Nos lo hemos ganado a pulso. La provincia de Jaén son pueblos. Más o menos grandes, pero pueblos al fin y al cabo. Incluso la misma capital lo es. Y ser pueblo tiene de bueno que todos nos conocemos y vivimos más tranquilos; y de malo, que andamos encerrados en nuestros propios temores e infortunios.
Y la sumisión le hace sentir miedo ante los poderosos. Lo veo cada día desde que nací. Todos pensamos que Jaén, cualquier pueblo de Jaén, es hermoso, tiene sus tradiciones, sus riquezas históricas y artísticas, sus asombros…, pero también sus defectos, sus caciques, sus desgobiernos… Y ante ellos, ¿quién se rebela?, ¿quién es el valiente que denuncia y se opone? Somos dados, en todo caso, a la murmuración, a las críticas por la espalda, pero nada de dar la cara. Y si surge algún quijote por el camino, que se prepare. Venga, atrévete e criticar al gerifalte de turno, ya saldrán sus lacayos a degüello y ya te tomarán la matrícula para hundirte en el barro de la miseria. Venga, atrévete a hacer públicas las carencias e imperfecciones del lugar en el que vives. Ya te saldrán a mordiscos, no solo los pelotas, chaqueteros y aduladores, que no ven más allá de su propio ombligo, sino los mismos que en privado y petit comité opinan de la misma manera. Y claro, esto, a base de años, acaba desanimando, agotando, empobreciendo y consumiéndote.
Y hasta tuvo que venir uno de fuera, el poeta Miguel Hernández, que pasaba por aquí, a decírnoslo. ¿Y de qué ha servido? ¿Y cuánto caso le hemos hecho? ¿No nos preguntó: Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma quién, quién levantó los olivos? ¿Y no añadió después, al vernos callados, respondiéndose a sí mismo: No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor? ¿Y no siguió con una tremenda exclamación, para despertarnos, que hiela la sangre: ¡Cuántos siglos de aceituna, los pies y las manos presos, sol a sol y luna a luna, pesan sobre vuestros huesos!? ¿Y no concluyó empujándonos a la batalla con un inapelable grito de guerra: Jaén, levántate brava sobre tus piedras lunares, no vayas a ser esclava con todos tus olivares? ¿Y qué? ¿Dónde está ese levantamiento? ¿Dónde están las luchas? ¿Dónde las fábricas alrededor de la aceituna y el oro líquido? ¿Dónde nuestra propia comercialización? ¿Dónde la artesanía relacionada, la alta industria, las inversiones, las innovaciones, la limpia explotación de nuestras otras muchas riquezas, la cultura libre…? ¿Dónde otros muchos proyectos que nos hagan salir del monocultivo? ¿Dónde las exigencias de que nos den lo que equitativamente nos corresponde? ¿Dónde el coraje de despegarnos de las faldas del politicastro de turno que todo lo maneja, controla y domina?
Y conociendo cómo somos, que ocupamos el último lugar en todo y que andamos encerrados en la mansedumbre miedosa, ¿cómo nos van a respetar y tener en cuenta los políticos que además son las voces de sus amos y viven de serlo? Ante el atropello y la bofetada que nos han pegado a dos manos al no concedernos la Base Logística del Ejercito de Tierra, pero sobre todo con el olvido perpetuo con que nos pagan desde arriba, ¿dónde están los diputados y senadores que elegimos en su día?, ¿dónde la dimisión a una de todos los alcaldes, concejales y demás gobernantes de todos los pueblos y estamentos jiennenses? Eso sí que sería un golpe, y no las caceroladas desde los balcones, en la oscuridad, unos cuantos, ni ir a Despeñaperros a cortar en coches la autovía, un día festivo, un rato, y comprobar una vez más lo poco que nos consideran, riéndose los que ostentan el poder de las valientes Plataformas organizadoras, impidiéndoles no solo alcanzar el objetivo a base de un amplísimo despliegue de miembros de la Guardia Civil, sino además forrándose a base de multar a muchos de los participantes. ¿O es que alguien cree que el Presidente del Gobierno y demás mandamases no se partieron de risa el domingo tras el éxito del fracaso tan fácilmente logrado y ver en sus lujosos salones las noticillas que se dieron al respecto por las televisiones compradas?
Bobos, que somos bobos. Vamos a empezar no pidiendo la luna. Con que no nos terminen de cerrar la estación Linares-Baeza, por la que cada vez transitan menos trenes, ni la Academia de Guardias, que anda en los mínimos, ni acaben quitándonos las subvenciones de la aceituna, que ya están más que reducidas, y nos hagan, de aquí a diez años, otro trocito de autovía hacia Albacete, tenemos bastante; que como nos pongamos tontos, nos bajan encima los pantalones y nos dan con la palmeta… O peor, nos llevan ellos a Despeñaperros y nos despeñan como a tales.
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