                  Unos zapatos nuevos, un par de polvorones 

                                  y algún juguete humilde. Todo un gozo sentido, 

                                  todo un gran sentimiento, tornado en escozores

                                  al ver grandes regalos en otros niños ricos.

 

                                  ¿No se habrán confundido? Triste, me preguntaba. 

                                  Porque no puede ser que al niño que más tiene

                                  más regalos le traigan y a quien no tiene nada 

                                  apenas si le dejan lo mismo, lo de siempre.

 

                                  ¿No habrá sido mi error? Tal vez jamás mi escrito

                                  les llega donde habitan. Porque ¿cómo entender

                                  que no me dejen nunca aquello que yo ansío?

                                  Seguro que es mi culpa que no sé hacerlo bien.

 

                                  Y así un año tras otro. A ver si lo consigo.

                                  A ver si tengo suerte y les llega mi carta.

                                  Y la leen con esmero y me traen lo que pido. 

                                  A ver si este año sí… No pierdo la esperanza. 

 

                                  Porque yo, aunque ya viejo, herido de injusticias, 

                                  cuando llega esta noche, pese a los desengaños, 

                                  como aquel niño pobre, que apenas si dormía,

                                  sigo creyendo aún en los tres Reyes Magos. 

 

 

Sigo creyendo aún en los tres Reyes Magos porque sigo creyendo en Jesús de Nazaret. Sigo creyendo en los tres Reyes Magos porque en este teatro que es la vida, son los únicos seres limpios, capaces de traer ilusiones, misterio, bondad y paz 

 

Sigo creyendo en Jesús dentro de unos seguidores que, tristemente, en nada nos diferenciamos de los que no lo son. Empezando porque andamos desunidos. Y siguiendo porque tenemos iguales comportamientos, las mismas ambiciones, parecidas falsedades… Buscamos ser primeros, nos vestimos de arrogancia y vanidad, saboreamos la venganza. Y no tenemos modelos que nos animen en el camino.   

 

Y como consecuencia, dada tanta incongruencia, los corazones se enfrían, la fe se congela y los templos se van vaciando. Y mientras tanto, aprovechándose de tanta soñolencia, desunión y cobardía, llueven leyes absurdas, decretos denigrantes, disposiciones que dislocan, proyectos que sobrecogen, pactos que avergüenzan… Y el hombre y la mujer van perdiendo dignidad, valores y sentido de vida. 

 

Y huyo e intento perderme. Y al mirar al cielo, cada vez que lo hago, observo una estrella que brilla sobre las demás. Una estrella que marca hacia mi interior. Pero al mirarme dentro, veo que tampoco tengo a Jesús, que también se me ha perdido por los cerros de Úbeda. Busco entonces escribir a los tres Reyes Magos, a ver si tengo suerte y mi carta les llega, y esta vez me conceden lo que les pido que, ahora, ya al final de mi vida, no es otra cosa que me lleven con ellos al portal de Belén para encontrar definitivamente al Niño Dios, y adorarlo, y regalarle lo único que tengo y que me queda: mi pobre corazón cansado. 

 

 

 

martes, 13 de diciembre de 2022

CABE LA ESPERANZA

Cansado e indignado por la desastrosa y nefasta política, que está llegando, entre otros muchos esperpentos, a que los delincuentes pacten su propia condena con el gobierno, librándose de la sedición y la malversación, con el agravante además de que, mientras se lleva a cabo esta ignominia con nocturnidad y fiestas, estos golpistas, que podrán irse de rositas ahora y después, andan diciendo, sin parar, a las claras y con arrogancia, que lo volverán a hacer de nuevo para conseguir definitivamente la independencia; así como apenado también por tanta inflación, corrupción, robos, delincuencia, malos tratos, suciedad de calles y plazas, arboricidios, medallas póstumas protocolarias, tristes y frías, monolitos recién puestos y ya oxidados en la Corredera en recuerdo de personajes con fechas y cargos equivocados, discusiones, odios, insolidaridad…, me encuentro con una noticia estrella en el árbol de mis vivencias. 

 Se trata de un matrimonio de Úbeda, ya entrado en años, impactado aún por el terrible accidente de coche que sufrió su única hija, en el que falleció, quedando además parapléjica su única nieta. Esta, las Navidades las pasaba aquí, en familia, pero también con las amigas, disfrutando de lo que más le gustaba, patinar sobre el hielo en la pista instalada en la plaza de toros. 

 

Este año no podrá ser porque las pasará con su padre y sus otros abuelos muy lejos. El matrimonio, roto por la tristeza y el desconsuelo, había decidido no sacar de la buhardilla las cajas de cartón que contienen los adornos navideños… Y menos el Misterio, por mido a ser irreverentes cuando no blasfemos. 

 

Pero he aquí que, hace unos días, la nieta, sabiendo que no estará con ellos en estas fiestas, aprovechando el puente, ha venido a visitarlos. No puede andar por sí misma, pero se mueve con facilidad en su silla de ruedas, y lo más importante y digno, irradia alegría. 


Al enterarse las amigas, vinieron a verla, sacándola a pasear por las calles ya iluminadas con la intención no desvelada de llevarla el coso de San Nicasio. Y ahí fue la sorpresa. Al entrar, las amigas pusieron en los pies de la discapacitada unos patines y, a peso, sostenida por ellas, pudieron dar juntas, entre risas y aplausos, unas cuantas vueltas sobre el suelo helado convertido ahora en clara hoguera de amor y de amistad. 

 

Al día siguiente, cuando la nieta se levantó, los abuelos habían adornado ya la casa y habían puesto el Nacimiento en su lugar. Sobre el pequeño Belén colgaron también la típica cartela de todos los años en la que se podía leer: DIOS HA NACIDO, FELIZ NAVIDAD. 


Y yo, lo confieso, al conocer la noticia, tan sencilla como luminosa, he sonreído emocionado, y pese a tanta niebla y miseria humana que nos envuelve, me he dicho: Todavía hay luz. Cabe la esperanza. 

 

Pues eso, FELIZ NAVIDAD, amigos. 

viernes, 25 de noviembre de 2022

CLARIDAD DE LUNA

                                                       En homenaje a los enfermos de Alzheimer

                                                           


Su madre sufrió de Alzheimer y murió cuando él acababa de cumplir los cincuenta. Le entró un poco de miedo. Había oído decir que unos de los factores de riesgo de contraer la enfermedad era el de los antecedentes familiares. Pero pronto apartó de su mente esos malos augurios y continuó una vida normal, repleta de dificultades, luchas, desasosiegos y esperanzas… Esfuerzos que desembocaron en una ansiada jubilación, que decidió disfrutar. Paseaba, viajaba, leía, conversaba con los amigos, hacía manualidades de esparto… Hasta que comenzó a notar rarezas en sus propias actitudes y comportamientos. Sus más allegados no tardaron en etiquetarlo, entre ironías y risas, de despistado y olvidadizo, extraño… Eso, unido a la edad que ya contaba, y hombre inteligente que era, lo llevaron a la conclusión de que, sin querer, su vida se había adentrado en una vereda de sombras, en un espacio de grises hacia el negro, seguramente en un camino de nunca retornar.  

Se puso entonces en manos de médicos que no le mintieron. Él exigió la verdad. Un atardecer, pidió a su esposa, que le acompañase al viejo mirador de la muralla, donde aquella tarde lejana de primavera, siendo apenas dos adolescentes, se dieron el primer beso. Se sentaron cogidos de la mano. A lo lejos, como entonces, comenzaba a aparecer en lo alto del cielo una grandiosa luna llena; radiante plenilunio tan hermoso como un suspiro eterno. Pronto ya no conoceré a nadie. Pero a ti jamás dejaré de conocerte. Y si alguna vez lo dudas, bastará con que me lo preguntes.

            

Sufrieron un tiempo. La enfermedad, como una araña insomne, poco a poco lo fue envolviendo en su tela invisible sorbiéndole por completo la memoria y los sueños. Raquel lo cuidaba con suma paciencia y lo conducía casi a diario a las dependencias de una asociación cercana que lo atendía y dignificaba. Hasta que una tarde, al ir a recogerlo con urgencia, lo notó tremendamente triste. Algo dentro de él se había empeñado en dejar de dar cuerda a su reloj más hondo. Cuando llegó a la casa se dejó caer en su sillón de toda la vida perdiendo la mirada en una línea infinita dibujada más allá del horizonte. Y ya no quiso comer ni beber nada. La saliva se le escapaba por la comisura de los labios con una lentitud benevolente. Poco después, cerró los ojos, como muy cansado. Sus manos temblaban. Respiraba con dificultad. Raquel lo miraba conmovida y melancólica. Y lo vio tan hundido que se atrevió a hacerle la pregunta que nunca hasta ahora quiso hacerle: Luis, amor, ¿quién soy yo? Él abrió los ojos como quien intenta levantar, ya roto por el cansancio, dos columnas de mármol. Giró despacio la cabeza hacia ella y la miró sin inmutar el rostro. Después pareció hacer un ligero gesto como si negara con la cabeza. 

 

Entonces, su esposa, su compañera de toda la vida, la que compartió con él todos los trabajos, gozos y pesares que los calendarios nos regalan con sus hojas caducas, tan ásperos a veces que ni siquiera quisieron darles un hijo, le acarició las mejillas y le dijo al oído muy despacio, casi silabeando, dulcemente: “¿Quién soy yo? No lo sabes, ¿verdad?”.

 

Durante unos segundos no ocurrió nada. Raquel miraba a Luis con veneración, rota por dentro. Y Luis miraba a Raquel como quien mira un paisaje lejano en una terrible noche oscura… 

 

Pero de repente, el hombre abrió los ojos con mayor intensidad, como queriendo saltar los iris de sus círculos, mientras intentaba deslizar muy lentamente su mano izquierda hacia la mano derecha de ella, al tiempo que la otra se la llevaba torpemente hacia el pecho, cerca del corazón. Se hizo, en esos instantes, un silencio profundo, como si el universo se hubiera detenido… Y Raquel, en medio de aquella sinfonía sin notas, vio cómo de los ojos de él, ahora hundidos y tristes, se deslizaban dos lágrimas serenas y brillantes. Lo contempló emocionada. Le sonrío. Y le pareció que él le sonreía también, por eso se atrevió a besarlo en la frente, con toda la ternura y delicadeza del mundo, como quien besa a un dios que se hace cercano y anda despidiéndose para siempre. Acto seguido, Luis dejó caer sus manos como a plomo y entró en coma a la vez que cerraba los párpados para nunca ya volverlos a abrir. 

 

Fuera, dentro de una noche fría de otoño, en la oscuridad del cielo, alumbraba de nuevo una luna grande y redonda.      

viernes, 11 de noviembre de 2022

VAMOS DE VUELO

Dejado caer sobre una rama desnuda, el jilguero mira a los ojos de quien lo mira. No necesita cantar, solo intenta, desde su silencio y colorido, hacer saber que detrás de la portada que preside con su figura, hay numerosas páginas repletas de canciones sencillas, de versos sentidos, íntimos, intencionados… y también de dibujos de otros pájaros, de otras aves que pueblan los espacios abiertos de la inconmensurable naturaleza. Hay, en todo su conjunto, en resumen, un libro abierto a las personas de buena voluntad que tienen el corazón inclinado a la bondad y al respeto, así como un alma limpia dispuesta a amar a estos animales con alas que han nacido para ser luz y antesala del infinito.

Vamos de vuelo surgió porque el petirrojo tomó forma humana en la persona de Pedro Lorite García, que me lo propuso durante años, desde que nos conocimos hace ya milenios. Un poeta de tu sensibilidad tiene que cantar a los pájaros, tiene que dejar publicado su sentir poético y su amor a estos seres que solo quieren, como tú, ser libres. Ningún cantor, que yo sepa, ha hecho nunca algo semejante. Me decía. Y yo siempre lo postergaba. Hasta que ya, ante tanta insistencia, en esta recta final de mi vida, comencé, en contacto directo con los paisajes, a darle forma a la idea, a embadurnar el lienzo en blanco de las horas, a escribir en la mente, mientras cruzaba veredas, puentes y túneles olvidados, versos de sol y luna, que luego, ya en la quietud de mi despacho, plasmaba en la pantalla de un ordenador que de tanto rehuirlo me ha ganado en su amistad. 

 

Conforme vayas haciendo poemas me vas diciendo las aves elegidas para que yo les haga un dibujo que los acompañe. Y así, en un periodo de varios años, fui eligiendo gorrión, gaviota, cigüeña, cuervo, águila, cisne, mirlo, colibrí, pingüino, martín pescador…, y cómo no, ruiseñor y petirrojo… En total, treinta y seis poemas con sus treinta y seis dibujos. 

Luego, Minerva, poemas y dibujos, los llevó a las máquinas, los hizo impresión, los encuaderno y los configuró en libro, en volumen de tacto delicado, elegante y lleno de vida.

 

Y aquí está, como un grito hecho sentimiento, en medio de estos ruidos ensordecedores de ciudad y esta niebla espesa que nos envuelve y que huele a azufre de odio, de rivalidades, de injusticias, de falacias, de miedos, de desesperanzas… 

 

Aquí está, Vamos de vuelo, inmaculado, sin ánimo de lucro, nacido libre, independiente, sin recibir aportación alguna de dinero público, sin patrocinio de nadie, dispuesto a volar a los aleros de las manos de quienes quieran leerlo en la soledad de los días serenos y tenerlo en la biblioteca de sus sueños. 

 

Si estás interesado, amigo o amiga, te lo regalo. 

martes, 25 de octubre de 2022

LUCHA ELECTORAL

Estamos dentro de un nuevo curso escolar, que es además curso electoral, y donde se darán las notas hacia final de primavera. Un curso político que a nivel nacional va a ser complicado. También a nivel local, cómo no, en Úbeda, va a ser duro, y más sabiendo que los ciudadanos tendremos que hablar en libertad aun pensando que este hecho es, aparte de arduo, peligroso, ya que te crearás aversiones y enemistades de unos y de otros, por lo que se te hará difícil la convivencia en el día a día. 

 

Pero así es la democracia y la democracia exige riesgos y valentía. Y más si lo haces desde la crítica personal y la independencia, mirando esta lucha desde la distancia.

Una lucha donde el PP buscará igualar el número de concejales y el PSOE mantener la mayoría absoluta. Sospecho que no la mayoría absoluta del dieciséis a cinco de las últimas elecciones, que fueron históricas, aunque esto nunca se sabe, pero, eso sí, al fin y al cabo, mayoría. La actual alcaldesa tiene en su haber la realización de importantes obras, el arreglo y adecentamiento de edificios, calles, plazas y parques, tanto en el centro como en las periferias. También cuenta en su haber con numerosos proyectos puestos en marcha, así como el haber asistido a gran cantidad de actos a lo largo de su mandato, y el haberse adueñado casi totalmente del ocio, el deporte, las fiestas, los festivales, los certámenes, las artes, de la cultura local y sus dirigentes en cualesquiera manifestaciones, incluso de la religiosidad popular, comiendo del erario municipal tanto laicos como religiosos. En una palabra, en Úbeda es raro que se mueva una hoja sin su conocimiento o consentimiento. Y luego, como es inteligente y hábil, sabe salir de los atolladeros que se les presentan, y se sabe vender, como buena socialista que es, extraordinariamente bien en las redes sociales, mostrando amablemente su labor y su figura. 

 

Mientras, el PP, dentro de sus complejos y luchas internas, anda ilusionado, con cambios constantes, buscando hacerse ver, estrenando sede y pretendiendo imitar las tácticas socialistas, aunque con menos imaginación. 

 

En una palabra, parte con ventaja la señora alcaldesa, que no tiene mayor enemigo, eso sí, que su propio partido. Los ánimos, por el momento, están muy caldeados con esto de la crisis, la inflación, las mentiras, la luz, el paro, el hambre, el falcon, la subida de impuestos, la tremenda deuda pública, los pactos de quitar el sueño, las polémicas leyes y hasta el desprecio a Jaén en los presupuestos generales del Estado…, más lo que puede venir, como sería disminuir las condenas por sedición, lo que daría lugar al regreso de Puigdemont riéndose de todos, una mayor suelta de etarras o darle, aparte de más pasta para seguir llenándoles el cazo, las competencias de justicia al PNV…. Vamos, como para estar preocupada, porque podría ser que el malestar y cabreo de la gente le lleve a dar la patada de Charlot al Señor Presidente del Gobierno en la figura de la alcaldesa, y más si aparece alguien en los alrededores de las mesas electorales con una pancarta que recuerde esa de: Que te vote Txapote. Yo, entonces, temblaría.  

domingo, 9 de octubre de 2022

UN LUGAR DONDE VIVIR LIBRE Y EN PAZ

¿Habrá algún lugar en el mundo donde me dejen tranquilamente ser libre y vivir en paz?

Porque es que uno anda ya cansado de una sociedad que parece más un enjambre de depredadores desquiciados que un remanso de noble convivencia. Aquí no cesan de salirme llagas en el corazón y donde, ligero ya de equipaje en esta recta final, me están volviendo loco.

 

Cuando escribo ya no sé cómo tratar los sustantivos y menos los adjetivos, y me irrita eso de tener que poner a la vez niños, niñas y niñes, u hombre, mujer, gay, lesbiana, transexual, bisexual, asexual, skoliosexual… para no excluir a nadie. ¿Cómo digo yo eso en un poema?

 

Hay una poesía preciosa de García Nieto que empieza diciendo: 

 

Cuanto más hombre el hombre, más se acerca,

más vuelve con la sangre y con el alma  

a aquellas torres lúcidas que tuvo

sobre la fe primera de la infancia.

 

Todo el mundo lo entiende, ¿verdad? Todo el mundo sabe, desde hace siglos, qué incluye aquí el vocablo “hombre”, ¿no? Pues bien, mil veces he pensado qué diría el poeta hoy, acosado por el feminismo desbocado y grotesco que nos invade. Sería: Cuanto más persona la persona, o Cuanto más ser humano el ser humano… Pero ni por esas, tiemblo, porque podría venir entonces la Ministra de Igualdad a recriminarle que no diga: Cuanto más ser humana el ser humana… O mejor: Cuanto más mujer la mujer… Ignorando que de ninguna de estas formas queda bien enmarcada la métrica… Así que, aparte de no genérico y prosaico, este poema estaría mal hecho. Y vuelta a la confusión cuando tengo que referirme al cisgénero masculino taxista, periodista, socorrista o socialista…, porque he de decir entonces, por la misma regla, taxisto, periodisto, socorristo y socialisto… ¡Qué lío! 

 

Y lo mismo pasa con el género, que ya no sé si he sido, o quiero ser, o dejaré de ser el que soy. Cuestión de probar. Y si tienes dudas, prueba cuantos antes, porque a partir de los doce ya puedes cambiar de sexo tranquilamente. Y si eres mujer y te quedas embarazada, ancha es Castilla, puedes abortar sin problema, como quien se quita una espina, con dieciséis no hace falta ni siquiera que se enteren tus padres. Y aquellas mujeres que se consideren tal y decidan tener hijos, sepan que no se llamarán “madres” sino “cuerpos gestantes”. ¡Qué horror!

 

Y esa es otra, lo horroroso, que también está bien visto. De ahí que muchos ni se laven, vayan con el cabello grasiento y vistan ropa haraposa que, según me dicen, cuesta además mucho más que la que no lo es. Horrores también como que se considere obra de arte un cuadro en el que se ha estrellado un huevo sobre el lienzo en blanco, o se realicen esculturas con cacas de gato…, o películas groseras y aburridas donde a los actores no hay quien los entienda de lo mal que pronuncian… O se escriban novelas tediosas y versos jeroglíficos insufribles. Todo fealdad. Y entre feos anda el juego. De ahí que se den los grandes premios oficiales a poetas y escritores que no hay dios que los entienda, ni demonio que los lea, pero eso sí, ellos y todos los demás artistas que los reciban han de ser de izquierdas, ateos, sectarios y ricos.  

 

¿Dónde está, pues, ese lugar que busco? Porque aquí ni me dejan ser libre ni vivir en paz. Aquí no puedo decir siquiera que creo en Dios porque soy de todo menos progresista. Además, es sembrar el odio, ponerme del lado de la inquisición, discriminar, ser machista, reaccionario, intransigente, facha, ignorante, bobo… Y hasta puede, si vivo todavía algún tiempo, que acabe siendo delito y me encarcelen. 

 

Aquí me fríen a impuestos, me amenaza Hacienda, me mira con lupa el Ayuntamiento, me tienen controlado, me vigilan, me ven, me escuchan, me prohíben, no comas esto, no bebas aquello, no fumes, no pienses… No vayas el fútbol y grites al árbitro, o llames pelirrojo al defensa que tiene el pelo color zanahoria, porque eso es racismo y xenofobia. No intentes publicar un desnudo porque te lo censurarán. No quieras ser azafata porque te lo impedirán. No pretendas ejercer la prostitución porque te arrastrarán a la clandestinidad y te harán la vida imposible. No mires a una mujer, no le digas una palabra agradable, que eso es acoso, y no te acuestes ni con tu esposa sin antes haber firmado ella un documento explicito y claro afirmando que sí es sí. No regañes a tus hijos ni hagas ademán de levantarles la mano que eso es violencia doméstica. No gastes una broma, ni cuentes un chiste, ni hagas inocentadas, ni novatadas…, que puedes insultar a alguien, faltar al respeto, herir… No, no, no… Otra vez niño, eso no se mira, eso no se coge, eso no se dice, eso no se hace… Y sin embargo, cada vez más asesinatos, más peleas, más agresividad, más malos tratos, más picarescas, más desvergüenza.

 

Aquí todo, además, es cogérsela con papel de fumar, andar en desconfianzas y no salirte ni un ápice del camino de lo políticamente correcto, donde la mayoría de nuestros grandes personajes históricos eran fascistas, misóginos, mataindios o matamoros, y todos los patriotas imbéciles, y casi todos los curas pederastas. Donde casi todas las mujeres han recibido abusos o han sido violadas, donde todo hombre heterosexual es un presunto peligro, donde no existe igualdad para todos, donde no se sabe ya ni cuántas clases de familia hay, donde en los parques juegan cada vez menos niños, donde no te metas con la fe islámica, donde hay mala educción, falacias, hipocresías, puertas cerradas, fachadas con carteles de alarma, okupas, insolidaridad, robos, paro, drogas, guerras, amenazas nucleares, populismos, tristeza, gente enferma y abandonada, gente que va hablando sola por la calle, jóvenes que se pierden en el metaverso, personas que si te acercas, te recelan… y dolor, gran dolor de hijos por los divorcios, infinidad de divorcios, porque yo no sé qué pasa con el amor que cada vez se acaba antes. Aquí me engañan con la luz, con el agua, con el gas, con la línea telefónica, con la compra… Y raro es el día que no me dan el día. Y encima cada dos por tres, sobre todo cuando estoy descansando, suena al teléfono y es alguien para hacerme una encuesta, venderme algo, o para que me cambie de compañía.  

 

Aquí también se va a obligar a los dueños de mascotas a esterilizarlos o a que aborten. ¡Qué obsesión con el sexo y el aborto! ¡Pobres animales! Y para colmo hasta se anda levantando muertos para echárnoslos en cara, para dividirnos, para que pasemos del perdón a la venganza.  

 

Y más y más y más…

   

Me voy, me retiro, busco incansable un lugar donde no enloquecer y me dejen ser libre y vivir en paz… Y mientras lo encuentro definitivamente, ando encerrado en mi convento personal y me escribo a mí mismo desde este blog para no morirme de pena. 

sábado, 24 de septiembre de 2022

UN REGALILLO DE 130 MILLONES

En este pueblo en el que resido pero que en el que apenas vivo, hay grandes necesidades. Y más últimamente, tras la crisis reinante, la inflación desmedida y la insoportable vulgaridad de los que nos gobiernan. 

También hay grandes necesidades en otros muchos pueblos. En Cartagena, sin ir más lejos, donde he pasado una larga temporada, he podido ver colas del hambre. Mujeres y hombres haciendo fila para poder comer en uno de los comedores sociales de Cáritas. Tremendo.  

 

Y cada día que pasa aumenta la pobreza. El paro hace horrores. Familias que no pueden pagar el alquiler, que no pueden pagar los alimentos básicos, que no pueden pagar el recibo de la luz, ese recibo, por cierto, dicho sea de paso, sobre el que hacían una demagogia vergonzante, casi llamando a la sublevación, Pablo Iglesias e Irene Montero ante una hipotética subida de un cuatro por ciento, hace tres días, estando en el suelo de la oposición, cuando ahora ha subido más de un 95% y en ascenso, y sin decir ni pío. ¡Ah ya, que ahora están en las nubes gubernamentales! Ver para creer.  

 

Pues bien. Vista esta situación que vivimos de no poder llegar a fin de mes, o llegar con dificultades, o pasarlas canutas cada día que amanece…, aparece nuestro Presidente del Gobierno y en su visita a Nueva York, se reúne con el pobre de Bill Gates, ese indigente que, según dicen, apenas tiene en su cuenta corriente 138.000 millones de dólares, mil millones arriba mil millones abajo, y va y le hace entrega de 130 millones de euros para su humilde fundación, dedicada al desarrollo ecológico y social. Vamos, algo así como si a mí me regalaran dos céntimos para mi asociación. Dos céntimos para el menesteroso Gates, pero toda una extraordinaria cantidad para cualquier otra entidad dada a socorrer a los necesitados en España, entre ellas Cáritas, esa organización católica que tantas ayudas presta a quienes andan desamparados. Esa luz en la atalaya de la Iglesia a la que tanto criticamos, pero a la que pronto acudimos cuando nos vemos inmersos en necesidades perentorias.

 

Estamos locos. Hemos perdido el rumbo. Vivimos en un mundo al revés. Damos pasteles a los lobos cebados y les quitamos el pan a nuestros hijos famélicos. Subimos impuestos hasta la asfixia y regalamos el dinero a los multimillonarios extranjeros, al tiempo que, para mayor incongruencia, nos dicen que hay que quitarles el dinero a los ricos de aquí, que son gotas de lluvia al lado de océano del fundador de Microsoft, que gana, según cálculos de Business Insider, 1.300 dólares por segundo. Casi nada. 

 

Pero este regalillo al señor Gates, que para nosotros es todo un regalazo, y que le ha hecho el misericordioso señor Sánchez de dinero público, que no de su propia cartera, ¿a qué viene? Yo no lo sé. Yo le tengo alergia a los despachos de los políticos y nunca me entero de nada. Pero los entendidos dicen que es el precio que ha pagado nuestro Presidente por hacerse una foto con él. Foto que satisface su vanidad enfermiza al tiempo que le hace creer que, cuando se largue o lo larguen de la presidencia del gobierno, le servirá para alcanzar un buen puesto, un buen lugar entre elegantes moquetas donde estar bien visto, tener influencia y seguir ganando dinero sin dar un palo al agua. 

 

Aquí, ya ven, el que no corre vuela. ¡Qué caritativos y solidarios que son! ¡Qué santos!  

martes, 13 de septiembre de 2022

LADRONES

Aumentan los robos.

En ciudades y pueblos hay un aumento considerable de hurtos. El empobrecimiento de la población, la galopante inflación, la mala educación que se fomenta, la ley del mínimo esfuerzo que impera, el deseo de ganar dinero sin esfuerzo, la ausencia clamorosa de valores, la inmoralidad reinante, las leyes favorecedoras para con el que delinque y el mal funcionamiento y desprestigio de la justicia hacen que cada vez más personas se vean abocadas a introducirse en propiedades privadas y con más o menos violencia, sin estar o incluso estando los dueños, llevarse cuanto de valor encuentran a su paso para beneficio personal.

Y así aparecen raperos y mangantes que al menor descuido te roban la cartera, el móvil, el bolso, el reloj, la maleta…, o lo que se les ponga en el camino y que puedan darles alguna ganancia.

Pero lo peor es cuando los ladrones se constituyen en bandas estructuradas capaces de asaltar viviendas y sin ningún escrúpulo arrasar con cuanto allí hay, ocasionando, no ya el que se lleven algún que otro collar, sortija o pulsera que puedan tener los propietarios, sino el tremendo destrozo que dejan al paso, como un asalto de bárbaros al mando de Atila para que donde pisan ya no vuelva a crecer la hierba.

Y por ello, estas bandas ciegas de odio y ambición, sin conciencia, sin miramientos, sin misericordia, son terribles. Perfectamente organizadas, tras estudiar las viviendas, ser avisados e informados por compinches que trabajan allí, o se mueven cerca, saber quiénes las habitan, cuáles son sus costumbres, qué estatus presentan, cuándo no están…, dan el golpe.

Y así, hace unos días, a un matrimonio cercano y familiar mío le han dado un golpe que los ha dejado hundidos, y más que económicamente, anímicamente. Resulta que el marido, ingresado en el hospital de suma gravedad, mientras era intervenido a vida o muerte, y la esposa esperaba impaciente en la sala los resultados, los viles cacos forzaron la puerta de entrada y arrasaron con todo. Abrieron cajones, levantaron camas, tiraron y destrozaron cuadros, ropas, menaje, alimentos… y se marcharon con las pocas cosillas de oro y bisutería que guardaban en la coqueta, alguna que otra, recuerdos de sus padres, y un puñado de euros para el día a día…

Normal. Dirán ustedes. Cosas que pasan. Mala suerte. ¿Normal, mala suerte entrar por la puerta del bloque de tres accesos, subir al piso sexto h, forzar la puerta arrancando los pernos y pasar dentro sin que nadie se atisbara ni de lo más mínimo…?

Qué ladrones, qué sinvergüenzas…, pero, sobre todo, qué canallas. Porque bien sabían ellos que mientras robaban, tras darles alguien el aviso, el dueño de la vivienda se debatía entre la vida y la muerte, y su esposa andaba ahí, cerca de él, abrasándose en el dolor ante la incertidumbre. Cuando, después de largas horas, el equipo médico, ya de madrugada, informaba de que la situación era extrema y que al pobre hombre lo tenían que ingresar en la UCI, mientras intentaba limpiarse las lágrimas y pedir a Dios un último esfuerzo milagroso, le sonó el móvil informándola de la fechoría cometida en el lugar donde él y ella, solos, sin más compañía que el amor que se tienen, luchaban por pasar juntos y en paz los últimos años de sus vidas. Lo que les faltaba.

“No han tenido conciencia”. Le dijo el informador con pena. ¿Conciencia? Uno de los grandes ladrones de la historia, “El sapo”, el que, entre otros, robó el banco de Yecla y los cuadros de Esther Koplowitz, y al que para mayor gloria de la decadencia en la que vivimos se le hacen entrevistas para sacarlas en la televisión, y se vanaglorie de sus infinitos hurtos y crímenes, lo dijo bien claro: “¿Que si duermo bien?, como un niño, no ves que yo no tengo conciencia”. Pues que te proveche y aproveche de paso a los ladrones del matrimonio cercano al que han robado y herido de muerte el vacío tan negro de alma que tenéis, so miserables.            

miércoles, 24 de agosto de 2022

REGRESO DE VACACIONES

 

                    Regreso de vacaciones.

                    Las maletas repletas de compras.

                    La piel bronceada.

                    El estómago destrozado de excesos.

                    La carne tatuada de lámparas nocturnas.

 

                    Entrar en la casa es un golpe traidor

                    en la conciencia.

                    Las pocas macetas de la entrada

                    se han secado.

                    Y hasta encuentro telarañas

                    en el rincón del portal.

 

                    Hay que volver a la rutina,

                    me digo, casi con lágrimas en los ojos.

                    Bebo un sorbo de agua

                    que sabe a tierra añeja.

                    Abro la nevera y allí encuentro

                    una lata sin nombre y sin destino.

 

                    Miro el móvil y busco una foto

                    donde me veo en la orilla de una historia.

                    Y la comparto en las redes

                    para que rabien de rabia los que me conocen.

 

                    Finalmente me siento cansado (cansada)

                    en el sillón del salón que necesita una limpieza.

 

                    Hay hormigas por la cocina.

                    Y una salamanquesa detrás del farol de la terraza.

 

                    Estoy triste y deprimido (deprimida). 

                    Busco un antidepresivo, un ansiolítico,

                    cualquier cosa que me alivie el llanto y el temblor.

 

                    Y no lo entiendo. ¿Cómo puedo hallarme así

                    después de tanto esparcimiento y diversión? 

                    Ya sé:

                    se fue de vacaciones una parte de mí.

                    La otra, la más importante,

                    la dejé en la nevera junto a la lata de conservas.

jueves, 11 de agosto de 2022

EL DILEMA DE EDUCAR PARA LA PAZ

Aquí, como en otros muchos lugares, nos hemos pasado décadas sembrando valores de convivencia, solidaridad, respeto, libertad, amor…, y paz. En todos los colegios hemos dedicado jornadas enteras a la paloma blanca con ramo de olivo, hemos cantado canciones, recitado poemas, confeccionado pancartas, dibujado en folios sueños de esperanza...


En la emisora escolar del colegio que dirigí durante doce años, la sintonía de cabecera era una canción que repetía un estribillo tan sencillo como breve: “Los niños queremos la paz”. Y así llegaron a tararearlo todos los alumnos del centro, desde infantil a octavo. 

Y en la siembra de la paz hemos crecido. Entonces, les hacíamos ver a los pequeños los males que traían las guerras, las desgracias que ocasionaban, la mucha sangre que vertían… Y soltábamos globos y dedicábamos aplausos y gritábamos vivas… Y me iba feliz a casa, pensando que lo que hacíamos no era otra cosa que llenar de vida y pacifismo miles de corazones en aras de un mundo mejor.   

 

Pero ahora, sentado ya en el banco del final del parque, en soledad, sin apenas tener relación con antiguos compañeros, con muchos amigos ya habitando las estrellas, con algunos conocidos inmersos en la añoranza, viendo la situación del mundo, la decadencia de Europa, el deterioro de España, me pregunto si aquello mereció la pena, fue un error, o, simplemente, se hizo de manera inadecuada.

 

Porque vamos a ver… Si hay dos pueblos que piensan y viven distinto, y uno fomenta la libertad, la democracia, la separación de poderes… y el otro busca el autoritarismo, el totalitarismo, la tiranía… Y el primero lleva, aunque con ciertas desigualdades, a la superación y desarrollo personal, a la libre decisión de elegir, al convencimiento de respetar, a favorecer el llamado estado del bienestar…, y el segundo a la pobreza, a convertirse uno en un simple número en la colectividad, al pensamiento único, a la ruina generalizada... Y en el primero se aboga por el no a la guerra, por el no a las armas, por el no a la violencia, por el no a la contaminación, por el no a la destrucción del planeta…, mientras que en el segundo se aboga por no informar de nada a los súbditos, por armarse insaciable mientras el pueblo pasa hambre, por no hacer caso a las resoluciones contra la contaminación y el ansia de imponer, sea como sea, su ideología… Al surgir una invasión de este sobre aquel… ¿De qué servirá la educación dada en el primero?

 

En todas las encuestas que se hacen en España sale con claridad que muy pocos estarían dispuestos a luchar en un conflicto bélico, que nada de derramar hasta la última gota de sangre por la bandera, que eso de amor a la patria es de fachas, que ni hablar de violencia… Y entonces llega Putin e invade Ucrania. Y entonces llega Estados Unidos y toca las narices de China. Y entonces llega China y rodea Taiwán. Y entonces llega Corea del Norte y ensaya una nueva arma nuclear. Y entonces llega Marruecos y se arma hasta los dientes aumentando el gasto militar un 30%... Y los topos que quedan dentro de nuestro país democrático, comunistas traidores, minando fuerzas de libertad, desdeñando al ejército, embarrando la convivencia, poniendo el grito en el cielo si alguien da una bofetada a alguien…, pero cobijando a los criminales de ETA, apoyando a los golpistas separatistas, poniéndose del lado de Putin, de Xi Jinping, de kim Jong-un, de Maduro, de Ortega, de Castillo, y de cuantos tienen sometidos a los pueblos, y hablando de paso de guillotinas para cortar la cabeza del Rey si este se sale un pelín de su ideología marxista, como hace unos días al no levantarse Felipe VI al paso de la que dicen ser una de las espadas del sanguinario Simón Bolívar en la toma de posesión como presidente de Colombia del que fue guerrillero narcotraficante criminal y ahora autodenominado de izquierdas progresista, Gustavo Petro.  

Pero a pesar de todo, no me arrepiento de haber educado en el amor, en la convivencia, en la solidaridad, en el respeto, en la libertad, en la paz…, porque así me invadan todos los déspotas y opresores del mundo y acaben conmigo, mientras caigo, sabré con gozo que en este viaje por la vida he estado en el lado de los buenos. Y que sembrar paz en lugar de guerra, pese a todo, aunque acabemos derrotados y humillados, nos hace más grandes, más nobles y más humanos. 

viernes, 29 de julio de 2022

MIRANDO A LA IGLESIA


Algunos medios de comunicación y las redes sociales han puesto el grito en el cielo porque la reina de España, doña Letizia, en la festividad de Santiago Apóstol, en Compostela, a la hora de proclamar el Evangelio, ni se santiguó. Sí lo hizo el Rey así como la Princesa y la Infanta, aunque estas sin demasiada soltura ni convicción.

¿Y qué quieren? ¿Qué critican los beatos de siempre? La Reina no es creyente, según su primo hasta es abortista practicante. Va a la iglesia obligada y siempre que puede deja de hacerlo, y más que lo hará. ¿Y qué pasa?

 

A quién hay que mirar es a la Iglesia. Esa Iglesia de boato y pomposidad que se resiste a ser verdaderamente evangélica y perder privilegios terrenales. Una Iglesia poco consecuente que abre las puertas en la festividad del 25 de julio a autoridades y poderosos y se las cierra a peregrinos que vienen de hacer cientos e incluso miles de kilómetros. Una Iglesia que cuando cierra sus puertas y quedan allí clérigos con sus ropajes de gala y demás parafernalias, rodeados de numerosos peces gordos, hinchados de comer y beber, engreídos y vivales, se pone a leer el evangelio de San Mateo, 28, 20-28, en donde se dice: “Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que se vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo…” ¡Casi nada! 

 

Pues como quien ver llover. Y tan felices. El Rey sale del recinto diciendo, ya hemos cumplido. La Reina que se la he hecho muy larga la ceremonia y que tienen mérito aguantar tanto facherío. La Princesa y la Infanta que hubiera sido un completo aburrimiento de no haber sido por el vuelo tan espectacular del botafumeiro. Y los peces gordos preguntándose dónde ponen el mejor marisco, que para eso es hoy el día de Galicia.

 

Y luego nos quejamos de que los templos están vacíos, que a las misas dominicales asisten cuatro y mal avenidos, que la gente pasa de los curas, de la frialdad de conciencia, de que no hay vocaciones, de que los conventos no paran de cerrarse…

 

La incoherencia, amigos, la incoherencia. Y, sobre todo, el anquilosamiento de una Iglesia que anda noqueada por los tiempos, con grandes frentes a los que no sabe dar claras y convincentes respuestas, como la igualdad plena de la mujer, el celibato, las comunidades, la homosexualidad, el posconcilio… Inmersa en luchas de cardenales y obispos, acomodada, burocratizada, con párrocos funcionarios, adormilada, agitada un poco en tiempo de procesiones que sacan a la calle grupos de personas movidas, más que por la fe y la evangelización, por la fiesta y la tradición.    

 

¿Y quién, ante este panorama, puede convertirse? ¿Lo llevo a una misa donde ya ni se arrodilla uno en la consagración? ¿Le presento al señor obispo? ¿Le hablo del señor viario? ¿Del deán de la catedral? ¿Del rector del seminario? ¿Lo invito a las catequesis de primera comunión? ¿A los cursillos prematrimoniales? ¿A un bautizo? ¿A una confirmación? ¿A una boda?... Puafff. ¿Le hablo del Papa, sabiendo que la mitad de la cristiandad misma lo pone verde, se ríe de él, lo ridiculiza, lo denigra, lo llama hereje…? ¿Le hablo de la penitencia, de la dificultad de encontrar un sacerdote en caso de necesidad…? ¿Le hablo de no hallar apoyo de nadie del clero cuando dices de hacer algo altruistamente para bien de los demás…? ¿Le hablo de cómo nos llevamos los cristianos? ¿Le hablo de los congresos eucarísticos, del sínodo, de los concilios, de los dogmas, del catecismo, de las encíclicas, de la doctrina social, del derecho canónico, del discaterio de la doctrina de la fe, de la casilla del IRPF, de los bienes del banco vaticano…?

 

¿O le hablo de Jesús, de Jesús de Nazaret? Y así le leo cada pasaje del Evangelio, le muestro la coherencia perfecta, el amor sublime, la comprensión más honda, la igualdad más plena, la entrega más generosa, la fraternidad más alta, la libertad más sentida, el camino más recto, la verdad más grande, el pan de vida, el sacrificio, la resurrección… y, de paso, de cuantos, en silencio y humildad, en su nombre, y siguiendo sus pasos, andan dando su vida por los demás aquí y en los confines de la tierra. 

 

Y es que comparar a Jesús con la Iglesia superjerarquizada, mundana, dependiente y politizada, es comparar el sol con la luna, aunque la Iglesia tenga a Jesús y sea de Jesús… Y es cierto, y lo acepto convencido, lo que no acepto es que tanta oscuridad de siglos y tanto ramaje de intereses personalistas y tantos abusos ocultos y ostensibles pretendan dejarme ciego y hacerme comulgar, no con sagradas formas, sino con pesadas ruedas de molino, esas que sirven para, antes de que se escandalice a un pequeño, quienes pretendan hacerlo se las cuelguen al cuello y se arrojen al mar. 

 

El día que, por ejemplo, en Compostela, en la festividad de Santiago, vea a los peregrinos en primera fila, y a los gobernantes sentados entre ellos sin emblemas, y al Rey o la Reina acudiendo sin compromiso político, solo porque así lo quieren, por propia voluntad…, y se lea el evangelio de san Mateo 28, 20-28, y todos se persignen respetuosamente antes y todos digan al final con fe y en absoluta libertad: “Gloria a ti, Señor Jesús”, ese día, digo, creeré que los que están dentro creen verdaderamente, creemos.