También hay grandes necesidades en otros muchos pueblos. En Cartagena, sin ir más lejos, donde he pasado una larga temporada, he podido ver colas del hambre. Mujeres y hombres haciendo fila para poder comer en uno de los comedores sociales de Cáritas. Tremendo.
Y cada día que pasa aumenta la pobreza. El paro hace horrores. Familias que no pueden pagar el alquiler, que no pueden pagar los alimentos básicos, que no pueden pagar el recibo de la luz, ese recibo, por cierto, dicho sea de paso, sobre el que hacían una demagogia vergonzante, casi llamando a la sublevación, Pablo Iglesias e Irene Montero ante una hipotética subida de un cuatro por ciento, hace tres días, estando en el suelo de la oposición, cuando ahora ha subido más de un 95% y en ascenso, y sin decir ni pío. ¡Ah ya, que ahora están en las nubes gubernamentales! Ver para creer.
Pues bien. Vista esta situación que vivimos de no poder llegar a fin de mes, o llegar con dificultades, o pasarlas canutas cada día que amanece…, aparece nuestro Presidente del Gobierno y en su visita a Nueva York, se reúne con el pobre de Bill Gates, ese indigente que, según dicen, apenas tiene en su cuenta corriente 138.000 millones de dólares, mil millones arriba mil millones abajo, y va y le hace entrega de 130 millones de euros para su humilde fundación, dedicada al desarrollo ecológico y social. Vamos, algo así como si a mí me regalaran dos céntimos para mi asociación. Dos céntimos para el menesteroso Gates, pero toda una extraordinaria cantidad para cualquier otra entidad dada a socorrer a los necesitados en España, entre ellas Cáritas, esa organización católica que tantas ayudas presta a quienes andan desamparados. Esa luz en la atalaya de la Iglesia a la que tanto criticamos, pero a la que pronto acudimos cuando nos vemos inmersos en necesidades perentorias.
Estamos locos. Hemos perdido el rumbo. Vivimos en un mundo al revés. Damos pasteles a los lobos cebados y les quitamos el pan a nuestros hijos famélicos. Subimos impuestos hasta la asfixia y regalamos el dinero a los multimillonarios extranjeros, al tiempo que, para mayor incongruencia, nos dicen que hay que quitarles el dinero a los ricos de aquí, que son gotas de lluvia al lado de océano del fundador de Microsoft, que gana, según cálculos de Business Insider, 1.300 dólares por segundo. Casi nada.
Pero este regalillo al señor Gates, que para nosotros es todo un regalazo, y que le ha hecho el misericordioso señor Sánchez de dinero público, que no de su propia cartera, ¿a qué viene? Yo no lo sé. Yo le tengo alergia a los despachos de los políticos y nunca me entero de nada. Pero los entendidos dicen que es el precio que ha pagado nuestro Presidente por hacerse una foto con él. Foto que satisface su vanidad enfermiza al tiempo que le hace creer que, cuando se largue o lo larguen de la presidencia del gobierno, le servirá para alcanzar un buen puesto, un buen lugar entre elegantes moquetas donde estar bien visto, tener influencia y seguir ganando dinero sin dar un palo al agua.
Aquí, ya ven, el que no corre vuela. ¡Qué caritativos y solidarios que son! ¡Qué santos!
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