El poder es ambicioso. El poder
quiere más poder. Cuanto más abarque y más controle, mucho mejor. Y en
democracia, cuanto más domine el poderoso y más se dependa de él, más votos a
su favor.
Y hasta tanto llega esta obsesión
por dominarlo todo, que cada vez deja menos espacio para la libertad individual
y casi nula para la colectiva.
Por lo que eso de querer ser
libre e independiente es como pretender suicidarse. No encontrarás apoyos. Aquí,
o entras por el aro de los que mandan o estás perdido.
Se acabaron las personas con
creatividad que ponían en marcha proyectos sociales, culturales, deportivos o
de cualquier otra índole, y que la misma sociedad rechazaba o apoyaba en mayor
o menor medida. Se creaban publicaciones, periódicos, revistas, clubes, grupos culturales
de investigación, cine, tertulias, patrimonio, teatro, música, danza, canto, poesía,
pintura, artes… Y solían ser muchos. Cada uno con su lucha por superarse, por
sufragarse, por subsistir…
Ahora no. Ahora son los gobiernos
y, sobre todo, las diputaciones y los ayuntamientos los que se han adueñado de
todos estos espacios. Y de ellos, irremisiblemente, dependen todos aquellos que
tienen algunas inquietudes.
Las diputaciones se han apoderado
de infinidad de agrupaciones y personas, en diferentes y numerosos niveles, siempre
afines, que envía por los pueblos subvencionándolos. Y deciden qué obras, según
qué autores, han de publicarse. Y patrocinan todo aquello que consideran
conveniente. Y los ayuntamientos, mediante las llamadas escuelas municipales,
de música, danza, teatro, cine, literatura, deportes, pintura… y hasta de poesía,
todo lo manejan. Porque además,
de ellos son también los salones, las salas de
exposiciones, los espacios escénicos, los auditorios, los campos deportivos,
las bibliotecas… De ellos los festivales, los certámenes, las conmemoraciones,
las ferias…, y todas las fiestas, desde el Carnaval hasta la Navidad. Por lo
que ellos son los que dicen quiénes han de participar, intervenir o actuar,
cómo y dónde. Y si alguien se dispone a crear alguna asociación, entidad o
grupo, bien sabe que está obligado a arrimarse al poder y subyugarse al poderoso
si quiere subsistir. Por lo que sabrá de paso que, para llevar a cabo sus
actividades, habrá de contar no con quienes él crea conveniente, sino con
aquellos que son de la onda del gobernante de turno y de paso no criticar ni
perjudicar en nada a quien te financia.
Y si algún quijote apareciera
creando algo contra esta corriente absolutista, caballero andante por su cuenta
y riesgo, sepa que los molinos que se encontrará a su paso serán tantos y tan
gigantescos que por muchas embestidas que lleve a cabo, acabará a los pies del
caballo con la lanza partida en mil trozos.
Tiempos los nuestros de
libertades y de progreso, dicen. Pero yo veo cada vez más cadenas y más
retroceso por todas partes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario