domingo, 19 de octubre de 2025

VIRUS

Algún día lo pagaremos. Algún día nuestra sociedad se arrepentirá del virus de la locura que ha dejado adentrarse en sus venas y que solo busca llegar al corazón y destrozarlo. Algún día… 

 

Este virus, como todos los virus, es ciego, maligno, traidor y mortal. Se oculta por todos lados, es como el mismo aire que respiramos, te atrapa y se hace carne de tu carne, linfa de tu alma que asciende hasta nublarte la vista, ensordecerte los oídos, taponarte la nariz, acorcharte la lengua y endurecerte la piel… para finalmente llegar a la garganta y comprimirla hasta asfixiarte. De ahí al pulmón y, atravesando la tráquea, penetrar en lo más hondo de las entrañas hasta que solo seas un títere en manos de la esclavitud y el vacío.

 

El virus ya lo tenemos dentro. La fiebre nos tiene obnubilados. El dolor está anestesiado. El pensamiento aturdido. La voluntad averiada. La libertad perdida. Han fumigado la atmósfera de humo y apenas vemos más allá de nuestra frente. 

 

El virus está haciendo que los niños, atiburrados de juguetes, no sepan jugar ni jueguen, sean caprichosos, no salgan a la calle, se parapeten en el egoísmo; los jóvenes sean manipulados, aborregados, adoctrinados, desilusionados, dirigidos hasta en lo más íntimo; lo mayores controlados por redes sociales, por espías, por likes, por radares, por móviles, por computadoras, por cámaras, por las televisiones… Saben dónde estamos, qué hacemos, qué vemos, qué comemos, con quién y de que hablamos, que gustos tenemos, qué cobramos, cuánto gastamos, a qué lugar viajamos, qué medios usamos… 

El virus es dañino, asquerosos, crea división, odio, venganza…, te confunde, te etiqueta, te descontrola, te aplasta…, te hace verdad la mentira, te viste de colores lo que son grises, te sitúa donde le conviene, te crea guerras y conflictos, te transforma la corrupción en magia, te viste de democracia la dictadura, te presenta aberrantes ideologías como adalides de progreso, promociona la eutanasia y hasta te convence de que el aborto es un derecho, sin que se te ocurra pensar desde cuándo y con qué atribución matar a un ser humano, aunque se halle dentro del vientre de una mujer, puede ser un derecho constitucional… Y pobre de mí si no estoy de acuerdo. Anatema, fascista, retrógrado, miserable, indigno…

 

El virus además te coarta la valentía. Te ata con las cadenas del miedo, te deja indefenso y te hace sentir desamparado y en ridículo. El virus te inyecta el desamor, te desnuda de valores, te invita a la ruptura familiar, te separa de los hijos, te tergiversa el lenguaje, te comercializa las artes, la belleza, la poesía, la literatura… Te compra y te vende. Te pone trabas. Te crea grandes enemigos…. Y cuando ya te ve herido, débil, cansado…, te muestra su verdadero rostro infame y te clava sin piedad la estaca de la soledad en la conciencia.

 

El virus, en definitiva, te aparta de la vida y de Dios. Y sin Dios ya no hay medicamentos que pueda derrotarlo, ya no hay esencia para debilitarlo, ya no hay modo de vencerlo. El campo está abierto sin árboles ni barreras. Ancha es Castilla. El olor a azufre es tanto que hasta parece perfume. La muerte solo es un mal momento que no vale siquiera una misa ni una oración ni una lágrima.  

 

¡Maldita sea! El demonio ha vencido. 

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