lunes, 25 de abril de 2022

UBETENSES POR EL MUNDO

Me llena de gozo y al mismo tiempo de pena ver que fuera de Úbeda se encuentran verdaderos talentos que dan lo mejor de ellos para grandeza del mundo.

Gozo en cuanto raro es el día que no escucha uno que un ubetense que vive lejos de los cerros ha conseguido algún logro digno de ser aplaudido. Ubetenses que llevan por sus venas sangre heredada de los doce leones que los hace grandes, nobles y leales.

Y aparecen en todas las ramas que conforman el espacio de la sociedad. Y así tenemos artistas que destacan en el mundo de la literatura, la música, la composición, la escultura, la arquitectura, la pintura, la danza, el teatro, la moda… y personas excepcionales que destacan en el mundo de la ciencia, la ingeniería, la medicina, la abogacía, la empresa, la enseñanza, el deporte, la gastronomía, la política, la religión, el ejército… Hombres y mujeres que ocupan puestos de gran responsabilidad en entidades nacionales e internacionales… Y miles también de ubetenses sencillos que fuera de nuestras fronteras han levantado negocios humildes y trabajan en lo que han tenido oportunidad dando lo mejor de ellos.

Y así lo he podido constatar. Infrecuente ha sido salir de Úbeda y no encontrarme con algún ubetense que me haya sorprendido por su luz. En las redes sociales, en “ubetenses por el mundo”, por ejemplo, no cesan de aparecer destellos diariamente de esta realidad. Una realidad que, después de todo, no nos muestra por completo el inmenso tesoro que en verdad atesora esta ciudad nuestra.

Y así me sucedió, por citar unos pocos casos fuera de España, al viajar a Bruselas, o a Londres, o a Buenos Aires, e incluso estando en Nueva York. Y también dentro. Hace unos días, sin ir más lejos, al viajar a Cartagena para estar en casa de mi hijo una temporada. Fue salir a dar un paseo por las afueras de la milenaria ciudad portuaria y encontrarme con Carolina y su esposo Luis. Dos ubetenses encantadores. Él, dirigente y responsable de una gran cadena de empresas que es modelo de servicio, colaboración y atención al público. Y ella, ilustre sembradora de valores, sacrificios y fe. Ambos, la amabilidad personificada, la educación sublime, la entrega sin límites.

Mas, al fondo de todas estas vivencias, siento también un goteo de pena en el alma, porque, si bien todavía quedan residiendo dentro de nuestra ciudad renacentista grandes ubetenses, son más, muchísimos más, tal vez demasiados, los grandes ubetenses que habitan lejos y que, por mil causas, hemos dejado marchar…, haciendo con ello que Úbeda sea un poco más mediocre y al mismo tiempo más amada y añorada, en cuanto ninguno de sus hijos, por más lejos que se encuentren y por más que hayan sido golpeados por alguna de sus piedras, más que de oro de carne, ha dejado jamás de amarla.

Honor y gloria a todos ellos porque hacen a Úbeda más luminosa y a todos los ubetenses más dignos.  


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