Querido José Manuel:
Por más que sé que la muerte es esa sombra que está ahí, a
tu lado, rondándote todos los minutos para, en el momento que menos te lo
esperas, clavarte su cuchillo de niebla fría; por más que sé que a todos nos
tiene apuntados en su cuaderno de tiempo en el que a cada uno nos pone un reloj
de arena en el que marca la hora a su capricho; por más que sé que morir es tan
real y necesario como nacer, no puedo menos que rebelarme por tan innoble
injusticia y expresar mi más hondo desconcierto ante el dolor que me invade
cada vez que alguien cercano se me va. Como ahora, como hoy, contigo, que,
lleno de vida, de ilusiones, de creatividad, de obras de arte en tu mente y
amor que dar en tu corazón, la sombría y esquelética forma sin fondo te ha
señalado con su dedo largo y negro dibujándote un cáncer agresivo y rápido en
medio del pecho y con tan solo veintidós años te ha llevado para hacerte de
ceniza y olvido eterno.
Ahora, amigo, ahora que tan de moda está la denuncia por
acoso, yo propongo denunciar en todos los juzgados del mundo a la muerte por
acosadora, porque no deja ni un solo instante de perseguirnos, porque vayamos
donde vayamos, estemos donde estemos, ahí que anda, mirándonos, acorralándonos,
siguiéndonos…; y porque en contra de nuestra propia voluntad se acerca, una y
otra vez, sigilosa, y se pone a jugar a los dados con cada uno de nosotros, y
por más que le decimos que no, que se vaya, que la odiamos, que la rechazamos,
más se ríe, porque bien sabe que claudicaremos y acabaremos acostumbrándonos a
su presencia, tanto que hasta terminaremos aceptándola e incluso queriéndola,
pues por algo hemos de pasar con ella el resto de nuestra eternidad.
Adiós, José Manuel. Gracias por venir en Jaén a buscarme
siendo un adolescente para formar parte del Grupo de Teatro Maranatha. Gracias
por tantas representaciones haciendo de hijo en la obra “Malos tratos”, a
beneficio siempre de los necesitados. Gracias por hacerte mayor a nuestro lado.
Gracias por tu sencillez, tus sueños de artista, tu magia… Gracias por vivir en
ese mundo tan singular que te construiste, siendo tú especial, único, distinto,
diferente.
Bien sabes que tu madre, tu novia y tu padre Javi no te
olvidarán nunca. Tampoco tus amigos de reparto: José Luis, María de los
Ángeles, Juani, César, Sonia, Fernando, Lucía y Adolfo… Ni yo.
Y te confieso también que, pese al dolor que siento, algo
dentro, tras tu partida, me invita a la sonrisa. Porque desde la fe y la
esperanza te veo gozoso en las alturas. Un chico como tú, que tanto ha hecho
por los demás en tan poco tiempo, no puede quedarse en la “nada” de la que
hablabas en la obra, pero sí dentro de la última frase que pronunciabas en ella
dirigiéndote al público: Así está mejor,
¿verdad?, le decías…, cuando el matrimonio se abrazaba sin el menor rastro
de malos tratos en medio de ellos…
Pues, “así está mejor, ¿verdad?”, te digo yo ahora desde
aquí, sabiendo que Dios te abraza para siempre.
Que seas feliz.
Soy Javi. GRACIAS. Y lo digo con mayúsculas, por haberle dado la oportunidad de formar parte de MARANATHA, por ayudarle a cumplir su sueño de ser actor, por enseñarle con tu infinita sabiduría y paciencia el personaje que durante tres años ha formado parte de nuestras vidas por muchos pueblos, por hacerle crecer en cada una de las actuaciones y por último, por tu inagotable corazón. GRACIAS RAMÓN
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