viernes, 8 de julio de 2022

AÑO ELECTORAL

En 2023, por estas fechas, ya estarán configuradas en toda España las nuevas corporaciones municipales. Es decir, que acabamos de adentrarnos en un nuevo y apasionante año electoral.


Toda una fiesta por delante de doce meses. Todo un espectáculo lleno de sorpresas y escenas extraordinarias capaces de mantenernos en vilo y sobrecogidos.

 


Pasen y vean. Comienza la función. En el gran teatro de los pueblos se van a representar las mejores obras salidas de la pluma de los más excelsos dramaturgos. Ahí veremos las mejores caras, sonrisas contagiosas, palabras mágicas, gestos asombrosos, silencios exquisitos… Ahí veremos a los Montesco de siempre odiando a los Capuleto de siempre y viceversa. Ahí los veremos, arrojándose improperios, discutiendo a ver quién colecciona más verdades y quiénes más mentiras, bordando proyectos, vendiendo humos, conquistando inocencias… Saliendo al paso, sin miedo alguno, a la palestra, para debatirse en emocionante duelo de espadas, los quitavergüenzas de uno y otro bando, los Teobaldos y Mercucios, tan apasionados ellos que estarán dispuestos incluso a perder la vida en cada lance. Y lo que es más extraordinario y terrible, también aparecerán los Marcos Bruto, los Efialtes, los Judas Iscariote, los Egistos y las Clitemnestras…, traicionándose, vengándose, acuchillando por la espalda a los propios suyos. Y para mayor turbación se lanzarán destellos luminosos de la política general, bombas fétidas, corrupciones oficiales, pactos indignantes, separatismos tribales, leyes partidistas, inflaciones, miserias, paro, desesperación…, con tanto énfasis que nublará toda la escena hasta la náusea. 

 

Entretanto, los que andan en las poltronas locales nos harán ver lo mucho que han hecho y lo mala que ha sido la oposición. Y los que aspiran a los sillones nos expondrán la pésima gestión realizada por los gobernantes y lo sublime que va a ser su gobernanza si salen elegidos. 

 

Y mientras, los pueblos, el pueblo, los ciudadanos pensando en el voto. Los que son de izquierdas, que lo suelen ser desde el vientre de su madre, no lo van a cambiar así los suyos sean los más ruines de los ruines. Los de derechas de toda la vida, tampoco lo van a cambiar por más que sus representantes sean unos ineptos. Los chupópteros, tiralevitas, apesebrados, subvencionados, condecorados…, y todos los que se creen ser algo por andar apegados al sol de quien está mandando, votarán, así caigan chuzos de punta, a los que están dirigiendo el barco. La mamandurria es la mamandurria y más vale malo conocido. Y ya quedan los cuatro friquis en su mundo, los tres independientes hasta de sí mismos y los dos reflexivos solitarios que analizan su decisión de voto tan escrupulosamente que pareciera que solo de su papeleta dependiera el resultado final. Y algunos más por ahí perdidos, que se dividirán en tres grupos, los que analizarán lo bueno y lo malo conseguido antes de introducir honestamente la papeleta en la urna, los que lo harán según sople el viento del momento y los que, por lo que sea, no quieren saber nada de votar. 

 

Y a todo esto, los pueblos respiran y se adecentan. Verán que fiestas vivirán, cómo se limpian sus calles, cómo reviven sus jardines, cómo alumbran sus barrios, cómo aumentan los puestos de trabajo… Y qué cercano se hace el señor alcalde o la señora alcaldesa, qué amables, qué serviciales, qué comprensivos, qué trabajadores… 

 

Y saldrán a las calles y a los mercados y a las empresas para repartir propaganda, para ofrecernos esperanza, para animarnos a la alegría de la democracia… Para después, cuando ya haya pasado el 28 de mayo, si te vi no me acuerdo y vivir en los privilegios, los honores y la paga sustanciosa… y seguir ayudando y dando a los suyos, y seguir depreciando y ninguneando a los otros. Es decir, lo de siempre, lo de toda la vida, lo que, en el fondo, todo el mundo sabe.

 

Acomódense, la representación ya ha comenzado. Disfrútenla.

 

 

 

 

 

 

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