Las Justas Poéticas tuvieron su máximo apogeo en el Siglo
de Oro.
Se trataba, al fin y al cabo, de un certamen poético, con
sus bases presentadas en cartel, referido a algún tema en concreto, indicando
modo de versificar, y con el fin de celebrar o conmemorar algún acontecimiento
religioso o social.
Los premios eran curiosos, desde ligas de tafetán con
puntillas de plata o de seda de color, a un par de lienzos de Holanda, par de
guantes de Calambuco, sortija de oro, o un cuadro de un santo…
Solían celebrarse en el interior de las iglesias, en
patios o plazas. Los poemas se remitían por duplicado, uno sin firmar y el otro
firmado y lacrado que se guardaba sin abrir.
Solían participar muchísimos poetas. Téngase en cuenta que
a todos los estudiantes de cierto nivel se les exigía el estudio y conocimiento
de la métrica y dominar el lenguaje poético. Además, el ganar daba cierta fama
y prestigio. Se seleccionaban los mejores y se leían públicamente. Al público,
que no disponía de muchas eventos para divertirse, le encantaban estos actos.
Había un jurado que, en primer lugar, hacía una amplia selección y concedía los
premios, aunque, como suele suceder también ahora, no siempre era justo,
dejándose llevar a veces por la influencia del personaje que presentaba su
composición, y más si éste era de la nobleza, de la alta sociedad, o estaba
entre los considerados de gran fama.
Grandes poetas de la época tomaron parte en las Justas
Poéticas, tales como Lope de Vega, Calderón, Góngora o Cervantes… También
participaban mujeres, algunas de ellas monjas. Sabemos, por ejemplo, que, según
datos de doña Mª Carmen Marín Piña, en las Justas celebradas en Huesca, de los
127 que participaron, 21 eran mujeres. No obstante hay que reconocer que, por
lo general, su participación era ocasional. Como también era ocasional la
participación de muchos de los varones, dejando, unas y otros, composiciones
pobres en calidad.
Los espacios donde tenían lugar solían adornarse
lujosamente. El acto era público y asistían las autoridades religiosas y
civiles. Había también un jurado cuya misión consistía, sobre todo, en dar a
conocer quiénes eran los diferentes ganadores.
Las Justas de mayor categoría contaban también con música.
Se tocaba y cantaba al comienzo, entre recitación y recitación, mientras el
jurado deliberaba y al final del acto.
Por último, diremos que era muy corriente que los poemas
premiados, así como los que se consideraban mejores, junto a los que se leían
fuera de concurso, quedasen publicados.
Hoy, aunque los certámenes literarios siguen convocándose
en número considerable, las Jutas Poéticas como tales, apenas se dan. Sin
embargo, con motivo de estar celebrándose el IV Centenario del Voto a la
Inmaculada que la Universidad de Baeza promulgó solemnemente el 14 de enero de
1618, recogido todo por escrito por el insigne Antonio Calderón, catedrático de
Artes de dicha Universidad y uno de los siete miembros del jurado, va a tener
lugar, el domingo, 16 de septiembre, en el patio de la antigua Universidad, debidamente
engalanado, organizado por la Cofradía de las Escuelas, un acto semejante para
conmemorar también aquellas Justas relacionadas con los festejos inmaculistas que,
aunque se habían convocado para la festividad de la Inmaculada de 1617,
tuvieron lugar pasada la festividad de los Reyes, es decir, en enero de 1618.
Acto que, como aquel, contará con la participación de
poetas, mantenedor, jurado, actuación musical y asistencia de autoridades y
público en general. Todo un evento que nos trasladará al pasado para seguir
haciendo fututo. Un futuro mejor, más lleno de arte, poesía, música y
convivencia.
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