Si todos me
quisieran igual que tú me quieres,
con ese
corazón de niño sin malicia,
con esa mirada
más limpia que la nieve,
con esa
sencillez de sol amanecido,
con toda la
ternura que cabe en un beso
que se da con
el alma sin pedir nada a cambio…
Si todos me
quisieran igual que tú me quieres,
yo volaría a
la isla de la luz
donde no
existe sombra alguna de maldad,
para nacer de
nuevo y convertirme
en agua, en aire,
en lumbre…, en flor
que se ofrece
y no hiere y todo le parece hermoso.
Si todos me
quisieran igual que tú me quieres,
y sin decir
palabra, tomándome de la mano,
me llevaran a
jugar a su mundo de ilusiones,
y juntos hacer
torres con hexaedros de letras
que después de
llegar a las estrellas
se caen entre
risas y asombros siempre nuevos;
y con las
llaves de plástico abriéramos puertas
para que
tengan libertad todas las alas
mientras dejamos
que un tren de colores
gire a nuestros
pies como la vida misma…
Si todos me
quisieran igual que tú me quieres,
y se dejaran
llevar, como tú, en mis brazos
para juntos contemplar
las infinitas maravillas
que nos rodean
a cada paso y cada instante…
Si todos me
quisieran igual que tú me quieres,
yo me
convertiría también, como tú,
en un niño de
poco más de un año con sangre de ángel.
Si todos me
quisieran igual que tú me quieres,
yo sería casi
Dios,
Dios mismo de
mi propio universo.
Pero como no
todos me quieren
igual que tú
me quieres,
tu amor me
sirve, al menos,
mi pequeño Ramón
Alexandros,
para saber a
qué sabe el reino de los cielos.
Querido Ramón:
ResponderEliminarSabes de amigos que te quieren,
sabes de amigos que te admiran.
Y tú, amigo de JESÚS,
amigo del Amado,
tendrás siempre - mientras vivas -
personas vacilantes y cobardes
que no te quieran o te admiren,
como ocurre a todos Sus amigos.
Sabes y lo digo con tristeza,
cómo los amigos del Maestro,
son , en muchas ocasiones,
como Él, amigos perseguidos....