Un total de 27.703 personas estaban llamadas a votar en la
ciudad de Úbeda en las pasadas elecciones municipales. De ellas, 9.596 se
quedaron en casa. Votos en blanco fueron 134. Y nulos, 139. El resto, 17.834,
se repartieron de la siguiente manera: Iniciativa Popular Ubetense, 164 votos.
Izquierda Unida Andalucía, 256 votos. Andaluces por Úbeda, 278. Podemos Úbeda,
532. VOX, 793. Ciudadanos, 850. Partido Popular, 3.470. Y Partido Socialista
Obrero Español Andalucía, 11.491.
Estos datos numéricos han dado lugar a cinco concejales para
el PP y nada menos que dieciséis para el Partido Socialista. El resto de las
fuerzas políticas: cero concejales.
Algo sorprendente. Ni los más optimistas partidarios del
socialismo ubetense pudieron en sus sueños llegar a tanto. Y menos todos los
demás ubetenses llamados a las urnas. Bien es cierto que se sabía que doña
Antonia Olivares Martínez las ganaría y con mayoría absoluta. Pero también es
cierto que los más estudiosos del tema, en relación con elecciones anteriores,
andaluzas y nacionales, daban resultados más repartidos. Algo así como once
concejales para el PSOE. Cuatro para el PP. Tres para Ciudadanos. Dos para VOX.
Y uno para Podemos o Izquierda Unidad.
Sin embargo, nada de eso. Casi todos los votos para el PSOE.
De tal manera que los resultados han sido históricos, impresionantes,
excepcionales. Y cuando estas mayorías se dan en algún sitio no cabe otra cosa que
pensar que no son fruto de la casualidad, y menos si se tiene en cuenta que, al
compararse con las europeas, el mismo día, el partido socialista perdía 3.431 votos,
mientras todos los demás, de cuantos se presentaban en Úbeda, aumentaban ampliamente
su porcentaje. Aquí, en conclusión, se ha tenido que hacer una gestión seria.
Aquí se ha tenido que trabajar. Aquí se ha sudado sobre el campo de batalla de
cada día. Y no desde la individualidad. Un éxito tan asombroso no puede ser
fruto de la labor de una sola persona, porque cuando los que rodean al líder o
a la líder son unos impresentables e ineptos, el pueblo deja de votar a la
candidatura por el enfado o la aversión que les provoca los susodichos, así la encabece
el genio de la lámpara.
Aquí, en definitiva, se han tenido que hacer muy bien las
cosas. Y eso en nuestra ciudad no es fácil de reconocer. En Úbeda no somos de
dar notas altas a nada de lo nuestro y menos mantenerlas a lo largo del tiempo.
En verdad somos más dados a jugar al saque del tenis. Nos gusta elevar la
pelota lo más alto posible para luego golpearla con fuerza contra el suelo.
Doble mérito, pues, para el partido ganador. Triple mérito en cuanto la pelota
ha sido golpeada, una vez lanzada arriba, hacia las nubes sin dejarla siquiera
caer unos centímetros. Y esto se merece un cuadro, una pintura propia de la más
alta escuela del Renacimiento, un monumento a la excepción.
Y no hay que darle más vueltas ni buscar más análisis a los
resultados. Antonia Olivares ha trabajado y ha sabido vender su trabajo. Ha
sido cercana a la gente y abierta a sus necesidades. Ha usado con maestría su
mano derecha y sobre todo la izquierda. Ha sabido estar con los incrédulos y
con los creyentes. Se ha esforzado en ser tolerante, sencilla y humilde. Y se ha
dejado querer desde su palabra serena, su sonrisa permanente y su cara angelical,
hasta el punto de ser conocida por el pueblo entero, y no desde la
desconsideración, sino desde el respeto, por Toni.
Y todo esto, unido a nuevos miembros que se han incorporado
con el afán de trabajar por la Ciudad –en la que queda todavía mucho por
hacer–, dejándose el alma y la piel en una campaña muy bien montada, ha hecho
que le miel se ponga sobre las hojuelas y los resultados salgan exquisitos, de
dulce, de caramelo.
Y como de caballeros es reconocer los hechos y ver la luz
sobre las sombras, no queda otra que, como en los reinos antiguos, ponernos a
disposición de quien nos va a gobernar y felicitar a la ilustre alcaldesa y su
grupo de concejales. Felicitando también, pese a los resultados, al grupo Popular
por aguantar bajo la tormenta sin hundirse, el barco que otros, anteriormente,
dejaron haciendo aguas. Y agradecer a todos los demás grupos perdedores el
esfuerzo y las ilusiones puestas, y sobre todo la generosidad y la valentía de
presentarse cara al público ubetense siempre tan exigente y tan recatado que
dijera Eugenio d’Ors.
Enhorabuena a todos.
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