viernes, 26 de marzo de 2021

QUITAR LOS NOMBRES DE LAS CALLES

Estamos viendo cómo en muchos municipios de España los ayuntamientos andan en la moda de quitar ciertos nombres de sus callejeros. El más reciente ha sido el de Palma de Mallorca, que ha suprimido o pretendido suprimir, por reminiscencias franquistas, fascistas, o vaya usted a saber, los nombres de los almirantes del siglo XIX, Churruca, Gravina y Cervera, así como el de la ciudad de Toledo.

Y la verdad es que mirando a mi pueblo, aparte de haber cambiado hace ya muchos años el nombre de algunas calles por tener connotaciones de la guerra civil, como Avenida de los Mártires o Avenida del 18 de Julio, por los de La Libertad y de La Constitución respectivamente, no se han hecho intentos de suprimir del callejero a personajes que, desde nuestra mentalidad y contexto histórico, se podían considerar si no indignos, sí, al menos, asequibles a etiquetarlos de forma negativa desde la trastienda de la política.

Y se ha hecho bien porque se ha venido realizando sin tener que llegar al límite de lo que marca la ley de Memoria Histórica, huyendo de caer en los extremismos. Nuestros gobernantes saben muy bien que si en otros tiempos, los munícipes dieron, por méritos, obras, reconocimiento, consideración, ejemplo o lo que fuese, el nombre de alguien a una calle, no se debe ahora, por respeto a aquellos y a quienes representaban, y porque se han de ver y analizar las cosas desde el contexto puramente histórico en que uno vive, venir ahora a quitarlos de un plumazo porque se estaría cometiendo el grave error de juzgar sin las garantías ni las medidas temporales adecuadas.  

No se puede, por ejemplo, con una mentalidad actual sumergida en un estado democrático, donde se está alcanzando la igualdad hombre-mujer, donde no es aceptable ningún tipo de machismo, ni nos sirve el autoritarismo, ni se admite el racismo, ni se consiente la homofobia, y se desprecia la violencia en todas sus variantes, y donde, incluso, la monarquía reina pero no gobierna, venir ahora a quitar de nuestras calles nombres como: Francisco de los Cobos, Beltrán de la Cueva, Condestable Dávalos, Vázquez de Molina, Corregidor Bobadilla, Felipe II, Cristóbal Colón, Duque de Ahumada…, clasificándolos de monárquicos, antidemocráticos, autoritarios, genocidas, machistas y cuanto se quiera, y mucho menos diciendo que son fascistas, porque esto ya sería el colmo de la ignorancia supina.  

Como tampoco se puede, aunque en algunos lugares se ha pretendido y se pretende, quitar los nombres que tienen carácter religioso cristiano referidos a cristos, vírgenes, santos, obispos, papas…, como son, por citar algunos: Cristo de la Espina, Virgen de Guadalupe, San Lorenzo, Obispo Cobos, Juan XXIII, Sacramento… Porque desde decenas de años se han venido llamando así y está ya impreso en lo más hondo de nuestra noble idiosincrasia.

Pero yendo incluso a tiempos más recientes, hacen bien nuestros ediles en no entrar en el charco de la discordia, la división y los enfrentamientos, huyendo de buscar motivos para aniquilar de las cartelas de las esquinas a personajes que ilustran nuestras calles y han vivido y realizado su obra en un periodo franquista. Porque, ¿cómo quitar la calle –por decir solo unos pocos nombres de los muchos que tiene nuestro callejero– a ilustres personalidades como: Gallego Díaz, Palma Burgos, Ramón Cuadra, Emilio Sánchez Plaza, Padre Villoslada, Cristóbal Cantero, Manuel Bermúdez, Pedro Sola, Juan Pasquau…? ¿Cómo hacerlo, cuando lo único que han hecho es ser personas de su época y vivir en ella de la forma más digna, servicial y creativa posible?

Y por último quiero –aparte de hacer constar que en un primer momento quise decir lo que aquí expreso pero de forma irónica y humorística, porque es de risa ver a tanto analfabeto buscándole a la ley de Memoria Histórica los cinco pies–, salir al paso de un bobo inculto a quien escuché decir que había que quitar el monumento que hay en la plaza Primero de Mayo, tan grande como inmerecido, a ese fraile que lo único que hizo fue escribir cuatro poemitas piadosos. 

Menos más que este tipo no es nuestro alcalde ni ninguno de nuestros concejales. Menos mal. 

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