Son los abuelos. Hablo de los abuelos. Esos seres especiales
que ven en sus hijos la prolongación de ellos mismos, por lo que sufren con sus
penas y se alegran con sus alegrías, llegando a tanto que hasta son capaces de
quitarse la comida de su boca para que coman ellos, convirtiéndose, además, si
fuera necesario, en servidores de los hijos de sus hijos, es decir, de sus
nietos.
De ahí que veamos a
muchos de ellos en los amaneceres de infinidad de días, haga frío o calor,
llueva o hiele, llevando a sus nietos al colegio, recogiéndolos a la salida, sacándolos
a pasear, invitándolos al cine, jugando en sus cuartos, alimentándolos,
poniendo en sus frentes el beso de buenas noches… Y así año tras año, y todos,
pese a andar muchos de ellos con dificultad y tener que cargar con los
sufrimientos del dolor de las enfermedades y los cansancios, gozosos, sintiéndose
un compañero más, un amigo más, poniéndose a su altura, conversando en un
lenguaje lo más sencillo posible…, contándoles historias de su vida, de sus batallas,
de sus vivencias más especiales, dándoles además sus consejos más nobles,
abriéndoles caminos, sembrado en sus corazones semillas de grandeza.
Los abuelos son el barniz hecho calor y esperanza que da
color al gigantesco cuadro del mundo que anda repleto de negros, blancos y grises.
Los abuelos han sido siempre la ternura de las casas y las familias. Siempre. Pero
nuestros abuelos de hoy son, además, especiales, únicos. Ellos son los que
vivieron la asfixia de una posguerra de hambre y de miedo, de silencios y
humillaciones, de manchas de sangre demasiado fresca. Ellos fueron testigos y
sujetos activos de las emigraciones, de los trabajos mal remunerados, de las
penurias para seguir viviendo... Pero ellos, pese a todo, fueron capaces de
sacar a sus hijos adelante, dando cuanto pudieron por ellos, dejando incluso de
soñar por ellos. Fueron los fuertes cimientos de hierro y hormigón para que el
hogar no se derrumbara… Y hoy, ahora,
cuando en justicia ellos, los abuelos, deberían ser amablemente servidos y
liberados definitivamente de las cargas y sacrificios del día a día, agravados
además por esta crisis inventada por los poderosos para más arrancarnos las
entrañas, se han vuelto a convertir en sostén, en base, en cadena, en ayuda
económica, en refugio al que acuden muchos hijos e hijas para ser socorridos,
para que sostengan parte de sus cargas, para que les sea un poco más fácil seguir
caminando sin necesidad de pegarse un tiro en el alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario