jueves, 11 de diciembre de 2014

NAVIDAD SIN DIOS

Café sin cafeína. Pasteles sin azúcar. Leche sin lactosa. Vino sin alcohol. Chocolate sin cacao… Navidad sin Dios.

Navidad sin Dios. Es decir: fuego sin calor, abrazo sin amor, canto sin música, felicidad sin gozo, vida sin esperanza…

Cada año resulta más triste la Navidad. No llena de ilusión salir a la calle. Y cuando se sale no se regresa lleno de paz, ni de alegría, ni de bondad. Muchas luces de colores, grandes parafernalias gigantescas en medio de las plazas, numerosos escaparates con arbolitos y bolitas de colores, infinidad de tiendas con montañas de mantecados, licores y productos para comer…, pero frialdad en el ambiente, egoísmos camuflados, indiferencias consentidas, pobreza disimulada, soledades entre la multitud, crisis económica, pérdida de valores… Y en medio de ello, todo lo más, felicitaciones mediante mensajes cargados de erotismo, política, ironía, crítica, doble intención…

Y es que nada nos trae a Dios. Dios no cuenta. A Dios se le ignora. A Dios se le aparta. Colores llenos de formas pero sin mensajes. Luces y destellos pero sin sentido. Comidas pero sin convivencia. Regalos pero sin cariño. Ya casi nadie habla de que nace el Niño Jesús, el Niño Dios. Ya nadie canta villancicos a las figuras de un Belén construido en familia, con trabajo compartido. Ni siquiera los niños tienen ya que esperar la llegada de Reyes Magos para recibir los regalos, se los dan antes, para que los disfruten en los días de vacaciones. Todo buscando el pragmatismo, lo tangible, lo práctico… Aquí lo que importa es qué día es la gran comilona de la empresa o del grupo, qué marisco hay, bueno y barato, para cenar en Nochebuena, qué bromas vamos a gastar el día de los inocentes y qué me voy a poner para divertirme en Nochevieja hasta que amanezca…  
 
Pero, pese a todo, Dios sigue naciendo, como siempre lo hizo. Y sigue naciendo en una cueva alejada de la ciudad, de la posada, del sueño de los acomodados, de los palacios de los poderosos, de las alcancías repletas de riquezas. Lejos de todo y todos aquellos que por cobardía, por intereses, por comodidad se hacen los tontos y nada saben. Por no saber ya no saben los niños de la escuela, pese a tanta Navidad que se celebra, en qué lugar nació Jesucristo. No lo saben. Hagan la prueba. Yo la realicé en los años de mi docencia y quedé impresionado.  

Qué vacías se nos van presentando ya las navidades en muchos pueblos y ciudades. Qué pena de iglesias con misas del gallo a las siete de la tarde y cerradas a las doce de la  noche. Qué triste que los adornos se alejen de los mensajes cristianos, todo informe, geométrico, todo vistoso, todo superficial, como huyendo de la verdad, sin imágenes, sin ángeles, sin Virgen María, sin San José, sin Niño Dios…, no sea que se molesten los de otras religiones, los agnósticos, los ateos, los incrédulos…

Pero esto es lo que hay… De todos modos, todavía quedan algunos pastores que se levantan en la noche y se dirigen al portal para ver y adorar al Niño Dios nacido, al Mesías prometido, al Salvador del mundo… Pastores llenos de barro de los caminos, heridos por los pinchos de los cantones, arrepentidos de sus debilidades, cansados de bregar con sus rebaños…, que se acercan hasta allí en silencio para adorarlo. Pastores que saben escuchar en estos días la música dulce de la paz que nos llega en medio de tanta guerra. Pastores que viven y sueñan y regalan una FELIZ NAVIDAD.  

martes, 2 de diciembre de 2014

VIENA

Hay lugares inolvidables. Y uno de ellos es Viena.

Llegué a la capital de Austria cuando caía la noche. Hacía frío pero el calor del ambiente lo aminoraba. Subí a una carroza de la época y me adentré en la ciudad. Calles equilibradas, serenas, llenas de misterio, mágicas... Después, a pie, anduve por las viejas callejas por las que me salían al paso eternos fantasmas, músicos geniales, poetas malditos, pintores vanguardistas, artistas por el amor al arte… Y preso de compañías eternas, casi congelado ya por tantos siglos de Historia, un vino caliente en una de las tascas instaladas en una vieja plaza vino a mi encuentro hasta llevarme a un sueño hecho mañana envuelto en grandezas.

Visité palacios, museos, exposiciones, tiendas… Y me adentré en el soberbio gocé de poder asistir en el Teatro de la Ópera Estatal a la excepcional obra “Las bodas de Fígaro” del genial Wolfgang Amadeus.

También visité la Biblioteca Nacional Austriaca, una de las más bellas del mundo y en la que se conservan más de 200.000 libros impresos entre los años 1500 y 1850. Entre ellos podemos apreciar la colección de 15.000 volúmenes del Príncipe Eugenio de Saboya. Dignos son igualmente los muchos libros procedentes de conventos que fueron cerrados a causa de diversas reformas políticas.

Viena es también, sobre todo en su centro, una ciudad legendaria que vive básicamente del turismo. Una ciudad para el forastero que se sustenta sobre dos pilares básicos: la emperatriz Sissi y el músico Mozart. Dos personalidades a quienes, sin embargo, mientras vivieron, la ciudad no hizo justicia con ellos ni los valoró en su medida exacta. Ella, la emperatriz Isabel de Baviera, fue duramente criticada y poco apreciada por no soportar la rigidez de la corte, huir en busca de la naturaleza, viajar, adelantase a su tiempo, pretender ser libre, vivir su romanticismo lejos de Viena... Una emperatriz que fue asesinada junto al lago Lemán de Ginebra y que incluso no quería que la enterrasen en la capital imperial, sino en la isla griega de Corfú… Él, Mozart, porque pese a ser un genio, no se escapó de envidias, recelos, críticas y trampas, llegando a morir bajo el cielo vienes con dificultades económicas, por lo que se le tributó un entierro de tercera al que acudieron muy pocas personas y se le sepultó al anochecer en una tumba comunitaria sin que nadie sepa siquiera, a día de hoy, el lugar exacto… Y ahora, miren por donde, cosas de la vida, ambos invaden la ciudad con sus figuras y sus nombres, apareciendo en todo tipo de objetos, alimentos y lugares... siendo mitos más que admirados que generan inmensas fortunas. 

Mas pese a todo, Viena, es algo especial. Es un vals en las pupilas del alma, una sinfonía de pompas de jabón que ya no dejan de caer con su música de colores en el corazón hasta la muerte. Por eso, al despedirme de ella, tras mirarla por última vez a lo lejos desde el taxi que me conducía al aeropuerto, me volvió a parecer tan bella como cuando llegué a ella, más bella aún, porque, sobre todas las cosas, pude comprobar, como dijo el escritor Karl Kraus, que sus calles están pavimentadas con cultural…, y dentro de la cultural –añado yo–, con poesía. Casi nada.


  



lunes, 10 de noviembre de 2014

LA CAÍDA DE LOS MUROS

Hemos conmemorado el 25 aniversario de la caída del muro de Berlín. Los que vivimos aquel acontecimiento y fuimos testigos de su derrumbe, entre vítores y lágrimas de quienes abrían un espacio por el que pasar y poder volver a abrazarse los del oeste con los del este, no podemos dejar de olvidarlo y de seguir congratulándonos de ello, porque siempre que un muro cae, el hombre se alza más en la conquista de la libertad, su mayor tesoro.

Odio los muros. Me avergüenzan las murallas. Mi indignan las alambradas… Me entristecen los separatismos... El mundo se hizo redondo precisamente para que no tenga arriba ni abajo, derecha ni izquierda… El mundo es una unidad en sí misma… y nada es de nadie. Las montañas, los mares, las llanuras, los valles…, están ahí, no los creamos, nos fueron dados, son de todos, espacios para la flora y la fauna, también para el hombre…, para que el hombre los controle, los mejore, les saque beneficios…, pero no para que el hombre los posea sólo para su propio provecho individualista.

El mundo es una globalidad. Y cada vez más. Los medios de comunicación, las televisiones, internet…, nos hacen a todos ser ciudadanos de una misma aldea. Las diferencias entre nosotros son cada vez más mínimas. Estamos tremendamente enlazados dentro de una red de intereses políticos, económicos, sociales, culturales… inmersos en un mismo destino de futuro, viajeros en una misma nave hacia el infinito del cosmos.  

De ahí que no entienda estos movimientos separatistas de algunos. O es que andan, contra lo que puede parecer, hacia lo retrógrado y lo reaccionario, o son los últimos coletazos de quienes, aturdidos por los acontecimientos vertiginosos que se vienen dando, se resisten a abrir mente y corazón, y aceptar que todo ha cambiado y que yo no existe el tuyo y el mío, sino el nosotros.

Los países que se encierran en ellos mismos. Que imponen por la fuerza a sus habitantes el aislamiento, que quieren separarse, que levantan muros…, están condenados al fracaso. Ya lo estamos viendo en muchos lugares del planeta. Mas, pese a todo, no escarmentamos. Volver o quedarse en el pasado sólo es cosa de personas cortas de vista. También cuando a mi pueblo llegó la luz eléctrica, a finales del siglo XIX, mis viejos paisanos entendieron que eran cosas del demonio, que aquello no tenía porvenir…, y se rieron y burlaron de aquellas primeras bombillas que se fundían cada dos por tres. “Gran fracaso”, decía uno de los periódicos locales. “La ciudad está más a oscuras que nunca. Como las lámparas de petróleo, nada. Esto no tiene porvenir.” ¡Qué listos! Pues lo mismo que sucede ahora con resistirse a aceptar que sólo hay futuro si lo andamos unidos. Pero no se preocupen quienes están tristes, por ejemplo, con la posible separación de Cataluña… De llevarse a cabo, ya vendrán los días en que ellos mismos pedirán volver a la unidad en aras a que muchos siglos permanecimos juntos, éramos hermanos. Y es que los muros que separan, tarde o temprano, igual que se levantan, caen. Y, si no, al tiempo.


            

martes, 28 de octubre de 2014

AL PADRE ISIDRO HERNÁNDEZ, CAÍDO EN LA GUERRA DE LA VIDA

Andamos en un frente de batalla. Salimos de la trinchera y corremos hacia delante sin saber muy bien qué objetivo queremos alcanzar. Frente a nosotros hay una niebla desde donde se nos disparan balas que no vemos pero sentimos, escuchamos y palpamos, sobre todo al ver cómo a nuestro lado van cayendo quienes nos acompañan, quienes corren a lo largo del horizonte porque alguien nos ha dado la orden de avanzar y una vez puestos en pie ya no podemos volver atrás. Adelante, siempre adelante. A veces, alguna metralla nos hiere y caemos, pero alguien nos ayuda y volvemos a levantarnos y a seguir corriendo hacia el asalto final que nunca alcanzamos. Yo, como todos, ando en esta guerra. Corro de frente con la esperanza de no ser el alcanzado. Algunos días miro a mi alrededor y veo cómo, un poco lejos, cae un joven. O uno ya mayor algo más próximo. Pero algunas veces, cae también alguien a quien amo de manera especial, alguien que viene muy cerca de mí, que me acompaña, con quien comparto palabras, sueños, pan, besos, esperanzas… Y de vez en cuando veo igualmente caer a alguien que, estando a mi lado mucho tiempo, un día decidió atacar por otro espacio, por otro flanco, alejándose…

Y eso me sucedió el otro día. Yo anduve corriendo hace algún tiempo en la lucha al lado de un hombre activo, servicial, bueno de corazón, inteligente, comunicador, creativo… El padre trinitario Isidro Hernández. Nos dimos la mano y cruzamos una lluvia de proyectiles que no pudieron con nosotros. Compartimos ilusiones, proyectos, viajamos juntos por España, Italia y Argentina, representamos teatros, participamos en actos culturales y hasta hizo que nos recibiera el Papa, hoy santo, Juan Pablo II… Fueron meses hermosos… Luego… Bueno, luego él continuó su lucha personal por otros territorios, cruzándonos sólo en contadas ocasiones…, hasta que no volvimos a vernos.

De golpe, hace semanas, un compañero me lo hizo saber: “Han herido al padre Isidro. Lo ha alcanzado una bala en el páncreas y está muy grave”. Corrí entonces hacia su espacio de guerra y me acerqué para animarlo. Se desangraba a chorros. No me quedó más que agradecerle de todo corazón lo que había hecho por mí y por mi familia, lo mucho que vivimos juntos, las muchas ilusiones sembradas, los sueños que compartimos... Se abrazó entonces a mí llorando y me respondió con parecidas palabras que apenas les salían del cuerpo. Yo lloré con él. Y nos despedimos con un hasta luego, con un hasta que nos volvamos a ver en el reino del infinito. Ahora me acaban de comunicar su muerte. Al decírmelo, he mirado unos instantes para atrás y lo he visto, allá a lo lejos, enjuto, pálido, frío, pero con una ligera sonrisa en sus labios, esa sonrisa entre pícara, amable y animosa con la que siempre iba regalando a todos. Descanse en paz, padre Isidro. Me pare unos instantes para decírselo. Me he parado. Y, al hacerlo, observo cómo cruza por mi lado un enjambre de disparos. Tengo que seguir, en esta guerra que es la vida, quien se para es blanco seguro. Hay que seguir sobreviviendo, equivar, driblar, agacharse, saltar, lanzarse cuerpo a tierra, levantarse, caer, volverse a levantar… Vivir. Vivir sabiendo que más tarde o más temprano te alcanzará la bala definitiva y caerás con los ojos abiertos hasta pudrirte, mientras otros soldados saltarán sobre ti y pasarán por tu lado, corriendo, intentando escapar del tiroteo. Es ley de vida. Es la pesadilla que nos ha tocado vivir en el sueño de Dios.

jueves, 16 de octubre de 2014

HAMBRE DE DIOS

¿Quién dice que la espiritualidad ya no tiene sentido, que ha muerto? ¿Quién dice que hoy lo que hay que hacer es pasar de todo aquello que tenga relación con la trascendencia? ¿Quién dice que el arte religioso ya no tiene porvenir, que sólo puede llevar al fracaso?

Nuestra cultura y nuestra historia están íntima y profundamente ligadas a la fe. Las mejores obras de la literatura, de la poesía, de la música, de la pintura, de la arquitectura, de la escultura… están relacionadas con el tema de la religiosidad. Todos los maestros clásicos lo han tocado y se han sabido profundamente congratulados con ello…

Sin embargo, en nuestro tiempo, los movimientos pragmáticos, hedonistas y relativistas nos intentan hacer creer que todo lo relacionado con las creencias ya no tiene sentido, no es válido, nada aporta, porque lo consideran, si no como un volver el pasado, sí, cuando menos, como un quedarse estancados en el presente. Y no es así. Por más que nos quieren cerrar los ojos a la verdad de la existencia, toda persona reflexiva, libre, que dedique un tiempo a la meditación personal, se dará cuenta de que dentro de ella hay una dimensión que asciende más allá de la puramente carnal, que hay un deseo de trascender, incluso una necesidad de acudir a un Ser Superior en el que buscar comprensión, ayuda, esperanza, gozo, vida...

No somos mera materia. Sentimos en el alma el amor, somos capaces de perdonar, queremos construir, ansiamos mejorar, soñamos con un mundo mejor, buscamos la felicidad. Es decir, tenemos grabado en la conciencia un especial tatuaje que nos recuerda que no somos ni plantas ni animales, que somos seres especiales, capaces de pensar, de sembrar, de crear, de conocer y conocernos, de comprender que venimos del olvido y vamos a la muerte, pero que al mismo tiempo algo nos dice que puede haber un más allá, un nuevo modo de continuar existiendo, una forma de ser unidad en la Unidad.    

Y por más que desde todos los medios, por infinidad de intereses y motivos, y porque ello nos hace más esclavos y dependientes, menos libres, luchen por emborronar nuestro adentro, y así quede paralizado, acorchado, insensible, no hay más que dar a conocer algo que tenga sinceridad creativa, que despierte el ánimo del corazón, que nos haga ver que el camino de la espiritualidad, incluso el del misticismo, no ha muerto, para que nos sorprenda la reacción de la gente.

De ahí que, aunque muchos se extrañen, cada vez que represento una obra teatral de carácter religioso, los teatros y lugares de representación se llenen. Durante lustros, el Grupo de Teatro que dirijo ha representado la obra acerca de la vida de Jesucristo, y ni una sola vez, en más de sus trecientas puestas en escena, ha quedado una sola butaca vacía.

Ahora, por el mismo grupo teatral, estreno la obra “El poder de la oración”, que he escrito en homenaje a Santa Teresa de Jesús. Y nada más poner las invitaciones a disposición del público, se agotaron, teniendo que representarla al día siguiente, y para la cual, en una sola tarde, se volvieron a agotar todas las invitaciones.

¿Y eso por qué? ¿Cómo un grupo de aficionados puede lograr ese éxito? ¿Cómo va ser eso posible si cuando se representan obras teatrales, modernas, laicas, agnósticas…, por compañías de actores profesionales, superconocidos y famosos además, siempre hay pocos espectadores?

¿Cómo puede Maranatha llenar los teatros una y otra vez con sus obras y en especial con sus obras de carácter religioso? ¿Cómo puede ser eso posible? ¿Qué misterio encierra? Me preguntan. A lo que yo, con humildad, suelo responder: No hay ningún misterio, es, sencillamente, que, en el fondo, la sociedad tiene hambre de Dios.

viernes, 3 de octubre de 2014

UN AÑO APASIONANTE

En diciembre del año pasado, las madres carmelitas descalzas de Úbeda me pidieron tomar parte en los actos conmemorativos de la celebración del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús.

Una efeméride especial, y más tratándose de una de las figuras más relevantes, no sólo en el mundo religioso, sino poético, literario, de pensamiento, social... Todo un ejemplo de mujer adelantada a su tiempo: luchadora, andariega, escritora, fundadora, mística, santa, doctora…, incansable.

Y acepté. Cómo no voy a acudir a la llamada de estas santas mujeres que lo han dejado todo para unirse a Dios y pedirle por todos los demás. Ellas viven de su trabajo y oran por la humanidad. En el seguimiento a Cristo no todo es acción, también es necesaria la contemplación, dar la vida a base de entregarse a los demás desde la ascética y la unión espiritual. Ellas han sentido a Jesús llegar a su casa, como llego en Betania a casa de sus amigos Lázaro, Marta y María. Y en lugar de ponerse a trabajar en las tareas de los preparativos para el banquete, se han sentado a su lado para escucharlo, para dialogar con Él, para pedirle por cuanto haga falta… Y Jesús, en lugar de recriminarlas, al quejarse Marta, le hace saber que su hermana ha sabido escoger la mejor parte.

Pero pese a ello, ser contemplativa no significa llevar una vida sosegada, cómoda, sin complicaciones, sin compromisos… Ser monja de clausura es labrar sin descanso, desgastarse hasta los huesos en bien de los pueblos y las naciones, es salvar almas desde el secreto, es alcanzar milagros que ni siquiera se saben que han sido concedidos por mediación de ellas… Es llegar a ser parte del Misterio en el misterio.

Y acepté ser su pregonero en el acto de la inauguración del Centenario. Y el próximo viernes, día 10 de octubre, a las 20,30, en su Iglesia, en unidad con el Grupo Polifónico San Juan de la Cruz, haremos un acto literario-musical, abierto al público, pero dedicado especialmente a ellas.

Y el sábado siguiente, día 18 de octubre, a las 19,00 horas, también en su iglesia, de manera gratuita mediante invitación, el Grupo de Teatro Maranatha estrenará una nueva obra en un acto que he escrito para representarla también por toda España, en Homenaje a Santa Teresa: El poder de la oración.

En relación a esta obra les remito al blog de la Asociación Socio-Cultural Maranatha para tener una mayor información.

Comienza el centenario de Santa Teresa. Nos queda todo un año apasionante. La Santa y sus hijas se lo merecen.








jueves, 18 de septiembre de 2014

EL SEXO HACE MARAVILLAS

No cabe duda. El motor que mueve al mundo se llama sexualidad. Si exceptuamos las personas con almas excelsas adentradas en cuerpos especiales, que por motivos de fe, creencias, valores o metas de suma libertad, renuncian al placer de la carne, no sin esfuerzo y sacrificio, todas las demás no somos más que máquinas que pone en marcha la caldera de la libido.

Lo llevamos dentro. Hay una inevitable atracción hacia el otro o la otra que anda impreso desde que nacemos en los genes, dormido en la infancia para despertar en la pubertad, crecer en la adolescencia y brotar como un torrente en la alta montaña cuando la juventud; y que ya no cesa, recorriendo cauces medios y bajos, hasta desembocar en el mar de la muerte.

Y, aunque nos hagamos los ignorantes, los indiferentes, los educados…, a todos los hombres nos llama la atención la figura de una mujer atractiva que cruza a nuestro lado, y a todas las mujeres la figura de un hombre apuesto que las mira con singular interés.

De ahí que las chicas, para llenar más el baúl de su autoestima, no tengan reparo alguno en mostrar sus encantos. Y de ahí también que vistan ropas más que atrevidas, provocadoras, insinuantes… Y de ahí que los chicos se disfracen de romeos yendo y vistiendo a la moda que marquen los diseñadores.

El sexo, por consiguiente, es la mejor tienda, el mejor escaparate y el mejor vendedor. No puede por lo tanto extrañarse nadie que el erotismo e incluso la pornografía anden alrededor nuestro como el mismo aire que respiramos. Toda la publicidad está llena de una atmosfera sexual más o menos a las claras cuando no encubierta y subliminal. Anuncios, carteles, letreros, rótulos… En el cine, igual. No hay película, serie, cortometraje o videoclip que no nos muestre un desnudo, una escena de amor apasionado, una imagen sensual… Un libro, si quiere triunfar, no puede dejar de expresar capítulos lujuriosos, y si es sadomasoquista, mejor. Y si no que se lo pregunten a E.L. James, autora de Cincuenta sombras de Grey… O como en el teatro: si los actores se desnudan en un momento determinado, el lleno se asegura. O la misma pintura: un buen desnudo es un cuadro vendido. Así que, queramos o no, todo está repleto de sexo, todo, hasta la música, la escultura, la fotografía… Bueno, la fotografía no digamos. Adolescente mandando fotos desnudas; mujeres y hombres enviando vídeos de alto voltaje; artistas y famosos que llevan en sus móviles sus propios selfis más que escandalosos…

Y a tanto hemos llegado que hasta la prensa seria, la que hasta hace poco era la guardiana del recato y el decoro, ya presenta en sus páginas apartados con intención lasciva. Y si es la digital mucho más. Saben los directores y editores que en cuanto exponen un apartado en donde aparezca en el titular la palabra: sexo, o braga, pene, tetas, desnudo, pillados, caliente, orgasmo…, y más si se acompaña de una foto voluptuosa, es cepo en el que el noventa por ciento cae… Las estadísticas no fallan: cualquier noticia con sexapil es sesenta y tres veces más leída que el resto… Y es que el sexo hace maravillas… Lo mismo a mí también, después del titular que he puesto a este humilde artículo se me multiplican las entradas en el blog. Como experimento y con esa intención lo he escrito. Ya se verá. Estaré atento.

martes, 2 de septiembre de 2014

LA MONEDA HEREDADA

Antes de morir, su madre le dijo que le trajese una pequeña caja que escondía en la parte baja del armario. El hijo se la trajo pensando tal vez que en ella habría algunos cientos de euros o alguna joya de gran valor, pero no, sólo había una moneda. “Toma, hijo mío, esta peseta… y tenla siempre guardada en alguna caja de tu casa. De este modo nunca te faltará para comer.”

El hijo tomó la moneda y la miró entre la decepción y la incredulidad. Era una simple peseta de Franco, de níquel y cobre. Una moneda que guardó sin darle mayor importancia. Cosas de viejos, supersticiones de mayores. “Guárdala. Siento no tener mucho más, pero ten por seguro que a mí, si bien nunca he tenido para lujos, no dejando la caja vacía, guardando siempre en ella una peseta, he mantenido la seguridad de que no me faltaría para comer ni para que tú estudiaras. Y así ha sido.”

La mujer fue enterrada y el hijo, que hacía algunos años había terminado Magisterio, andaba buscando trabajo en lo que fuese.

Coincidí con él la primavera pasada en Córdoba. Estaba yo en el parque con mi nieto. Fue él quien me llamó la atención. Estudió como interno en SAFA de Úbeda e hizo las prácticas conmigo. Entonces, mientras hablábamos, pasó un chaval repartiendo tarjetas de propaganda: “Compro oro y monedas antiguas”.

Nada más leerla, entre risas, mi viejo alumno de prácticas me dijo: “Si yo tuviera oro iba a estar aquí. ¿Sabes? Aunque una moneda antigua sí que tengo…, una peseta de la época de Franco que me dejó mi madre como herencia. Tiene tela.” Fue entonces cuando me di cuenta de que no andaba bien económicamente. Me contó que vivía de echar jornales, que marchó a Francia a la vendimia, que había estado en la aceituna y que ahora se mantenía de la subvención del paro… No se casó ni tenía novia. “¿Necesitas dinero?” Le pregunté. “No. Tengo para sobrevivir. La buena de mi madre me dejó una peseta para que nunca me faltara para comer. Y la verdad es que así ha venido siendo. Pero para poco más, la verdad.” Entonces yo, para romper la tristeza creada, le dije: “Pues mira a ver si esa peseta es de 1946. Esa moneda se cotiza bien. Creo que los coleccionistas vienen dando unos seis o siete mil euros por ella.” Se río. Nos reímos. Se despidió y prometimos volver a vernos. 

Pero no había pasado ni un cuarto de hora cuando lo vi llegar de nuevo. “¿Has dicho que una peseta de 1946 vale unos seis o siete mil euros?” “Hombre, yo de numismática no sé mucho, pero eso tengo entendido.”  Le respondí. “Pues mira qué casualidad.” Y me mostró una peseta perfectamente bien conservada. En ella se veía le efigie de Franco y bajo su perfil la fecha: 1946. “Amigo, ya tienes para salir del apuro. En esa tarjeta pone que te la compran…” Y salió a toda prisa…, pero de repente se detuvo. Volvió hacia mí y con lágrimas en los ojos me dijo: “No puedo venderla. Hay cosas que valen más que todo el dinero del mundo.” Y acariciando la vieja peseta con sus dedos… se perdió lentamente.

Este sábado pasado, en Córdoba, hemos vuelto a encontrarnos. Estaba mucho más feliz que la última vez que nos vimos: “¿Sabes una cosa? El uno de septiembre comienzo a trabajar como maestro en el colegio de los Trinitarios”.

Y me emocioné. Me emocioné tanto que lo abracé con toda el alma. “Lo de la moneda funciona. No te deshagas nunca de ella, amigo.” Le dije. “Ni borracho.” Me contestó. Y entre risas nos fuimos a celebrarlo. Había motivos: una vez más la vida pagaba bien a quien bien obra.




sábado, 2 de agosto de 2014

¡QUÉ POCA VERGÜENZA!

   Más de quinientos millones en Andorra, según la policía, tienen los Pujol. Más de 1.800 millones mediante otros vínculos. Al final, calculan que el montante último entre operaciones, propiedades y paraísos fiscales alcanza los 3.000 millones de euros.

¡¡¡Tres mil millones de euros!!! ¡¡¡Quinientos mil millones de pesetas!!! QUINIENTOS MILLONES POR MIL VECES. Tendrán poca vergüenza. Así decía yo que algo estaba pasando cuando ya no llego ni a fin de mes. Así decía yo que algo fallaba cada vez que veía a pobres familias mendigando. Algunas buscando en los contenedores. Así decía yo que algo ocurría cada vez que veía a centenares de miles de jóvenes preparadísimos emigrando a otros países. ¡Tendrán poca vergüenza!

Pero pongo la mano en el fuego, mejor, pongo las dos manos y el corazón, a que iguales cantidades y por el mismo negocio del hurto, la manipulación, la extorsión, las amenazas, las subvenciones, los chanchullos y la cara más dura que el cemento, tienen otros muchos señores gobernantes y de la alta sociedad. Todos apoyados entre ellos, todos unidos como los tres mosquesanguijuelas, todos chupando de los pezones de la vaca del desorden interesado, las divisiones, las tiranteces y las ideologías políticas.

¡Qué poca vergüenza! Qué poca vergüenza también los poderes del estado. Todos. El gobierno y los gobiernos autonómicos, los diputados serviles y aborregados, los senadores vestidos con las túnicas de sosiegos, los jueces y fiscales… que nada o muy poco hacen. Y a los que pretenden hacer se les hace la vida imposible. Y es que en el fondo, más o menos, de alguna manera, casi todos andan pringados. “Amigo Lázaro, engañado me has, porque te has comido las uvas de tres en tres. ¿Qué cómo lo sé si soy ciego? Pues en que yo las comía de dos en dos y callabas.” Mentira que es.

Ahora, los Pujol andan escondidos en distintas mansiones de lujo situadas en los Pirineos. Sólo hay que esperar a que pase la tormenta. Que será rápida. Después, todo quedará olvidado. Vendrán en cualquier caso algunos abogados puestos de acuerdo a envolver el pastel en papel de aluminio y todos tan contentos. La cosa no era para tanto. Se nos dirá. Y yo tendré que escribir un nuevo artículo en este blog pidiendo perdón. Y al tiempo, por si queda algún entristecido, para alegrarlo, la economía, se nos informará, está mejorando. Ya en lugar de seis millones de parados, hay sólo cinco millones novecientos noventa mil. No está mal. Y a todo esto, como un sorbo de esperanza, el Madrid y el Barça camino de ganar alguno de los dos la Champions League y la Selección Nacional de Baloncesto la copa del mundo. Y nada, al bar para celebrarlo. Pero cuidado, ya sabes, si bebes no conduzcas, nada de enfados, nada de insultos, nada de revoluciones…, porque si se te sales lo más mínimo de la raya marcada se te cae el pelo. Que tú eres un mindundi, amigo. ¡Qué poca vergüenza! 

miércoles, 23 de julio de 2014

EL VUELO DE LOS PÁJAROS

Cuentan que un caminante llegó, después de muchos años de andar buscando un sitio donde pudiera aprender el secreto de los pájaros, a un pueblo perdido en la sierra, cerca del mar. Le gustó el ambiente. Las gentes parecían amables, las plazas tenían un cierto aire romántico, como dormidas en los siglos, y el paisaje que lo rodeaba invitaba a la meditación y la paz. Incluso presentaba por la parte norte, mirando a las aguas inmensas y azules, un desfiladero de gran altura y tremendamente escabroso. Lugar donde el caminante se dirigía todos los días, sobre todo al amanecer o al atardecer, y se sentaba cerca del filo para poder estudiar con más detalle el vuelo de las aves.

            Pero se equivocó. Cuando pasó un cierto tiempo, los habitantes del pueblo comenzaron a criticarlo. Que si era muy callado, que si no visitaba los bares, que vestía muy raro, que siempre estaba leyendo, pintando o tocando una vieja armónica… Y mucho peor, no tardaron en llegar las calumnias: que si era un brujo que por las noches invocaba al diablo, que se le estaba poniendo cara de jilguero, que bebía sangre…

            Hasta que un día estalló una tremenda tormenta cuyo granizo, más que granizo bolas de hielo, casi destroza el pueblo por completo. La rabia era inmensa. El odio enrojecía los ojos y los corazones. Las ganas de encontrar un chivo expiatorio, impresionantes. Y claro, todas las miradas se pusieron en el perfil del caminante, culpable sin juicio de todos los males. Fueron a la casa. A patadas rompieron la puerta. Lo sacaron a empujones y lo llevaron, a golpes de pedradas, insultos y desprecios, incluso de escupitajos e insultos, hasta el acantilado. Lo mejor para todos era arrojarlo y que se lo comieran los buitres.

            Y así fue. Todos a una lo llevaron al precipicio. Y, sin miramientos, entre varios, que lo tomaron como a un saco de carne, lo lanzaron al abismo… No lo vieron caer. La pendiente era demasiado vertical como para asomarse. Y se marcharon. Pero de repente, un niño que volvió la cabeza gritó: “Mirad, el forastero va volando”. Y al girarse, todos vieron que a lo lejos, elevándose hacia las nubes, como un fénix de luz, el forastero ascendía mientras un puñado de pájaros iba delante a modo de un cortejo de eternidad. 

            Desde que era niño soñé con volar. De joven, Juan Salvador Gaviota fue mi ídolo. Más tarde, cuando vi que sobre mi balcón las golondrinas construyeron varios nidos que podía tocar con la mano, y que después de cada invierno regresaban, supe que ellas me comprendían. Es como si me estuvieran diciendo que me consideraban su amigo y confiaban en mí. Hoy, después de muchos viajes por senderos y caminos diferentes, y llegar a pueblos perdidos, comienzo a darme cuenta de que las piedras, los escupitajos, los insultos, las calumnias… ya no me afectan… Lo mismo es que comienzan a crecerme alas en el alma y puedo volar cuando las sombras me lancen al vacío.   


jueves, 3 de julio de 2014

SE ESTRENÓ “MALOS TRATOS” CON EXTRAORDINARIO ÉXITO

En el Teatro Darymelia de Jaén, el pasado 25 de junio, a beneficio de la Cofradía del Santo Sepulcro, costando la entrada doce euros, lleno, el Grupo de Teatro “Maranatha”, que dirijo, estrenaba la obra “Malos tratos”, que yo mismo había escrito hacía ya más de un lustro. 

Confieso que no estaba nervioso, al menos no tanto como en otros estrenos. Hacía más de dieciséis meses que los miembros del grupo comenzamos a ponerla en marcha. Los papeles eran difíciles de interpretar, con infinidad de matices, con gesticulación precisa, con vivencias constante, con tonos y movimientos capaces de crear tensión desde el primer momento de abrirse el telón. Con luces que requerían de mimo y una música que precisaba ser genial. Costó un par de abandonos y hubo que recurrir a nuevos actores que, después de sus largas jornadas de trabajo, tardes y noches, domingos y festivos, se comprometieron a sacarla adelante contra viento y marea. Yo animaba cuando los veía venirse abajo y ellos me levantaban cuando me veían decaído. Y así, día tras día, desde una generosidad y sacrificio infinitos, por fin decidimos representarla en Jaén. Pero no pudo ser. Todos los días hasta Navidad el teatro estaba ocupado.  

El Ayuntamiento de Málaga, enterado del tema, estaba dispuesto a darnos un espacio escénico para el estreno. Pero Málaga estaba lejos de los nuestros. Lo pensamos. Y cuando estábamos a punto de aceptar y comprometernos, el Presidente de la Agrupación de Cofradías de Jaén, sabiendo de la necesidad de la Hermandad del “Sepulcro”, salió al paso e hizo las gestiones de estrenarla en la capital del Santo Reino, sin éxito, porque el problema de estar ocupado el teatro era tan real como doloroso. Pero una vez más surgió el milagro y una compañía que estaba comprometida para el 25, avisó de su renuncia por motivos que ni interesan. Y se nos concedió a nosotros.

Todo lo demás es voz populi. El éxito de los actores fue extraordinario. Su interpretación asombrosa. La atmósfera que crearon hizo que el público ni respirara. Hubo un silencio que se podía cortar, sólo roto por el aplauso que en numerosas ocasiones se nos regaló cuando hay que decir que ninguna escena, por la crudeza y tragedia con la que se presentaba, invitaba a hacerlo.

Los abrazos fueron sinceros. Las exclamaciones llegaban a lo más hondo del corazón. Las enhorabuenas emocionaban… Y yo, tras apartarme para dar gracias, miraba desde lejos a José Luis, José Manuel, Mari Ángeles, César, Sonia, Juani, Fernando, Javier y Lucía… Y los miraba mirando hacia el futuro, como viendo a través de un espejo transparente, pero diciéndome que ahora tocaba vivir este momento gozoso…, para después…, para después seguir soñando el sueño que Dios quiera.    

miércoles, 11 de junio de 2014

SE ESTRENA “MALOS TRATOS”


Era necesario. Las cifras que se dan de mujeres maltratadas en España son escalofriantes. En la última década: más de 700 las muertas por violencia de género. Más de 850.000 los niños y niñas que han sufrido la agresión machista. Y más de 500 los que han quedado huérfanos. A todo esto, hay que añadir que cada año se registran unas 140.000 denuncias por faltas o delitos relacionados con el maltrato.

De ahí que, desde hace ya varios años, existiera en mí el deseo de escribir una obra teatral relacionada con el tema para, aparte de denunciar tan abyecta realidad, concienciar a la ciudadanía de la necesidad de hacer cuanto sea necesario para acabar definitivamente con esta hemorragia que en pleno siglo XXI a todos nos avergüenza.

Y después de tener que superar grandes dificultades, y tras muchos meses de ensayos, por fin “Malos tratos” puede ser estrenada y representada allí donde se considere, donde haga falta para que este drama acabe de una vez. Así como donde se necesite una ayuda económica que repercuta siempre en el bien de la sociedad en general y de la mujer en particular. Basta con ponerse en contacto con nosotros y, gratuitamente, acudiremos para dar respuesta a su solicitud.
  
“Malos tratos” no es, por lo tanto, solo una obra de teatro que busca el éxito intentando contentar al público. Es algo más. Es una mano que ofrece ayuda mostrando el reflejo infausto de lo que sucede en muchos lugares. Es un grito desesperado que pretende conmover conciencias e invitar a no ser meros espectadores de una situación tan indigna como miserable. Y, al mismo tiempo, un medio para poder ayudar a los demás.

El estreno tendrá lugar en Jaén, en el Teatro Darymelia, el próximo miércoles, día 25 de junio, a las 20,30 horas. La entrada cuesta 12 euros. Y los beneficios irán destinados íntegramente para la Cofradía del Santo Sepulcro que vive una grave crisis y necesita restaurar su paso “El Calvario”, toda una obra de mucha antigüedad y enorme valía artística.

 Quedan los lectores, familiares y amigos invitados..., y ser así uno más de los que pueden cambiar este guion que vamos a representar…, porque urge, porque obliga, porque es necesario.


lunes, 19 de mayo de 2014

SI TODOS ME QUISIERAN IGUAL QUE TÚ ME QUIERES







Si todos me quisieran igual que tú me quieres,
con ese corazón de niño sin malicia,
con esa mirada más limpia que la nieve,
con esa sencillez de sol amanecido,
con toda la ternura que cabe en un beso
que se da con el alma sin pedir nada a cambio…

Si todos me quisieran igual que tú me quieres,
yo volaría a la isla de la luz
donde no existe sombra alguna de maldad,
para nacer de nuevo y convertirme
en agua, en aire, en lumbre…, en flor
que se ofrece y no hiere y todo le parece hermoso.  

Si todos me quisieran igual que tú me quieres,
y sin decir palabra, tomándome de la mano,
me llevaran a jugar a su mundo de ilusiones,
y juntos hacer torres con hexaedros de letras
que después de llegar a las estrellas
se caen entre risas y asombros siempre nuevos;
y con las llaves de plástico abriéramos puertas
para que tengan libertad todas las alas
mientras dejamos que un tren de colores
gire a nuestros pies como la vida misma…

Si todos me quisieran igual que tú me quieres,
y se dejaran llevar, como tú, en mis brazos
para juntos contemplar las infinitas maravillas
que nos rodean a cada paso y cada instante…

Si todos me quisieran igual que tú me quieres,
yo me convertiría también, como tú,
en un niño de poco más de un año con sangre de ángel.

Si todos me quisieran igual que tú me quieres,
yo sería casi Dios,
Dios mismo de mi propio universo.

Pero como no todos me quieren
igual que tú me quieres,
tu amor me sirve, al menos,
mi pequeño Ramón Alexandros,
para saber a qué sabe el reino de los cielos.







jueves, 8 de mayo de 2014

MÁS GRANDE ES LA CAÍDA

Qué grande es estar en el poder y qué triste cuando se deja de estar. Y cuánto deben sufrir los que lo han disfrutado desde la soberbia y la arrogancia.

He conocido a muchos políticos a lo largo de mi vida. Y entre ellos, especialmente, a los que han tenido cargos en mi pueblo en cultura. Con todos he mantenido más o menos relación. Algunos tan loables que me negaron la más mínima ayuda, no económica, que también, sino de ánimo. Concejales, en su mayoría, que eran tan arrogantes que solucionaban los problemas desde la indolencia cuando no el desaire. Concejales de izquierdas y derechas. Da igual. Concejales que se declaraban preocupados por la realidad cultural, que se enfadaban cuando no se llenaban los locales en los actos que organizaban, que expresaban en los medios de comunicación que lo más importes de los pueblos era la cultura, porque es lo que nos hace mejores y más grandes y con más valores, por lo que todos debíamos implicarnos activamente en favorecerla y mejorarla…, pero que fue dejar el puesto y no verlos ya, ni por asomo, en ningún acto. Absolutamente en ninguno. ¿Ya no era importante la cultura? Políticos, en general, alcaldes y concejales, que se negaban a recibir a sus ciudadanos, esos hombres y mujeres en los que reside verdaderamente el poder, según nos recuerdan cada vez que hay elecciones, para ahora no ser ellos recibidos ni en su propia casa. Políticos que ni respondían a los escritos oficiales que se les enviaban. Políticos a los que para ver y expresarles propuestas, o pareceres, o quejas -¿por qué no?-  había que pedir audiencia y luego ya veremos. Políticos que no haya miedo que te saludaran si tú no los saludabas primero. Políticos a los que había que reservar los puestos de privilegio y eran agasajados con invitaciones, honores, presidencias, copas de vino, banquetes…, y que ahora andan solos por la calle, sin que apenas alguien se digne siquiera a mirarlos.
 
Y no aprenden los que siguen, los que están. Se creen eternos. Comenten los mismos errores. Saben que te tienen en sus manos mientras mandan. Saben que son suyos los edificios, los teatros, los recintos, la creación de eventos, las contrataciones, los nombramientos, las decisiones, la ciudad entera… y se endiosan. Lo saben pero lo olvidan. Olvidan que tarde o temprano, más bien temprano que tarde cuando la ineptitud es además el faro que los alumbra, se tendrán que ir…, y entonces, sólo entonces, por más que lo sospechen, comprobarán lo tremenda y dura que es la vida.

Así que, amigos del poder, sólo tenéis dos caminos: o actuar con altas miras desde la sencillez, dando todo, pero todo de verdad por el pueblo, acudiendo a cuanto surge para bien de la ciudad, sembrando justicia, amabilidad, entrega, facilitando propuestas y labores, escuchando, alentando, dando participación, sirviendo honestamente…, o actuar desde la arrogancia, la prepotencia, el aquí el que manda soy yo… En ambos casos, al dejar el poder, bajaréis al infierno de ser nadie. No os quepa la menor duda.  Pero actuando de la manera primera quedará, al menos, un respeto profundo en el corazón de muchos junto a alguna que otra palabra amable. Mientras que actuando de la segunda forma, sólo recibiréis la indiferencia y el silencio desde el corazón vacío de todos porque nada noble sembrasteis en él.

Y es que cuanto más se sube por la escalera del engreimiento, más grande es la caída.

miércoles, 23 de abril de 2014

AMORES PARA SIEMPRE

 
           Cuando uno, que cree en el amor de para siempre, herido por las balas que desde los medios se disparan con la intención de hacernos creer que todo, tarde o temprano, se tiene que acabar, se encuentra con noticias de amores verdaderos, no tiene más remedio que sentir en su corazón una especie de bálsamo consolador que resucita al alma y te libera de tanta mentira interesada.

            Hace tiempo me emocionó el leer la noticia acerca de un grupo de arqueólogos que habían hallado en la ciudad italiana de Mantua una sepultura con una pareja abrazada datada en  más de seis mil años de antigüedad. Arrastrado por el sentimiento escribí entonces estos versos:

Hay amores por siempre. Abrazos más allá
                        del polvo de los siglos, del perfil de los huesos,
                        de la historia y su huella, de la sombra final…
                        Más allá de la muerte, del espacio, del tiempo…

Hay amores sin horas volando en libertad.
                        Alas que a las galaxias prestan luces y espejos.
                        Transparencias profundas. Redondez inmortal.
                        Hay amores grandiosos, magistrales, eternos…

Hay amores que nacen para nunca acabar.
                        Besos desnudos. Vidas que saben el secreto
                        que se esconde en los sueños de no morir jamás. 
                       Corazones con alma más allá del silencio,
                                                                                    de la tierra,
                                                                                              del mar.

Hoy, de nuevo, la emoción me vuelve a embargar ante la noticia aparecida en el diario ABC, en la que se nos hace saber que: “Una pareja vive setenta años enamorada y se mueren con quince horas de diferencia”. 

            Noticia ésta que todavía sorprende más al saber que Kenneth, de 91 años, y su esposa Helen, de 92, se conocieron cuando tenían 18 y 19 años respectivamente. Fueron novios y se casaron en secreto. Sus hijos han dicho que no pudieron esperar más. También han confesado que ni una sola noche han dormido separados. En una ocasión, viajando en ferry, con literas, prefirieron dormir juntos en la cama de abajo Y cuando él estuvo ingresado por motivos de enfermedad, ni un solo instante ella dejó de estar a su lado. No dejaron de amarse. Se amaron hasta la locura. Hasta el punto de desayunar en sus últimos días agarrados de la mano. Y cuando ella expiró, él, mirando a sus hijos, dijo: “Mamá ha muerto”. Entonces se sentó, guardó silencio y antes de las quince horas fue a su encuentro para seguir amándose eternamente más allá de las estrellas.  

                                   Yo creo en el amor de para siempre.
                                   Amor de yo no ser para ser tú.
Amor de no existir más que el presente.
Amor de ser los dos uno tan solo.
Amor de darlo todo hasta la muerte.
Amor de más amar en la otra vida.
Amor de amar, amor, eternamente.




jueves, 10 de abril de 2014

DE LAS MENTIRAS Y EL HOTEL DE SUPERLUJO

No sé ustedes, pero yo he llegado a la conclusión de que la misión de nuestros políticos no es otra que la de engañarnos, conclusión a la que ya en el siglo XVIII llegó Voltaire, cuando dijo que la política es el arte de mentir a propósito. Nos dicen ellos que el paro disminuye y que los brotes verdes son árboles. Pero no es verdad. El paro es menos porque son cientos de miles los inmigrantes que han abandonado España para regresar a sus países de origen, y cientos de miles los jóvenes que, cargados de títulos, masters y conocimiento de idiomas, han emigrado por diferentes países del mundo en busca de un pan que aquí se les niega. Cualquier joven que pasa unos meses recostado en un sofá, cansado ya de echar currículos que, conforme se dejan, van a la papelera, no tiene más remedio, si no quiere volverse loco o convertirse en una momia, que el de salir fuera, aunque sea a la aventura. Yo he visto cómo en un centro comercial de Cash & Fresh en Córdoba, abierto al público hace muy pocos días, aparecían, para cajeros y empleados de servicio, infinidad de currículos en el que algunos solicitantes hacían constar que sabían tres idiomas. ¡Qué tremendo!
 
            Y de nuevo la prueba la tenemos aquí mismo, en nuestra ciudad. En donde con motivo de la próxima apertura del Hotel de lujo Palacio de Úbeda, se han recibido, con el fin de obtener un puesto de trabajo, nada menos que más de 11.000 solicitudes para tres o cuatro decenas de empleos. Un hotel que será la joya de la corona de los ricos, que, por cierto, debido también a la crisis, todavía son más ricos que antes, en cuanto a que quien más tiene en tiempos de miseria más poderoso es, pues se aprovecha de la bajada de los precios, especialmente de los inmuebles, y se aprovecha, desde sus negocios y empresas, de los bajos salarios; y sin protestar, oiga, porque hay esperando en la puerta una fila interminable que da tres vueltas a la manzana.

            Me alegra que en Úbeda se abra un hotel así, un hotel boutique cinco estrellas gran lujo, de este modo veremos coches impresionantes por nuestras calles y sabremos lo que son señoras y señores de verdad. Y por todos sitios se hablará de que en el lugar donde no hace mucho había un convento y colegio de monjas, ahora hay termas romanas con el confort del siglo XXI, y habitaciones y suites asombrosas con sorprendente decoración personalizada, y manjares exquisitos de alta cocina… Y más. Tanto que, hasta la Iglesia, siempre al lado de los pobres, le cederá el templo de San Pedro para que en ella se realicen actos culturales y religiosos. No sea que los pudientes necesiten de cultos. Que ellos también tienen derecho a ir al cielo, faltaría más.

            Lo que hace falta es que tan grandioso hotel tenga éxito y sea necesario aumentar la plantilla y así tengan que emigrar menos personas al extranjero. No va a ser fácil. Úbeda es tan maravilla como enigmática y, en su misterio, es siempre imprevisible.



domingo, 16 de marzo de 2014

HISTORIAS DE EMIGRANTES

Viví de niño la historia. Mi mejor amigo de la plazuela, Paco Cubero, se despidió una tarde de mí porque a la mañana siguiente se iba con sus padres a vivir a Bilbao. Me escribió un par de cartas a las que yo respondí. Y punto. Ya nunca nos hemos vuelto a ver, ni yo a saber nada de él. Varios tíos míos maternos, Miguel, Paquita y Antonia, cogieron también las maletas de cartón piedra y se marcharon lejos. Recuerdo un amanecer, helado de frío, despidiendo junto a mis padres a uno de ellos. Aún persiste en mi mente, como arañándome las pupilas, su cara desencajada y temerosa, sus ojos llenos de lágrimas y un pañuelo blanco agitado por su mano desde la ventanilla diciéndonos adiós hasta que se perdió en la distancia.

A mis abuelos paternos casi no llegué a conocerlos. Se marcharon a Palma de Mallorca donde murieron. Jamás regresaron a su tierra. Con ellos también mis tíos Paco, Ramona y Ramón. De todos sólo volvió el último para contarme historias de lucha y de poesía. Igual mi vecino, un hombre soltero, con su madre partieron un día con lo puesto camino de Alemania…

Historias que todos hemos vivido. Historias de emigrantes. Historias de llegar a un país extraño. Historias que arrancan del corazón, estando lejos, suspiros por España. Eran casi todos, de cierto, pobres de solemnidad. Hombres y mujeres sin mucha cultura porque se les negó la escuela. Sueños en edad de trabajar que no encontraban aquí ni una mísera colocación. Cuerpos en pena en busca de un pan para no morirse de hambre… Es la historia de un pasado, en definitiva…, que ha vuelto.

Ha vuelto como una desgracia que retorna. Como regresaba la peste a las ciudades medievales cada equis tiempo y no se podía detener. Ha vuelto de nuevo la emigración. Han cambiado los trenes, los autobuses, los barcos, los aviones, las maletas…, es verdad, pero las personas son las mismas. Con los mismos sentimientos y miedos y angustias y esperanzas. Son los nuevos emigrantes, mayoritariamente jóvenes, nada de analfabetos ahora, cargados de estudios, con varias licenciaturas, dominando idiomas, con masters…, que marchan al extranjero para ver si allí le dan un empleo con el que poder sobrevivir. Personas sanas, formadas, con valores que, de nuevo, están condenadas a llorar cuando estando ya allí, lejos, muy lejos –pese a que digamos que ya no hay distancias–, escuchen la palabra España. Hombres y mujeres que marchan cargados de ilusiones pero en el fondo tristes, llenos de pesar, inquietos, mientras dejan en los suyos, padres, abuelos, familiares y amigos, una herida que jamás, por muy bien que les vaya, cicatrizará, porque la hizo el cuchillo de la injusticia. La injusticia terrible de tener que irse alguien contra su voluntad a un país extranjero para rogar la limosna de lo que debe ser un derecho inalienable: un puesto de trabajo.

 A un país extranjero porque el suyo lo han destruido los canallas y miserables misiles de la corrupción y las indignidades políticas y sociales.  

martes, 18 de febrero de 2014

TOÑI COBO, EN EL CIELO DE LOS PERROS

¿Qué les voy a contar, amigos? Que parece como si el destino quisiera arrancarnos el corazón a cuchilladas limpias y salvajes. Porque ahora, a los pocos días de enviar a la muerte para llevarse a dos de mis grandes amigos, la ha mandado para llevarse a una amiga que no dedicaba su vida más que a hacer el bien.

Venía mi amiga Toñi de atender a los perros expósitos, esos seres abandonados que nadie quiere y se recogen, para que no sean sacrificados, en una perrera donde unas personas generosas y de espíritu grande los atienden, los cuidan y los alimentan sin pedir nada a cambio.

Venía mi amiga Toñi, junto a dos amigos, por la infame carretera que une la aldea de Santa Eulalia con Úbeda, cuando otro coche, tras girar la curva en día de suelo mojado, se deslizó contra ellos con tan mala fortuna que sólo ella quedó con los ojos abiertos mirando al infinito para siempre. Fue de golpe, un tris, una milésima de segundo. Lo suficiente como para mirar al fondo y ver que a lo lejos dejaba ya para nunca su casa de campo, donde vivía con su José María del alma, su esposo amado, y abandonaba a sus perrillos galopando por el jardín de los silencios, y se alejaba de la estela de su hija, su única hija, Cáterin, que ya venía, sin saberlo, desde Rusia con amor para darle su último abrazo.

Tremendo todo. Injusto todo. Increíble todo. Ciego todo, a no ser porque, en sueños, yo he visto el cielo de los perros, ese lugar donde anda el perro cojo y callejero del poeta Manuel Benítez Carrasco paseando con su muleta de plata que le regaló San Roque. Y está Rin Tin Tin, haciendo películas inmortales. Y Laika, la astronauta incansable, viajando por nuevos mundos. Y Calafate, tan fiel que vivió por nueve años junto a la tumba de su amo, muerto por un accidente de trabajo, hasta morir junto a ella, y ahora pasea junto a él por la orilla del mar eternamente en calma. Y está Ajax, con su medalla de honor colgada al cuello. Y hasta están los chuchos hambrientos que lamían las llagas del pobre Lázaro del evangelio. E incluso están Pluto, y Scooby Doo, y los ciento un dálmatas… vestidos sin descanso de dibujos y emociones. Ese cielo donde todos los perros buenos llegan a descansar en paz por los siglos y viven con dignidad porque hasta allí acude cada tarde también el pobre de San Francisco de Asís para llamarles hermanos. Ese cielo de espuma a donde ahora ha llegado Toñi para compartir con tan fieles animales las mágicas alegrías de la sencillez… Perros todos que, nada más verla aterrizar, se han lanzado a ella, con ladridos gozosos, para curarle las heridas de los cristales rotos, vestirla de reina y subirla en un trono de rosas blancas para coronarla con una diadema de estrellas inmortales.

Otro amigo más que ya tengo en el cielo. Y otro menos aquí en la tierra. Tremendamente dura esta carga de coleccionar poco a poco demasiadas soledades.

Rezo por ti, Toñi, para que tú, desde el cielo de los perros santos, pidas por los que aquí vamos quedando al Dios creador de todo lo visible y lo invisible. Que así sea. 



domingo, 9 de febrero de 2014

A PACO MADRID, UN HOMBRE SANTO

Era el día 5 de febrero de 2014. Acababa de llegar de un largo viaje, cuando sonó el teléfono. Tengo pánico a los teléfonos, hasta el punto que me niego a tener un móvil. Esos dichosos aparatos son siempre más portadores de malas noticias que de buenas. Era una amiga. ¿Sabes que ha muerto Paco? ¿Paco? ¿Qué Paco? ¿Qué Paco va a ser? ¡Paco Madrid, tu amigo, el que hacía de apóstol Santiago en Maranatha! ¡¡Maldito teléfono!! El entierro es a las cuatro y media.

Miré el reloj y marcaba las cuatro menos cuarto. Andaba sudando porque me encontraba haciendo unos arreglos en el patio de la casa. Me duché como un rayo, y a las cuatro y cinco me abrecé a Salva, su hijo, el hijo de Paco, mi amigo también, y a su familia, y llorando me disculpaba por no haber acudido antes para acompañarlos. Asistí a la misa del entierro en San Isidoro, y ya en el cementerio permanecí a su lado hasta que una fila de grandes rasillas cerró su sepultura.

Paco. ¿Quién es Paco? Hay personas a las que no se pueden definir porque, de hacerlo, nunca se haría justicia. Paco Madrid es uno de esos grandes hombres que te ganan el corazón nada más que lo conoces. Servicial como nadie. Responsable hasta el extremo. Prudente. Amable. Educado. Humilde. Cariñoso. Leal. Fiel… Eso, sobre todo fiel. Él ha sido uno de los pocos que han permanecido a mi lado en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, en las multitudes y en la soledad. Cuando me veía alegre, me abrazaba dándome mayores gozos, y cuando triste, me daba el abrazo con mayor fuerza para consolarme. Y cuando me vio herido y roto..., no dejó de llamarme amigo, ni dejó de darme ánimos para que siguiera adelante. 

Uno necesita caer en un precipicio para saber quiénes son en verdad tus verdaderos amigos. De copas lo son todos. Por el contrario, con Paco, fue distinto, en pocos bares coincidimos. Sin embargo, cuando me halló destrozado bajo la lluvia de la incomprensión, las ambiciones personalistas y las denuncias falsas…, me ofreció un sorbo de licor de amor, una caricia serena y un apoyo sin límites. Eres mi amigo, me decía, y estoy contigo porque es de justicia. “A mi mejor amigo” me dejó incluso dicho en una dedicatoria escrita en el último almanaque “Espigas y azucenas, 2014” que me regaló, y que todos los agostos, sin excepción, en víspera de San Ramón, me traía a casa.

Paco era un gran artista, un hombre grande de nuestro renacimiento presente, gran pintor y excelente actor. Su personaje de Santiago el Mayor en “Maranatha”, ha sido insuperable. Su Francisco Crisóstomo en “Una llama que no cesa”, fue genial. Y su interpretación como Nicodemo en “Natividad”, sublime. Devoto de su Cristo de la Borriquilla hasta la muerte. Y a quien sirvió adecentando su trono de manera incansable para que cada Domingo de Ramos desfilara majestuosamente por las calles de Úbeda. Cristiano ejemplar. Esposo perfecto. Padre extraordinario. Abuelo excepcional…

Paco, en definitiva –y no son palabras–, ha sido y es un santo. No me cabe duda. De ahí que uno de nuestros grandes pintores, Paco Fuentes, le pidiera posara para el cuadro de San Bartolomé que iba a ser bendecido para colarse sobre el altar de una importante iglesia. Tal vez por ello su muerte no me haya rajado el alma; bueno, me la ha partido en dos, pero se me ha cicatrizado la herida de una manera rápida porque sé, de seguro, que ya habita en el reino de la gloria y desde allí intercede por su familia, por su pueblo y por mí.

Salva, ya te lo dije entre lágrimas, y to lo vuelvo a decir ahora desde la paz de mi corazón: Siéntete orgulloso de tu padre. Como yo me siente más que orgulloso de que haya sido y siga siendo mi amigo.

viernes, 7 de febrero de 2014

A MARCELO GÓNGORA, IN MEMORIAM

El domingo, 2 de febrero, a las 10,45 horas de la noche, fallecía mi amigo Marcelo Góngora. Al día siguiente, en la iglesia de Cristo Rey, a las 16,30 horas, era su entierro. No me fue posible acudir por encontrarme en Bruselas. La noticia me llegó estando allí y no pude hacer otra cosa que rezar por él y recordarlo sonriente por el paisaje de mi alma. Cuando regresé a Úbeda fui a visitar a su esposa, Salomé, para expresarle mi dolor y mi tristeza. También subí al cementerio para dejar una flor sobre la frialdad de su tumba, pero uno de los enterradores que allí trabajan me hizo saber que había sido incinerado.

Marcelo Góngora era un pintor excepcional, de los mejores de España. Yo siempre se lo dije. Y si no logró alcanzar la cima de la gloria del gran éxito que se merecía, fue porque nunca llegó a estar en el lugar exacto en el momento oportuno. Entre otras razones porque muy pocas veces salió de su pueblo.

Pero a mí, ahora, lo que me importa no es el Marcelo pintor, ni el imaginero, ni el escultor, ni el cantante, ni siquiera el actor que compartió conmigo papeles inolvidables, como San Juan en “Maranatha”, o fray Fernando de la Madre de Dios en “Una llama que no cesa”, o El Arte en “Úbeda: Dama de Sueños”, o el Ángel Gabriel en "Natividad"; tampoco el Marcelo del grupo “Sembradores de la Alegría”, desde el que hacía vibrar a los ancianos con sus boleros y melodías exquisitas… A mí me importa en estos momentos el Marcelo hombre, el que hablaba conmigo desde la sencillez, la experiencia de las batallas perdidas y los temores de su corazón. Marcelo se creía eterno. Jamás hablaba de la muerte. Ella no existía en su calendario. Él era una persona atrapada en sus fobias, sus manías, sus aprensiones…, sus sueños. Propio todo, no de un ente vulgar, sino, por contrario, de un hombre especial con demasiadas cicatrices en la entraña. De un ser que, ya desde niño, fue duramente golpeado por el dolor, el hambre y el verse huérfano de padre. Que de joven supo aprender sin descanso de la sabiduría de su maestro, Paco Palma Burgos, y dar lo mejor de él mismo. Que de adulto se hizo respetar desde su impecable elegancia y su porte de artista extraordinario. Y que ya de mayor supo volar por la nostalgia de sus propias transparencias llenas de colores.

Al final, poco antes de su partida al infinito, pude visitarlo en su estudio. Hablamos de muchas cosas, tantas que hasta me habló de Dios… De ese Dios especial para él, propio suyo, muy humano, particularmente divino. Y cuando nos despedimos, él se quedó algo triste, porque aunque me pidió que de nuevo volviésemos a hacer teatro, sabía, desde algún rincón de sus adentros, que ya sería imposible. Yo…, yo me alejé dándole ánimos, pero rota la sangre. Algo me decía que era nuestra despedida en este mundo. La sombra de la guadaña estaba ya dibujada con demasiada fuerza en las pupilas de sus ojos.

Adiós, Marcelo, hasta pronto. Nos volveremos a ver para seguir continuando nuestra hermosa amistad y seguir hablando de nuestras cosas, de nuestras muchas cosas. Y para que tú me sigas llamando, inmerecidamente, “maestro”, y yo a ti, con todo merecimiento, “genio”. Descansa en paz, amigo.


miércoles, 22 de enero de 2014

IZQUIERDAS, DERECHAS… Y LIBRES

Lo que admiro de las izquierdas, en general, porque siempre hay honrosas excepciones, es su corporativismo. Se ayudan, se entienden, se compaginan... Actúan a modo de comuna. Teorizan acerca de una sociedad más justa, más igual, más solidaria…, pero poco dan de sus bolsillos. Incluso conozco en mi pueblo a no pocos que tienen dineros para asar una vaca y olivas incontables… Son fácilmente reconocibles porque suelen vestir de modo poco formal, de oscuro, desaliñados, desarreglados, sin laca ni gomina…, y, por supuesto, raramente usan corbata, esa prenda tan burguesa. Saben comportarse muy bien políticamente. Para todos los suyos, lo mejor; para los que no son de los suyos, sean de lo que sean, del este, del norte o del sur, pues nada, a mirar para otro lado, no existen, no son más que incultos derechones fascistas. Los que valen son ellos. ¿Cómo se puede ser artista, científico, escritor, músico, cantante, poeta, investigador, profesor, albañil, librero, presentador, sabio, intelectual… si no eres de izquierdas? De ahí que en cuanto uno de ellos levanta la primera piedra para construir lo que sea, ya le están dando el Premio Mayor de Constructores; y si comienza a rodar una película, que casi siempre suele ser acerca de la guerra civil donde los únicos buenos son sólo ellos, pues directamente ya está nominada para los Goyas; y si se necesita a un pintor para el cartel conmemorativo, por muy mal que pinte, cuatro garabatos, se lo dan a éste porque pinta con una asombrosa profundidad que muy pocos entienden. Las puertas de los despachos y de los ayuntamientos, faltaría más, les están permanentemente abiertas gobierne quien gobierne, los demás han de pedir cita a las autoridades, concejales y alcaldes con mucho tiempo de antelación y a esperar a ver si se la conceden. Y ya les negará nadie nada, porque tardan menos de un pimiento en manifestarse y, si hace falta, liarla. La revolución va en sus genes. Son progresistas. La educación y la enseñanza sólo pueden venir de su mano. Son defensores de los animales y la naturaleza, y hasta el aborto sin límites lo consideran un derecho. Son geniales, ya lo ven. Y les gusta más la prensa que a un tonto un lápiz de colores.

Lo que me admira, en general, de las derechas, es que no saben lo que son ni a qué pertenecen. Como no tienen las ideas muy claras y se les compara permanentemente con los franquistas, están acomplejados, miedosos y perdidos. Suelen tender a la riqueza, de ahí que vistan al estilo pijo. Saben administrar muy bien, eso es indudable, aunque sea a fuerza de asfixiar y dejar a muchos en la miseria. La economía es lo único que de cierto les preocupa, caiga quien caiga. Conservar les agrada. Privatizar les fascina. Y a casi todo lo demás, sobre todo en lo referido a lo social, que le den. Hacen intentos en educación y enseñanza pero poquito, y en el aborto igual, no, pero mejor que se quede como digan los otros. Y si se ven muy, pero que muy perjudicados, hasta pueden salir en manifestación con silbatos, disfraces y cantando canciones color esperanza. Y si algunos, que siempre los hay, enloquecen y se lían a la gresca, de asesinos, terroristas, nazis y guerracivilistas no hay quien los libre para el resto de sus vidas. Y como no quieren pecar porque pecar es muy malo y lleva al infierno, y para no entrar en conflictos, cuando están en el poder ponen todos sus esfuerzos en seguir dándoselo todo, premios, honores, distinciones, nombramientos, puestos de trabajo, subvenciones… y lo que haga falta, a los de izquierdas para tener la fiesta en paz. También los medios de comunicación les encantan.

Pero los que más me admira, de verdad, son los que ni se sienten de izquierdas ni se sienten de derechas, porque aunque están condenados al ostracismo, la indiferencia y la invisibilidad, se saben libres y quieren ser independientes, como la lluvia, o el sol, o el mar… Dueños ellos de ellos mismos, sin consignas a las que hay que obedecer, sin lemas a los que hay que servir, sin muletas que obligatoriamente hay que llevar; libres como los pájaros, aunque nadie les dé un sorbo de agua. ¿Para qué? Ya irán al arroyo con el sudor de su frente y jugársela ellos para beber un trago, aunque tengan que morir en el intento. Ya sé que no es igual que beberla en bares de cinco estrellas y con gas, pero merece más la pena, porque al final todo sobra y lo único que queda es la satisfacción de que no los han doblegado porque han vivido de pie y nunca de rodillas, porque han volado y visto el mundo desde las nubes. Y, sobre todo, porque se han negado a entrar en el juego de ser simples peones que los listos mueven.