Vamos de vuelo surgió porque el petirrojo tomó forma humana en la persona de Pedro Lorite García, que me lo propuso durante años, desde que nos conocimos hace ya milenios. Un poeta de tu sensibilidad tiene que cantar a los pájaros, tiene que dejar publicado su sentir poético y su amor a estos seres que solo quieren, como tú, ser libres. Ningún cantor, que yo sepa, ha hecho nunca algo semejante. Me decía. Y yo siempre lo postergaba. Hasta que ya, ante tanta insistencia, en esta recta final de mi vida, comencé, en contacto directo con los paisajes, a darle forma a la idea, a embadurnar el lienzo en blanco de las horas, a escribir en la mente, mientras cruzaba veredas, puentes y túneles olvidados, versos de sol y luna, que luego, ya en la quietud de mi despacho, plasmaba en la pantalla de un ordenador que de tanto rehuirlo me ha ganado en su amistad.
Conforme vayas haciendo poemas me vas diciendo las aves elegidas para que yo les haga un dibujo que los acompañe. Y así, en un periodo de varios años, fui eligiendo gorrión, gaviota, cigüeña, cuervo, águila, cisne, mirlo, colibrí, pingüino, martín pescador…, y cómo no, ruiseñor y petirrojo… En total, treinta y seis poemas con sus treinta y seis dibujos.
Luego, Minerva, poemas y dibujos, los llevó a las máquinas, los hizo impresión, los encuaderno y los configuró en libro, en volumen de tacto delicado, elegante y lleno de vida.
Y aquí está, como un grito hecho sentimiento, en medio de estos ruidos ensordecedores de ciudad y esta niebla espesa que nos envuelve y que huele a azufre de odio, de rivalidades, de injusticias, de falacias, de miedos, de desesperanzas…
Aquí está, Vamos de vuelo, inmaculado, sin ánimo de lucro, nacido libre, independiente, sin recibir aportación alguna de dinero público, sin patrocinio de nadie, dispuesto a volar a los aleros de las manos de quienes quieran leerlo en la soledad de los días serenos y tenerlo en la biblioteca de sus sueños.
Si estás interesado, amigo o amiga, te lo regalo.
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