“Al principio era el Verbo… y el Verbo se hizo carne”, dijo
el maestro. El alumno no lo entendía y preguntó: “¿Pero de qué verbo hablas?”
“Del verbo AMAR”, respondió el maestro. “Ahora lo entiendo”, concluyó el
discípulo.
“A Dios nadie lo ha visto jamás”, dice San Juan. Y es
cierto, pero muchos no pueden evitar encontrarse con Él a cada paso.
Hay quienes son capaces de renunciar a Jesús por una moneda
o una medalla. Hay quienes son capaces de renunciar a todo por Jesús.
Unos buscan tener más de lo que tienen para poder gozar de
la vida. Otros gozan de la vida con lo que tienen.
La frase: “La Virgen María concibió por obra y gracia del
Espíritu Santo”, es para los sabios un hermoso misterio; para los necios, un
chiste.
Si tener a Dios es la mayor de las riquezas, ¿por qué nos
empeñamos en no tenerlo?
El dolor y el gozo son las dos caras de una misma moneda.
Cuando cae la primera, desbordamos las lágrimas; cuando cae la segunda, reímos…
Solo las pocas veces que cae de canto, lloramos de alegría.
Lo bueno de estar alegres al cruzar al año nuevo es porque creemos
que así lo seguiremos estando los 365 días restantes. Lo malo es que algunos lo
cruzan haciendo el payaso.
A veces, el mejor regalo es no regalar.
Un misionero africano que iba de paso y a quien yo estaba acompañando,
se paró a la puerta de un supermercado atraído por tanto derroche en las
compras. Una mujer que salía, tremendamente obesa, cargada con el carro hasta
arriba, al verlo, abrió entonces su bolso y le alargó al sacerdote la mano
dándolo diez céntimos. “Hay que compartir, que para eso es Navidad”, le dijo.
Para muchas personas, la Navidad es seguir con su mismo
pensamiento, con su mismo afán, con su mismo egoísmo, con su mismo despilfarro…,
eso, consumismo.
Dicen que en Navidad se aumenta la fe. Yo diría que se aumentan
los kilos.
Ciertos entendidos opinan que lo que realmente deberíamos
celebrar en estas fechas es la fiesta pagana del nacimiento del sol. ¿Pero qué otra
cosa creen éstos que estamos celebrando?
Algunos visitan infinidad de belenes y nacimientos para ver
al Niño Dios en forma de pequeña imagen. Pero se olvidan de visitar su alma
donde se halla vivo.
¿Por qué detrás de Jesús siempre van los mercaderes del
templo pese a saber que lleva un látigo en la mano y les va a arrojar contra el
suelo las mesas de las monedas?
El mejor regalo que podemos hacerle al Niño Jesús es el que
le hicieron los pastores: ir por el mundo a contar lo que les habían dicho
acerca de Él, para que cuantos nos oigan se maravillen.
“Ahora ya puedo morir tranquilo”, dijo Simeón al tomar en
sus brazos al Niño Jesús. “Ahora puedo ganar dinero”, hubiera dicho de haber
sido Judas.
Cuentan que Jesús se perdió en el templo. Ahora a nadie se
le ocurre perderse ahí.
En el fondo, toda Nochebuena siempre tienen un ramalazo de
tristeza. Nunca estamos todos.
Yo creo que la mejor Nochebuena está por llegar. Algún día
estaremos todos sentados a la mesa y no faltará nadie.
EN LA MÁGICA NAVIDAD OS DESEO EL TRIPLE DE LO BUENO QUE ME
DESEÉIS A MÍ. Y ES QUE ALGO MALO NO PODÉIS DESEARME, PORQUE ENTONCES NO SERÁ MÁGICA
NAVIDAD PARA VOSOTROS.
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